En Dajla, la wilaya (provincia) más remota de los campamentos de refugiados saharauis, el Frente Polisario celebra desde este sábado su Congreso, un acontecimiento marcado por la continuidad de Brahim Ghali al frente de la organización, el intento hasta ahora frustrado de las nuevas generaciones de abrirse paso en la cúpula y el regreso a las armas en una guerra de baja intensidad contra Marruecos.

Las riendas del Polisario, la organización nacida en 1973 para luchar inicialmente contra el colonialismo español y más tarde contra la ocupación marroquí del territorio, seguirán en manos de Brahim Ghali, actual líder y cofundador del movimiento. A sus 73 años, Ghali carece del carisma de sus predecesores, El Uali Mustafá (1974-1976) y Mohamed Abdelaziz (1976-2016). Sobrevivió en 2021 a una afección de coronavirus que obligó a su tratamiento en España y cuya asistencia en un hospital público de La Rioja derivó en la crisis diplomática con Rabat y su uso de la migración ilegal como arma de presión.

Fuentes del grupo respaldado por Argelia reconocen que, pese a que la renovación del secretario general no esconde misterio alguno, los debates entre los delegados versarán sobre un tema central: el relevo generacional en la cúpula, abortado por una ley que exige a los aspirantes a liderarla una sólida experiencia castrense, de la que carecen los más jóvenes que crecieron en tiempos de tregua y la rama diplomática del Polisario.

De hecho, el congreso -el número dieciséis de la organización- está precedido de la renuncia de Oubi Bachir, hasta ahora embajador del Polisario en Bruselas y urdidor del golpe de efecto que supuso la anulación de los acuerdos pesquero y agrícola entre la Unión Europea y Marruecos dictada en septiembre de 2021 por el Tribunal General de la Unión Europea. "Discrepancias profundas con él sobre la visión y los métodos me obligaron a tomar esta difícil decisión", explicó Oubi en diciembre.

El diplomático, hasta ahora la principal promesa de los miembros más jóvenes de un buró político heredero de las dinámicas de la Guerra Fría, dará un paso atrás durante el Congreso de este fin de semana. El Independiente ha tratado sin éxito de recabar su testimonio. El trasfondo de la disputa podría estar en la decisión de Ghali de reanudar el conflicto armado en noviembre de 2020 tras más de tres décadas de alto el fuego, un retorno a las armas respaldado por la población más joven, cada vez más desesperada por el statu quo.

Un relevo bloqueado

El artículo 111 de la ley fundamental del Polisario exige que los candidatos a secretario general hayan participado en la guerra y tengan al menos 40 años de edad. Unos requisitos que, como indica Ruiz Miguel, abocan al Polisario a elegir como máximo líder a “alguien ciertamente experimentado, pero de edad avanzada”. “Por una paradoja de la Historia el Polisario que nació como un movimiento de los jóvenes contra los ancianos puede terminar asumiendo el modelo tradicional que confería a los ancianos las máximas responsabilidades”, alega. En la imagen, Brahim Ghali (derecha), en los campamentos de refugiados saharauis./ F.C.

Una narrativa bajo lupa

"Hay una juventud que lo que quiere es la lucha armada, como si eso fuera una vía viable", señala a este diario Bernabé López García, arabista español y experto en el conflicto que acaba de publicar "Sáhara, democracia y Marruecos, ¿Es posible una reconciliación?". "En el fondo, la vieja guardia teme que permitir el ascenso de los jóvenes conduzca a una deriva radical que le haga perder la imagen que vendió de que era un movimiento pacífico", subraya el académico.

En el fondo, la vieja guardia teme que permitir el ascenso de los jóvenes conduzca a una deriva radical

Según los datos proporcionados por la organización, tomarán parte en el Congreso unas 2.000 personas, entre "delegados e invitados nacionales y extranjeros". Avanzan que la cita se celebra "en una etapa decisiva de la lucha por la liberación, marcada por el fracaso de las Naciones Unidas en su plan de arreglo, especialmente después de la violación del alto el fuego por parte de Marruecos que ha obligado al pueblo saharaui, bajo la dirección del Polisario, a retomar la lucha armada".

A la elección de la nueva dirección política, liderada por Ghali, se suman otros desafíos. La agresiva política marroquí ha sumado nuevas adhesiones en el último año. La más destacada, la de España en su calidad de histórica potencia administradora del territorio. En marzo el Gobierno de Pedro Sánchez apostó por las tesis de la monarquía alauí sobre el plan de autonomía para el territorio ocupado. Desde entonces los contactos entre el Polisario y el Ejecutivo español se hallan rotos, reducidos a la asistencia humanitaria a unos campamentos donde existen enormes carencias.

Un soldado del Polisario, en la wilaya de Auserd. Gonzalo Casas

En una coyuntura, además, condicionada por las nuevas escaramuzas con Marruecos, muy limitadas. "Es que el discurso de algunos previo a 2020 sobre la vuelta a la guerra era delirante, cuando había que enfrentarse a un ejército muy armado y que está detrás de un muro. Esto no es el 1975", apunta Carlos Ruiz Miguel, autor de "El Frente Polisario, desde sus orígenes hasta la actualidad". A su juicio, no obstante, el retorno a la contienda ha sido "un acierto". "Cuando el Polisario regresa a la guerra, no estaba preparado, pero ha sido una medida que ha permitido la movilización de la población de los campamentos en un momento de máxima desmovilización", advierte.

Ruiz Miguel se muestra muy crítico precisamente con la retórica de la élite militar y política saharaui, que en sucesivas entrevistas con este diario han amenazado con preparar comandos que lancen ataques en el interior de los territorios ocupados o han especulado con la posibilidad de adquirir drones. "Los tienes o no; y los ataques no se anticipan, se hacen", desliza el académico de la Universidad de Santiago de Compostela. "En sus discursos, los dirigentes amenazan pero carecen de elementos para esa amenaza. No se pueden echar faroles".

Hoja de ruta

Desde la organización se insiste en que el Congreso servirá para trazar la hoja de ruta de un conflicto que camina hace el medio siglo de existencia, sin visos de resolverse, cada vez más enredado en las disputas que protagonizan Marruecos y Argelia y la realidad compleja del Sahel. "Se discutirán las mejores vías y estrategias para consolidar la resistencia y la consecución de su derecho inalienable a la autodeterminación y la independiente", esboza la invitación a la cita.

Habrá otros asuntos sobre la mesa. Desde el peso de la diplomacia saharaui en el organigrama a los desafíos de la administración interna de los campamentos, sin una estructura productiva y con una población juvenil que tiene como mayor aspiración la emigración hacia Europa. "En un momento crítico en Europa, con las revelaciones sobre la corrupción marroquí en el Parlamento Europeo, el Polisario sigue sin haber nombrado un delegado en Bruselas. En cuanto a la diplomacia, hay poca flexibilidad para lo que exige una situación como ésta", denuncia Ruiz Miguel.