No hay dudas. Ya no. En público y en privado, la afirmación del Gobierno es la misma: esta vez sí se aprobará un proyecto de Presupuestos Generales del Estado en Consejo de Ministros y esta vez sí se llevará al Congreso. No se redactaron las cuentas públicas de 2024, tampoco las de 2025. Pero las de 2026 sí aterrizarán en la Cámara baja. Antes de Navidad, antes de que acabe el año. Fuera del plazo constitucional, pero llegarán. No hay dudas, dicen, ya no.
Pero ese hito de legislatura será solo uno de una especie de batalla en cuatro tiempos que quiere librar el Gobierno. El primero, el del prólogo, es la presentación de la senda de estabilidad y el techo de gasto, la piedra angular sobre la que se construyen los PGE. Y esa pieza la aprobará el Consejo de Ministros, según adelantan a este diario fuentes de la Moncloa, en un plazo "inferior a un mes". Es decir, que el Ejecutivo se da hasta mediados de noviembre para tener listos los objetivos de déficit y deuda y trasladarlos a las Cámaras, aunque hoy por hoy da por seguro que esa votación la perderá por falta de apoyos. Tras la senda, vendrán otros dos compases, el del envío al Congreso del proyecto de condonación de la deuda a las comunidades del régimen común —todas, menos Euskadi y Navarra— y el de la remisión al Parlamento del proyecto de Presupuestos para 2026. El último paso, la propuesta de nuevo modelo de financiación autonómica, que la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, quiere utilizar como reclamo para su campaña electoral en Andalucía.
Rufián ya llamó a "aprovechar el tiempo" que queda de legislatura cuando estalló el 'caso Cerdán'. El Gobierno reconoce que esa es la filosofía, defender la bandera, defender la gestión, ir a la ofensiva y no temer perder votaciones en las Cámaras
Los días no están señalados en rojo en el calendario —sería un imposible, porque el Ejecutivo no juega solo y los planes pueden saltar por los aires en el último minuto—, pero Pedro Sánchez ya va dibujando algunas jugadas sobre el papel. Arriesgadas, porque enfrente tiene no solo una oposición de derechas durísima, sin concesiones, no dispuesta a darle un segundo de respiro a un Gobierno al que ve "rodeado absolutamente de corrupción", en palabras de Alberto Núñez Feijóo. El presidente también tiene que bregar con un bloque de investidura gripado, falto de cohesión interna, agujereado, al que sin embargo sí une, recuerda en la Moncloa, su voluntad de no tumbar a la coalición progresista, su rechazo a toda alineación con PP y Vox. Pero, pese a las dificultades, su decisión de continuar hasta 2027, hasta el término natural de la legislatura, es firme, según se encarga de recalcar él mismo en cada declaración pública y según reiteran en su equipo más cercano y en la dirección del partida.
"No sé cuánto tiempo queda, no lo sé. No sé lo que va a pasar. Creo que nadie lo sabe, pero creo que tenemos que aprovechar el tiempo", aprobando "tres o cuatro cosas". Aquellas palabras explican, aseguran en la Moncloa, parte de la actitud vital que mueve ahora a Sánchez. Las pronunció Gabriel Rufián, portavoz de ERC en la Cámara baja, después de verse con un tocadísimo presidente tras el estallido del caso Cerdán. Era 18 de junio de 2025. Aquellos días de hiel para el jefe del Ejecutivo, aquellos días de zozobra para su Gobierno y para el PSOE, en los que nadie tenía claro el rumbo, ni si se podría soportar la conmoción de un informe devastador de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que descubría a un Santos Cerdán, secretario de Organización desde julio de 2021, al que nadie decía conocer, como cerebro de una presunta criminal, como jefe de una organización que cobraba mordidas por el amaño de adjudicaciones públicas, indicios por los que pondría un pie en la cárcel de Soto del Real menos de dos semanas más tarde. Prisión en la que hoy, casi cuatro meses después, sigue.
Aquello que aseguró Rufián late en la estrategia del presidente. Como dicen los suyos, él ha entendido que el tiempo que reste de legislatura tiene que exprimirlo al máximo. Intentando aprobar aquello que consiga acordar con sus socios, pero librando siempre una batalla ideológica, izando la bandera frente a las derechas y defendiendo el proyecto del Ejecutivo ante la ciudadanía, aunque no siempre recabe los votos necesarios para salir adelante.
