Ni siquiera la guerra en Gaza, a punto de cumplir cuatro meses y con más de 26.700 muertos, ha hecho vacilar al establishment alemán y su apoyo incondicional a Israel, a prueba de cualquier circunstancia por grave que resulte. Un relación histórica y transversal en los partidos políticos germanos que es capaz de superar el más exigente de los escrutinos y que se cuenta entre las causas de la división que paraliza la Unión Europea y le resta protagonismo en la búsqueda de una solución al conflicto palestino-israelí.

“Cuando el canciller Olaf Scholz visitó a su homólogo Benjamín Netanyahu en octubre, el israelí le dijo: Hamás son los nuevos nazis. Resume la lógica de las relaciones germano-israelíes”, explica a El Independiente Daniel Marwecki, profesor de la Universidad Hong Kong y autor de Alemania e Israel: blanqueo y construcción del Estado. “Alemania apoya a Israel no sólo porque quiere ver destruido a Hamás (que lo quiere, dada la conexión con Irán, que a su vez apoya a Rusia). También lo respalda porque esto forma parte de la identidad nacional alemana posterior a Auschwitz. ¿Cómo podría Alemania decir no a la lucha contra los nazis? Las vidas palestinas no importan mucho en este contexto”, agrega.

El enésimo capítulo del conflicto entre palestinos e israelíes -con 75 años de historia- ha mostrado con cristalina transparencia el alineamiento total de Berlín con Tel Aviv, lo que ha llevado incluso al debate de si esa lealtad sin fisuras estaba atentando contra las libertades públicas en el país. En Berlín se han restringido las autorizaciones para organizar manifestaciones en solidaridad con el pueblo palestino y se ha prohibido el cántico “Del río al mar, Palestina será libre” por supuestamente negar la existencia de Israel. Desde hace cuatro años, el código penal alemán tipifica como una ofensa la quema o destrucción de enseñas nacionales.

El estado de Sajonia-Anhalt anunció en diciembre que los solicitantes de nacionalidad tendrían que comprometerse por escrito con el "derecho a existir" de Israel o se enfrentarían a la denegación de la ciudadanía alemana. Una sucesión de acciones que ha sembrado la alerta entre organizaciones como Human Rights Watch (HRW). A su juicio, las autoridades alemanas "deberían evitar las restricciones a las protestas a menos que sean absolutamente necesarias". “Criminalizar o prohibir símbolos palestinos en general es una respuesta discriminatoria y desproporcionada”, advirtió la organización. En 2019 el Bundestag alemán aprobó una moción tachando de antisemita al movimiento no violento antiisraelí Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS). El pasado noviembre el ministerio del Interior alemán prohibió Samidoun, la Red de Solidaridad con los Prisioneros Palestinos, por sus presuntos vínculos con Hamás.

“Nunca más Auschwitz”

Detrás de esta férrea defensa de Israel se halla, en primer lugar, los traumas de un pasado no resuelto. “Obviamente  tiene que ver con el pasado nazi y el sentido alemán de responsabilidad por el Holocausto”, explica a este diario Hans Kundnani, investigador del think tank británico Chatham House y autor de Eurowhiteness: Cultura, Imperio y Raza en el Proyecto Europeo. “Aunque es más complicado que eso porque Alemania no siempre fue así. Lo que ha ocurrido en los últimos 25 años es que Alemania ha retrocedido en términos de su comprensión de las lecciones del pasado nazi y en particular del Holocausto. Hay una frase que dice 'Nunca más Auschwitz'. Y eso ha sido una especie de principio central en la política exterior alemana durante algún tiempo”.

La élite política germana ha convertido a Israel -un Estado establecido en 1948, apenas tres años después del fin de nazismo y sus monstruos- en su Staatsräson (“razón de Estado”, en alemán), un mantra acuñado por primera vez por el ex embajador de Alemania en Israel, Rudolf Dreßler, hace dos décadas. A juicio de Kundnani, el alineamiento total con Israel hunde sus raíces en la guerra de Kosovo en 1999. “Entonces se produjo un gran debate en Alemania entre el 'Nunca más Auschwitz' y el 'Nunca más la guerra', que dio lugar a una cierta tendencia pacifista, en particular entre los Verdes. Durante la guerra de Kosovo Joschka Fischer, entonces ministro de Asuntos Exteriores de Alemania y adscrito a los Verdes, logró convencer al pueblo alemán de que el principio de 'Nunca más Auschwitz' debía tener prevalencia sobre el principio de 'Nunca más la guerra'”.

