Los ciudadanos vuelven a las urnas después de hacerlo en abril. El bloqueo político ha provocado una repetición electoral en poco más de cinco meses. Hablamos de Israel, no de España, que el 10 de noviembre celebrará sus cuatro elecciones en cuatro años. En Israel es la primera vez que unos comicios no desembocan en la formación de una coalición de gobierno. El primer ministro, Benjamin Netanyahu (Tel Aviv, 1949), fracasó a la hora de logra una mayoría tras la convocatoria del 9 de abril y ahora el Likud, partido que encabeza, habría logrado 31 escaños, según los primeros sondeos a pie de urna, hechos públicos por Channel 13. Perdería cuatro con respecto a abril.

Su máximo rival, Kahol Nabal (Azul y Blanco, por los colores de la bandera de Israel), liderado por el general Benny Gantz, de 60 años, ha conseguido 33 escaños. El ultranacionalista laico Avigdor Lieberman habría obtenido entre ocho y diez diputados. La participación ha sido superior al 61,3% de abril. Según estos primeros datos, a la coalición del primer ministro con los partidos religiosos le faltarían cinco escaños para la mayoría.

La jornada electoral ha estado marcada por un Netanyahu con mano firme. Ha concedido entrevistas en emisoras de radio, a pesar de estar prohibido por ley. Han tenido que cerrar un bot desde su Facebook que seguía operando este martes. Hace una semana tuvo que renunciar a instalar cámaras en los colegios de votación como pretendía, aludiendo cuestiones de seguridad.

Netanyahu se lo juega todo a una carta en estos comicios que son un auténtico plebiscito sobre su gestión. En el poder desde 2009, Netanyahu, el primer ministro que más tiempo ha estado en el cargo desde la creación del Estado de Israel en 1948, afronta acusaciones de fraude y soborno, que él niega categóricamente. Las primeras audiencias se celebran el próximo mes.  Si cuenta con una mayoría de partidos a su favor, quedará protegido por la inmunidad.

Política anexionista

Por esta razón Bibi, como es conocido, ha apostado por lanzar un mensaje contundente para atraerse a los israelíes más conservadores y a los colonos. En la recta final de la campaña electoral, Netanyahu ha prometido que reclamaría la soberanía israelí en el Valle del Jordán, lo que supondría anexionarse el 30% de la Cisjordania ocupada.

Los palestinos han advertido que este movimiento supondría un crimen de guerra y acabaría con las posibilidades de una salida pacífica al conflicto Israel-palestino. Para Netanyahu, el Estado de Israel afronta un momento crucial en su Historia “por lo que necesita reforzar sus fronteras y garantizar para siempre su seguridad”, según ha escrito en Maariv.

En la Cisjordania ocupada viven 2,5 millones de palestinos sin derecho a votar. La mayor parte de los palestinos residentes en Jerusalén Este tampoco tienen la ciudadanía israelí. Para los palestinos Netanyahu y Gantz son lo mismo.

Netanyahu ha demonizado a la minoría árabe israelí, una sexta parte de los seis millones de votantes, a la que considera quintacolumnista, y ha advertido del riesgo de que haya fraude en las zonas donde son mayoría. Ha recurrido también a asociar a Gantz con la izquierda, lo que dista mucho de la realidad.

Israel laico versus Israel de la Torá

En abril las dos formaciones acabaron empatadas a 35 escaños, de una Cámara (Knéset) que cuenta con 120 asientos. El ultranacionalista laico Avigdor Lieberman (Chisinau, 1958), que se opuso a dar su apoyo a la coalición que pretendía formar Netanyahu por su rechazo a que se libren del servicio militar los ultraortodoxos, previsiblemente será clave para inclinar la balanza hacia Netanyahu y el Israel de la Torá, o hacia el Israel laico, que apoyan Gantz y Lieberman.

Los ultraortodoxos están en su mayor parte exentos del servicio militar, reciben subsidios para estudiar la Torá y también si tienen mucha prole. Los rabiones cuentan con un monopolio, autorizado por el Estado, en cuestiones como el matrimonio, el divorcio y las conversiones religiosas.

Hace cinco meses su partido, Israel Beitenu (Israel Nuestra Casa), logró cinco escaños. Es la primera vez que en Israel han de repetirse las elecciones por la incapacidad de formar gobierno. Si ahora tampoco se lograra, habría nueva convocatoria en enero de 2020.

Lieberman, quien fue ministro de Exteriores en 2009 y de Defensa en 2016 con Netanyahu al frente, apostaba en primavera por un gobierno de unidad, con el Likud y la alianza Azul y Blanco, pero Benny Gantz se opuso.

Netanyahu tampoco quiso respaldar un gabinete en el que él no fuera primer ministro. Una de las cuestiones que se dilucidan en estas elecciones es si el Estado de Israel va a dar más peso a los religiosos, o bien apuesta por reforzar la vía laica, como Lieberman pretende.

A favor de Netanyahu cuenta cómo Israel vive en una época de crecimiento económico. A su vez, ha sido capaz de ganarse el apoyo de la Administración Trump, gracias a uno de los principales donantes del magnate, el judío Sheldon Adelson, y a su vez tener excelentes relaciones con el presidente ruso, Vladimir Putin, su última visita al exterior antes de esta votación. Adelson ha sido uno de los grandes impulsores del traslado de la embajada de EEUU a Jerusalén.

Fundada en febrero pasado, la alianza centrista Azul y Blanco (por los colores de la bandera de Israel) se presenta como un partido renovador frente a la corrupción que salpica al primer ministro en funciones.  Junto a Gantz, también figura en sus filas el ex ministro de Finanzas Yair Lapid.

Azul y Blanco no pone grandes obstáculos a las pretensiones anexionistas de Netanyahu, porque en realidad también justifica la ocupación de territorios palestinos. Su gran baza es atacar a Netanyahu por su desgaste y por sus maneras corruptas, a la par que presentarse como la última esperanza de un Israel liberal y laico frente al peso del factor religioso.

El sistema político israelí, proporcional, hace muy difícil que ningún partido logre la mayoría de la Knésset, y fuerza las coaliciones. A su vez, hay una gran cantidad de formaciones políticas representadas en la Cámara y en los últimos años ha aumentado la relevancia de los partidos religiosos, unidos ahora en la coalición Yamina. Hay que superar el umbral del 3,25% de los votos para contar con representación parlamentaria.

En una entrevista con El Independiente, el cofundador de Breaking the Silence, una ONG que recopila testimonios de militares contra la ocupación, Yahul Shaul señalaba cómo en los últimos cinco años el gobierno de Netanyahu ha intensificado su acoso no solo contra los palestinos, sino también contra los disidentes, desde ONG a medios de comunicación.

Mientras la solución de los dos Estados es aceptada internacionalmente, el conflicto israelo-palestino se plantea en términos de justificar la ocupación o avanzar hacia la anexión. La Administración Trump ha anunciado que hará público un nuevo plan de paz después de estas elecciones.