El punto de inflexión clave, recuerdan en el Ejecutivo, se produjo el pasado verano, cuando los socios decidieron seguir sosteniendo a Sánchez y no sumarse a ninguna moción de censura
—Es que lo que vimos aquellos días muy importante —reflexionan en el círculo de confianza del líder socialista—. Porque podía haber habido una moción de censura contra Sánchez y no la hubo. Y no la hubo porque todo el bloque de investidura prefiere a este Gobierno. Y es más, lo va a seguir prefiriendo después de 2027, si es que nos dan los números. Así que, ¿por qué no vamos a intentar aprobar esas "tres o cuatro cosas" importantes, como los Presupuestos? ¿Qué ganan los socios tumbándonos? Beneficiarían a la gente con la que ellos no querrían gobernar. Los socios en realidad no quieren debilitar al Gobierno. No lo quisieron tumbar en junio, cuando estábamos muy débiles. Ya han tomado esa decisión. Y en 2027 tomarían la misma: querrían gobernar con nosotros si pudieran.
Pasar a la ofensiva, el mantra del nuevo curso
A la vuelta del verano, Sánchez encaró la contienda política de manera muy diferente a como había acabado el curso. Recuperó el ánimo —también presencia física, a muchos de sus compañeros les impactó la delgadez en que le sumió el zarpazo del informe policial sobre Cerdán— y pasó a la ofensiva. Para empezar, resituando en primera línea informativa el "genocidio" de Israel, aprovechando la creciente corriente de empatía en España y en el resto del mundo con Palestina, y dejando de paso desconcertado al PP. Y dio la orden de llevar al Congreso medidas de calado político, aunque se perdieran, pero que permitieran visibilizar la posición del Ejecutivo ante los ciudadanos. Se perdió la reducción de la jornada laboral —una derrota cantada por la negativa inamovible de Junts—, pero en cambio pudo anotarse dos tantos relevantes que estuvieron en riesgo: el embargo de armas a Israel y el proyecto de ley de movilidad sostenible. A su vez, reaccionó con agilidad a los tropiezos o fallos de gestión del PP, como el aborto o la crisis por los cribados del cáncer de mama en Andalucía.
El presidente promete "sudar la camiseta" para lograr la aprobación de las cuentas públicas de 2026, pero avisa de que siente "a gusto" con las actuales, porque cubren partidas sociales y acomodan la recepción de los fondos europeos
En esa mutación del campo de juego, los Presupuestos Generales del Estado de 2026 ocupan un papel central. El pasado 1 de septiembre, en una entrevista en RTVE —la primera a un medio español en un año—, despejó la duda y confirmó que llevaría las cuentas públicas al Congreso, con o sin apoyos, y pasara lo que pasara la legislatura no concluiría, avisó. Desde entonces, tanto él como su número dos, la vicepresidenta Montero, han reiterado el compromiso. Tanto que en el Ejecutivo y en el partido entienden que no hay retorno posible.
"Los vamos a presentar antes de que finalice el año.Vamos a sudar la camiseta, como hemos hecho siempre, para presentarlos", volvió a ratificar el pasado martes en una entrevista en Hoy por hoy, en la SER. Pero a esa reconfirmación siguió de nuevo la advertencia a los grupos de que no habrá adelanto electoral si los PGE son tumbados. "Con o sin nuevos Presupuestos", dijo, se siente "muy a gusto" con los actuales, que los que se elaboraron en 2022 (en la pasada legislatura, por tanto), los que entraron en vigor en 2023 y continúan prorrogados. Con las vigentes cuentas, explicó, cubre tanto las cuestiones de política social (dependencia, educación, becas, ciencia, sanidad...), y permiten acomodar los fondos europeos. Y a finales de 2026 llegará el último desembolso por parte de Bruselas de los más de 160.000 millones de euros que se han ido desplegando desde la pandemia y que han permitido "transformar y modernizar" la economía española.