Por aquel entonces el paradigma sirvió para justificar la intervención militar de la OTAN contra Serbia. “Era una idea que llevaba implícita que Alemania tenía una responsabilidad especial para tratar de prevenir genocidios en cualquier parte del mundo. Lo que ha sucedido en las últimas dos décadas es que ese principio ha desaparecido. La clase política alemana ha pasado de pensar que eso se aplica a toda la humanidad a que sólo se aplica a Israel. Es lo que explica que ahora, con Annalena Baerbock, una ministra de Exteriores de los Verdes al frente, Alemania se posicione en contra de un alto el fuego en Gaza. El 'Nunca más Auschwitz' solo sirve para los israelíes”.

La clase política alemana ha pasado de pensar que el 'Nunca más Auschwitz' se aplica a toda la humanidad a pensar que sólo se aplica a Israel

Hans Kundnani, investigador del think tank británico Chatham House

Prohibido criticar a Israel

Otro de los momentos clave de esa simbiosis de Berlín con Tel Aviv es 2008. “Aquel año Angela Merkel pronuncia un discurso en el parlamento israelí Knesset y dice que la seguridad israelí es una razón de Estado para Alemania. Fue un momento crucial. Hoy vemos el desastroso legado de Merkel en política exterior, no solo en China o Rusia sino también con Israel en un momento en el que el país se derechizaba, con una expansión de los asentamientos que ha socavado la solución de los dos Estados”.

Alemania es incapaz de criticar al gobierno israelí de extrema derecha incluso cuando está exterminando y expulsando a toda la población de Gaza

Alemania -gobernada por la apodada coalición semáforo de socialdemócratas, liberales y verdes- calla incluso cuando, más allá de los debates simplistas, ministros ultraderechistas israelíes hablan abiertamente de la deportación de la población gazatí sometida a bombardeos indiscriminados y continuos. “Alemania es completamente incapaz de criticar al gobierno israelí de extrema derecha incluso cuando están exterminando y expulsando a toda la población de Gaza. Lo que ha cambiado no es tanto Alemania como un Israel capaz de hacer cosas bastante extremas”, subraya Kundnani.

Uno de los elementos más llamativos de esta defensa cerrada de Israel es su naturaleza común a lo largo y ancho del espectro político alemán. “No hay grandes diferencias en la clase política germana. Los Verdes alemanes tienen posicionamientos más cercanos a los neoconservadores que a las posturas del resto de partidos verdes de Europa”, advierte Kundnani. “En los últimos meses Scholtz ha repetido lo que dijo Merkel”, apostilla. En octubre el canciller reafirmó su posición durante su visita a Tel Aviv: “Como dije la semana pasada en el Bundestag, en tiempos difíciles, Alemania sólo tiene un lugar, y está junto a Israel. (…) Es muy importante decir esto hoy aquí en estos momentos difíciles en Israel: La historia de Alemania y la responsabilidad que tuvo en el Holocausto nos obliga a mantener la seguridad y la existencia de Israel”.

División en Bruselas

La posición de Alemania, secundada por Austria y antagónica a la que mantienen España y Bélgica, ha conducido a la parálisis de la UE a pesar de los esfuerzos del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, por relanzar la resolución del conflicto a partir de la vía de los dos Estados. El español ha censurado desde octubre los intentos de perseguir cualquier crítica a Israel mientras el establishment alemán evitaba la más leve reprobación al Estado judío. “Debería ser posible criticar la política del Gobierno de Israel, porque los gobiernos de cualquier país pueden ser objeto de crítica, sin que por eso tengas que verte acusado de querer mal a los judíos, no confundamos las cosas”, indicó Borrell en noviembre en un pleno del Parlamento Europeo.

