La voz alegre y la positividad de Teresa Raquel Blasco no es la que uno se espera de una mujer que vive con fibromialgia y un rosario de otras dolencias. Tiene sacroielitis -dolor en el sacro-, artrosis en las manos, infiltraciones en el tobillo y, además, una cardiopatía. "He llegado a tomar hasta 16 pastillas al día para controlarlo", explica entre sonrisas.

Sus dolores comenzaron hace ocho años - ahora tiene 60 - después de una vida dedicada a la cocina, manejando ollas pesadas de un lado para otro. "Es un trabajo que yo he querido con locura, las ocho horas se me hacían cortas", dice. Por eso, tal vez, le costó tanto pedir la baja cuando empezó a sufrir los dolores. "Piensas antes en el trabajo que en ti, te preocupa que traigan a otro cocinero, pero llega un momento en el que tienes que coger la baja. Pruebas un mes, a ver si con la medicación se pasa", cuenta, recordando los inicios de su enfermedad.

La fibromialgia, que la padecen entre un 2% y un 4% de la población, es un cuadro de dolor muscular generalizado, que a menudo viene acompañado de sensación de fatiga y otros síntomas, como el dolor crónico.

El dolor crónico, reconocido como una enfermedad en sí, es aquel que dura más de tres meses

El dolor crónico, reconocido como una enfermedad en sí, es aquel que dura más de tres meses (seis, según algunos expertos). El dolor, como tal, surge como respuesta a una lesión en el organismo (puede ser una rotura, una infección, un golpe). Cuando esa lesión se resuelve, el dolor desaparece. Sin embargo, en el caso del dolor crónico, este continúa presente una vez que se ha curado la lesión, y no cesa.

Cuando este dolor, en muchas ocasiones llega acompañado de otros problemas - las bajas laborales, los conflictos en el trabajo e incluso problemas emocionales derivados de las dificultades para desarrollar las actividades normales- esta situación puede desencadenar depresiones, que también afectan a la sensación de dolor.

Así le pasó a Teresa Raquel. Han pasado ya cuatro años desde que obtuvo la invalidez, pero al principio tenía depresiones. "Te haces las clásicas preguntas: por qué te duele, por qué te tiene que pasar a ti. Pero con la moral baja, te enfadas antes, te pones más nerviosa, y todo eso afecta al dolor". Estuvo tratando mucho tiempo su depresión con una psicóloga, y un día, ésta le habló de otro colega que llevaba a cabo un programa de psicoterapia para tratar el dolor crónico. Teresa rellenó unos papeles, los entregó y, un tiempo después, entró en el programa.

Dicho programa se lleva a cabo en la Unidad del Dolor del Hospital Universitario Joan XXIII (Tarragona), cuyo titular es el doctor en psicología Antoni Castel, que también coordina el Grupo de Psicología y Dolor de la Sociedad Española del Dolor. Con él, Teresa Raquel acudió a 12 sesiones semanales de terapia en grupo con otros 10 pacientes que también sufren dolor crónico. "Para mí, las sesiones han sido un mundo nuevo. Querer llegar al dolor, aprender, intentar llevar mi vida lo mejor posible", explica Teresa Raquel. En la terapia, el Dr. Castel les enseña, entre otras cosas, técnicas de relajación, como la técnica de Schultz.

Psicoterapia

El doctor Castel cuenta que este método, conocido desde los años 30 del siglo pasado y conocido también como entrenamiento autogénico de Schultz, sirve para la regulación del sistema nervioso vegetativo o autónomo. "Este sistema es el que regula las funciones autónomas del organismo, como la digestión, el ritmo cardíaco o la respiración", añade Castel.

Para Teresa, fue un alivio. "Cuando te da un ataque de dolor fuerte, te da, y eso lo tienes que pasar, pero al menos, con esta técnica, te puedes ahorrar otros 20 ataques más flojos", comenta.

Además, Castel también emplea otros métodos en sus terapias individuales. Los pacientes que acuden a ella suelen tener un cuadro mucho más complejo, y con ellos utiliza la hipnosis clínica. "La hipnosis tiene muy mala fama, se relaciona con el circo, pero ha demostrado eficacia en el tratamiento del dolor y es una técnica perfectamente validada", señala Castel. Según explica, la hipnosis se basa en la sugestión. "La sugestión es una idea que se transforma en una acción o una respuesta, y hay una serie de pasos que permite que el paciente, en un determinado momento, pueda crear unas sugestiones que le permitan regular el dolor", añade. Fundamentalmente, va dirigida a modificar sensaciones como la reacción emocional a ese dolor.

Con las sesiones dialogadas Castel también trata de que los pacientes no lo vean como un problema

Una de las personas que acude a terapia individual es Lola del Pozo, quien se considera a sí misma "un caso peculiar para la medicina". Con un tono de voz lleno de tranquilidad, cuenta que ella ya estaba en manos de cirujanos "con un frente importante", ya que, entre otras cosas, sufre abdominalgia. En ese momento, uno de los médicos cirujanos le propuso entrar en el programa del doctor Castel, y ella accedió. "Para mí es muy difícil conectar con alguien, pero ha sido fantástico conocerle, sabe manejar la situación".

Lola lleva dos años de terapia con Castel, y combina sesiones habladas, en las que ella necesita comunicar cómo se siente, con otras con hipnosis para aliviar sus dolores. "Convivir con el dolor, para una persona tremendamente potente, física y psicológicamente, como he sido yo, es muy difícil, porque te encuentras con muchas limitaciones", asegura Lola. La hipnosis, en su caso, ha conseguido que desaparezca el dolor durante la sesión. "No es algo mágico, luego puede volver", dice.

Además, con las sesiones dialogadas Castel también trata de que los pacientes no lo vean como un problema, sino que les anima a superar los retos del día a día. "Yo tengo un chiquito de 11 años, cuando lo analizo, me digo que tengo que seguir adelante, es fundamental saber pedir ayuda", indica Lola.

El doctor Castel cuenta que el objetivo de la terapia también es que el paciente aprenda las técnicas, para que lo pueda utilizar como recurso en su hogar una vez que sale de la consulta. "Grabo en un audio las técnicas de relajación e hipnosis y se lo mando por correo electrónico", explica Castel. Y las adapta a cada caso: para una cefalea, se utilizan sugestiones de frescor, mientras que para una abdominalgia son sensaciones de calor.

Y también recomienda terapia grupal o individual dependiendo de la complejidad del paciente. “En general, las terapias grupales funcionan muy bien con pacientes con fibromialgia y síndrome de fatiga crónica. Con pacientes con una situación muy específica, como, por ejemplo, amputados, tetrapléjicos o personas que ha pasado por cirugías fallidas, suele ser mejor la individual”, indica Castel. “El problema es que, hasta donde yo sé, el hospital en el que trabajo es el único público en España que ofrece este tipo de soluciones”, señala el experto.