No quiero engañar, ni que tampoco haya especulaciones. La legislatura va a durar hasta 2027. Las legislaturas duran cuatro años y este Gobierno ha demostrado que es estable, eficaz y progresista", subrayó Sánchez el martes
El país crece, insistió el presidente, pero "no en base a la explotación laboral o a los combustibles fósiles", como en otros tiempos de bonanza económica, sino tomando como eje "la transformación energética y el reconocimiento de los derechos laborales y la dignidad salarial". "Por lo tanto, vamos a sudar la camiseta, vamos a presentar los Presupuestos, vamos a intentar persuadir a los grupos parlamentarios, pero tampoco quiero engañar, ni que tampoco haya especulaciones —recalcó—. La legislatura va a durar hasta el año 2027. Las legislaturas en España duran cuatro años y este Gobierno sí ha demostrado algo durante estos últimos siete años es, uno, que es un Gobierno estable, dos, que es un Gobierno eficaz y ahí están los datos económicos, y tres, que es un Gobierno progresista que pone en marcha políticas en defensa del Estado del bienestar".
Perder la senda para ganar los PGE
Pero antes que los Presupuestos, el Ejecutivo deberá dar luz verde a la senda de estabilidad y al techo de gasto. La propuesta elaborada por Hacienda debe ser aprobada primero por el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), el órgano que reúne a Montero con los consejeros autonómicos del ramo y en que el Estado cuenta de entrada con el 50% de los votos. Luego deberá ser visada por el Consejo de Ministros —y eso ocurrirá en algo menos de un mes, o sea, "antes de mediados de noviembre", avanzan en la Moncloa a este diario— y remitida a Congreso y Senado. Si los objetivos de déficit y deuda son tumbados una primera vez, el Gobierno deberá enviar a las Cámaras la propuesta (la misma o modificada) una segunda vez y, si es derrotada, se regresará a la senda anterior. Este escenario es el que prevé el Ejecutivo: da por hecho que no tendrá los apoyos necesarios para sacarla adelante, en buena medida porque las condiciones que impone Junts son inasumibles.
Para la Moncloa, "la senda forma parte del desgaste del debate". "Los socios te aprietan y te los tumban porque tienen que construir su relato, para que luego puedan decir que han conseguido arrancar lo que sea al Gobierno", explican
Pero para la Moncloa un naufragio de los objetivos de estabilidad no preludian necesariamente una derrota de los Presupuestos. Incluso pueden ayudar a tenerlos. "La senda forma parte del desgaste del debate. Los socios te aprietan y te los tumban porque tienen que construir su relato, para que luego puedan decir que han conseguido arrancar lo que sea al Gobierno. Quizá un no en la senda da la posibilidad de que en los Presupuestos digan sí. Y eso nosotros lo tenemos que respetar", observan en el equipo directo del presidente. Hacienda subraya que no le importa perder la senda, porque en el fondo se impondrá una hoja de ruta de cumplimiento del déficit y la deuda más rígida para comunidades y ayuntamientos, por lo que el Estado tendría más margen para gastar.
El siguiente hito en el calendario será la presentación de las cuentas de 2026, antes de que finalice este año, según precisó Sánchez en la SER. El proyecto llegará, en cualquier caso, bastante más tarde de lo que prescribe el artículo 134.3, el que explicita que la propuesta de PGE del Ejecutivo deberá remitirse al Congreso "al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior". "No vamos en plazo, pero que llevamos esta vez los Presupuestos al Congreso es seguro al mil por mil", ilustran en el equipo directo del líder socialista.
El Gobierno se moverá y trasladará su proyecto a la Cámara baja por convicción —cree que ya no es posible eludir el mandato constitucional una vez más— y por estrategia —le sirve como programa de cara a las próximas elecciones, ya más cerca—. Pero no actuará por la presión ejercida por el PP este viernes, que anunció que el pleno del Senado aprobará el próximo miércoles, gracias a su mayoría absoluta, plantear un conflicto de atribuciones ante el Tribunal Constitucional contra el Ejecutivo si no atiende el requerimiento de presentar unos nuevos PGE para 2026. Si no hubiera una respuesta positiva del Gobierno en el plazo de un mes, entonces ese conflicto de atribuciones podrá ser ya presentado ante el TC. Una "vergüenza" que la Cámara alta esté siendo "manipulada por el PP", deploró este viernes Montero desde Córdoba. "No tiene recorrido, es hacer politiqueo", "solo buscan el titular", "eso no nos afecta", valoraban por su parte desde Ferraz y desde la Moncloa.