Lo extraordinario es que casi no hay debate, en parte, porque los medios de comunicación alemanes se niegan a albergar voces disidentes

La absoluta falta de equidistancia alemana ha provocado tensiones con la población de origen árabe. Alemania cuenta con la mayor diáspora palestina de Europa, alrededor de 300.000 personas. “Ahora mismo no hay lugar para el equilibrio. Esto también resulta irónico, dado que Alemania ha sido un importante apoyo financiero para la Autoridad Palestina en Cisjordania. Pero en tiempos de crisis y guerra, todas las fuerzas y voces palestinas que no son Hamás caen en el olvido”; denuncia Marwecki. “Especialmente en los últimos años, hemos asistido a una lucha política interna entre los partidarios de la 'Staatsräson' -el apoyo a Israel- y los que proponen una perspectiva más 'poscolonial' y orientada al sur global, que naturalmente incluye a los palestinos. El bando 'Staatsräson' ha ganado decisivamente esta batalla política interna”, agrega.

La homogeneidad de la élite política germana contrasta con una realidad social más plural, alejada de maniqueísmos. Según un sondeo realizado en enero por la cadena pública alemana ZDF, el 61% de los encuestados no consideraba justificada la campaña militar de Israel en Gaza. Y a pesar de esas cifras, el debate público ha sido hasta ahora escaso. “Lo extraordinario es que casi no hay debate, en parte, porque los medios de comunicación alemanes se niegan a albergar voces disidentes. El tipo de artículos que se ven en la prensa británica, estadounidense o española no se encuentran en la alemana. Ni siquiera se publican artículos de judíos críticos con Israel como la pensadora Judith Butler".

El "doble rasero" europeo

El posicionamiento de Alemania y su influencia en el seno de la UE ha alimentado la percepción del doble rasero con el que la opinión pública árabe observa la resonancia internacional del conflicto en Gaza. En los primeros compases de la operación militar israelí, con el shock del ataque de Hamás que se cobró cerca de 1.200 vidas en Israel, la veloz visita de la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen a Israel suscitó enormes críticas.

El periplo acabó siendo cuestionado por los propios funcionarios europeos y su presencia desautorizada. “Ursula von der Leyen tiene una opinión muy alemana sobre la guerra entre Hamás e Israel. Si bien condena los bombardeos rusos de ciudades ucranianas, no tiene ningún problema con los bombardeos sobre Gaza. Esto parece ser más una agenda personal que no se discute con los Estados miembros. España y Bélgica divergen mucho de la posición alemana. Austria o Hungría son aún más pro-Israel. No cabe esperar unidad”, alerta Marwecki.

Ursula von der Leyen y Roberta Metsola durante su visita a Israel en octubre.

Alemania ha tratado de imponer su punto de vista al resto de la UE

“El doble rasero europeo no es nada nuevo, aunque en este momento sea un poco flagrante. Esto se debe también a que el ministerio de Asuntos Exteriores alemán profesa a bombo y platillo seguir una política exterior 'basada en valores'. Cualesquiera que sean estos valores, no están en sintonía con lo que mucha gente fuera de Europa parece pensar. Sin embargo, evitaría convertir esto en una cuestión de Occidente contra el sur global, dado que India -el país más poblado del mundo- apoya a Israel en esta guerra. Tal vez si Alemania volviera a un lenguaje duro de geopolítica, los dobles raseros desaparecerían. Pero esto iría en contra de la identidad liberal europea. También daría bastante miedo”, añade Marwecki.

En opinión de Kundnani, el conflicto palestino-israelí ha sido un factor divisorio en la política exterior europea, pero los últimos acontecimientos han mostrado “una fractura mayor”. “Alemania ha tratado de imponer su punto de vista al resto de la UE, incluida la visita de Von der Leyen. Luego hemos visto cómo Borrell, respondiendo a la posición de un socialista español, ha aportado un punto de vista muy diferente”. En el fondo, también subyace otro debate de mayor magnitud: cómo Alemania trata de imponer sus paradigmas en la UE, desde la política económica a la gestión colectiva de la memoria del continente.

“La memoria alemana del Holocausto se convierte en una especie de carga a nivel europeo. Alemania básicamente anima a los europeos a recordar el Holocausto del mismo modo que lo hace Alemania. Es una especie de modelo para lo que se convierte en la memoria europea del Holocausto. Y lo hacen con bastante éxito”, arguye Kundnani. “A otros europeos les pareció bien porque también reconocen la responsabilidad en el Holocausto, pero difieren en la cuestión palestino-israelí y no se sienten cómodos con la idea de apoyar a un gobierno israelí de extrema derecha mientras expulsa y extermina a la población de Gaza”, concluye.