Astronomía

Las fases de la Luna y la salida del Sol: el papel de la astronomía en el desembarco

Fotografía facilitada por el Ministerio Británico de Defensa que muestra a soldados británicos a su llegada a la playa.

El papel que jugó la astronomía en la planificación del desembarco de Normandia a menudo se pasa por alto y fue determinante en el éxito aliado, especialmente en el efecto de las mareas. En un artículo publicado en Sky & Telescope, el astrónomo de la Universidad Estatal de Texas Donald Olson, ha resaltado la influencia de la astronomía en el despliegue de tropas aliadas en las playas de Normandia.

En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, los planificadores de la invasión tuvieron claro que, además de la necesidad de abundante luz de la Luna durante la noche para el despliege de paracidistas tras las líneas alemanas, la hora de la salida del Sol y los efectos de la fase lunar en las mareas desempeñaron un papel crucial en la fecha seleccionada para el desembarco, explica.

La posición del Sol y la Luna, en relación con la Tierra, determina tanto la fuerza de las mareas como los tiempos de las aguas altas y bajas. Los Aliados requerían una marea baja cerca del amanecer, y, en esta parte de la costa de Normandía, tal marea ocurre solo cerca de los tiempos de la Luna nueva o la Luna llena. Esos criterios dejaron a los Aliados con tres fechas potenciales: el 5, 6 y 7 de junio, ninguno de los cuales presentaba una "Luna creciente tardía".

"Una invasión de primavera en mayo o junio fue ideal, porque eso dejaría todo el verano a las fuerzas aliadas para hacer retroceder a las fuerzas alemanas antes de que llegara el mal tiempo con la llegada del otoño y el invierno", dijo Olson. "Los preparativos para la invasión no se completaron en mayo, por lo que el general Dwight D. Eisenhower pospuso el asalto hasta junio".

"Los aliados -expone- querían poca agua para volar los obstáculos alemanes en la playa, pero también querían que el agua subiera para poder llegar con las lanchas hasta la playa y no quedar varados", explicó Olson. "Si llegaban en una marea descendente, la lancha de aterrizaje se quedaría atascada allí durante 12 horas. Eso fue una parte importante del plan del Día D: el aumento de agua, justo después de la marea baja".

Sin embargo, esa estrecha ventana de oportunidad también funcionó contra los aliados el 6 de junio de 1944. La diferencia entre la marea baja y alta en las playas fueron unos increíbles 6 metros. Cerca del momento de la marea baja en el día D, las defensas submarinas de los alemanes fueron expuestas para que los equipos de demolición de los Aliados las destruyeran.

El problema -expone- fue que los equipos de demolición tenían solo 30 minutos para cumplir su tarea, bajo el fuego del enemigo, antes de que la marea creciente se hiciera demasiado profunda. A las 7 a.m., el nivel del agua subía 30 centímetros cada 10 minutos, y aceleraba. Esta oleada masiva provocó que los equipos de demolición eliminaran con éxito solo cinco de los 16 huecos planeados a través de las defensas submarinas en la playa de Omaha. La pérdida de vidas resultante relacionada con las defensas submarinas restantes contribuyó al apodo de la playa como 'Sangrienta Omaha'.

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