El Senado aprobará el miércoles, a iniciativa del PP, plantear un conflicto de atribuciones ante el TC contra el Ejecutivo si no atiende el requerimiento de presentar unos nuevos PGE en un mes
Hacienda asegura que ya está hablando con los grupos parlamentarios para los nuevos PGE, aunque por ahora hay algunos, como Junts, Podemos o ERC, que niegan negociaciones. Quien sí admite esos contactos es el PNV, aliado preferente del Ejecutivo y que siempre ha mostrado una disposición plena al acuerdo, intención diáfana que también muestra Bildu. Montero dialoga en paralelo con Sumar, el socio minoritario de la coalición que admite que se sigue "trabajando" en el proyecto, avanzando, sin que aún se haya cerrado un acuerdo.
Podemos, el último en pasar por la negociación
La estrategia de la Moncloa pasa, por ahora, por ir cerrando los apoyos con los grupos. La pieza clave es Junts, el hueso más duro de roer, porque pide la ejecución de todas las partidas presupuestarias para Cataluña anteriores.
El cálculo del Gobierno es que si logra amarrar a la formación de Carles Puigdemont, Podemos, el otro aliado rebelde del bloque de investidura, acabará cediendo, porque hasta ahora no ha dejado tirado a Sánchez en votaciones realmente relevantes. No lo hizo con la reforma fiscal, hace un año, ni tampoco hace una semana, con el decreto de embargo de armas y la ley de movilidad sostenible. Mantuvo el suspense y la negociación hasta el final, pero al final no bloqueó ninguno de los dos textos. En ambos, Sánchez ya tenía el sí de los posconvergentes, así que los morados sabían del peso de su decisión. Los de Ione Belarra avisan no obstante que es mejor "no jugar a intentar" forzarles a que acepten unos Presupuestos pactados con la derecha "sin negociar" nada con ellos y "sin nada a cambio". Podemos demanda una reversión del aumento del gasto militar y una bajada del 40% del precio de los alquileres, condiciones que los socialistas no ven asumibles.
En el Ejecutivo se dicen satisfechos con el fracaso de la OPA del BBVA sobre el Sabadell, que también ha agradado a los posconvergentes. "Al final, ¿con quién pacta Junts? Con nosotros, y es mérito del PP"
La llave la tiene, como en tantas otras estaciones de esta convulsa legislatura, Junts, que ya ha advertido de que antes de Navidad tomará decisiones sobre su relación con el PSOE. En el Ejecutivo y en Ferraz no prevén un viraje radical de los posconvergentes. Las reuniones con Puigdemont fuera de España continúan —con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero como interlocutor principal tras la caída de Cerdán—, igual que los gestos. Así, en el Ejecutivo se decían ayer viernes satisfechos con el rumbo de la OPA del BBVA sobre el Sabadell, finalmente fracasada: "Ellos [Junts] están contentos con el Gobierno en este asunto", apuntan en la Moncloa. El Ejecutivo puso trabas para la fusión bancaria y caminó del lado de la Generalitat: el president, Salvador Illa, era radicalmente contrario a la operación de compra del Sabadell. "Es que, al final, ¿con quién puede pactar Junts? Con nosotros, y eso es mérito del PP", señalan en la Moncloa. Los de Puigdemont sí han apoyado iniciativas con los populares y con Vox, pero no han comprometido la estabilidad del Gobierno y han rechazado reiteradamente que vayan a participar de una moción de censura promovida por Feijóo.
Los socialistas son conscientes de que disponer de unos nuevos PGE es una misión más que complicada. Por eso Sánchez se pone la venda antes de la herida. "Pero ojo, si los ganamos, será un gran anuncio de publicidad para nosotros por el componente mediático y la sensación de victoria que dejan. Pero si los perdemos, tampoco pasa nada, porque un ciudadano no va a dejar de votarnos por no haberlos conseguido", analizan pragmáticas fuentes monclovitas.
En el Gobierno analizan que si ganan los PGE, será "un gran anuncio de publicidad" por la sensación de victoria que deja. "Pero si los perdemos, tampoco pasa nada: un ciudadano no va a dejar de votarnos por no haberlos conseguido", observan
En el Ejecutivo hay quienes sostienen que quizá quepa enviar al Congreso el proyecto de quita de la deuda antes que los propios PGE. "La senda pondrá en una situación complicada al PP, porque al final las perjudicadas son sus comunidades y ayuntamientos. Y con la condonación de deuda pasa lo mismo: de aceptarla, las grandes beneficiadas son sus CCAA, empezando por Andalucía, a la que se perdonarían 18.791 millones de euros. Al final, si obligas a los barones del PP a retratarse, cada uno va por su lado. Por tanto, si montas dos barullos, senda y quita, llegas a la presentación de los Presupuestos con el avispero agitado en el PP", apuesta un alto cargo gubernamental.
La política de gestos con los socios
En cualquier caso, la última pantalla será la de la financiación autonómica. Montero espera presentar el nuevo diseño antes de que tenga que abandonar el cargo para partir a la campaña andaluza. Pero en el Ejecutivo asumen que difícilmente podrá salir aprobada la reforma del sistema, por la dificultad de encaje de las peticiones de todos los grupos y el más que probable rechazo de Junts a un modelo que no sacará a Cataluña del régimen común ni consagra ningún cupo catalán. Lo importante, reseñan en la Moncloa, es lanzar un mensaje de compromiso, para ayudar a Illa a sacar adelante sus Presupuestos —él los necesita más que Sánchez, convienen en el Ejecutivo— e impulsar a Montero en su pugna electoral con el jefe de la Junta de Andalucía, el popular Juanma Moreno.
El último paso será la presentación de la propuesta de nueva financiación autonómica, que servirá como flotador a Illa y como potencial empujón a Montero en su pugna con Moreno en Andalucía
"Nos hemos convertido en el novio perfecto. Queremos que salga todo bien, y para eso tienes que hacer gestos, nunca mentir y currártelo bien. Y ERC necesita que la queramos. Tenemos que darles motivos. Pero el mensaje en todo caso es que damos un paso al frente con la España que defendemos, diversa y plural, frente a la España excluyente que quieren PP y Vox", contextualizan los colaboradores de Sánchez.
En la cúpula del Ejecutivo y del Gobierno se sienten optimistas. Enchufados. También por los resultados de las encuestas, que indican una recuperación del voto al PSOE y una bajada del PP por el crecimiento de Vox. "Tras la debacle por lo que ocurrió con Santos, nos hemos repuesto. En el PP han pisado además muchos charcos: los incendios del verano, la inmigración, el aborto, los cribados del cáncer de mama en Andalucía, el seguidismo de Vox...", apunta un mando gubernamental. Así, en el partido y en el Ejecutivo consideran plausible que Sánchez pueda ganar las próximas generales. Y quedar primero no es poca cosa, porque el sisteme electoral premia al vencedor con un plus de escaños en varias provincias. La principal inquietud que late en el PSOE no es su situación, sino la debilidad de su izquierda, a la que necesitan en forma y unida para reeditar la coalición progresista. Pero si no se reconstruye ese espacio, a los socialistas no les quedaría otro camino que intentar arañar votos en ese espectro a su izquierda, para lo que necesitarían crecer hasta ese horizonte del 35% del que tanto se ha hablado en la M-30 política, un techo que ahora mismo suena inalcanzable para el presidente.
Los socialistas creen que es perfectamente posible que puedan llegar a ganar las próximas generales, debido a la bajada del PP por el crecimiento de Vox. Están persuadidos de que han ido recuperando voto. Y ser primeros "no es poca cosa"
Comienza ese baile en cuatro tiempos. Complejo. Por fases. Un puzle delicado pero que dispone de un gran comodín de ayuda: que hay recursos. Dinero para convencer a los grupos y a las comunidades autónomas. Producto de la bonanza económica de la que, miércoles tras miércoles, Sánchez saca pecho frente a Feijóo. La fortaleza del presidente es la economía, insisten los suyos. Y cuanto más se sitúe el debate en ese terreno, "mejor".
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1 Comentarios
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hace 1 hora
Que han permitido «transformar y modernizar» la economía española.
No me hagas reir.