Caceroladas y manifestaciones cada vez más numerosas que resisten la fatiga del tiempo. Cuando la guerra en la Franja palestina de Gaza entra en su sexto mes, el régimen marroquí se enfrenta a una oleada de indignación popular que representa un desafío a la propia Casa Real alauí y a una normalización con Israel, extremadamente rentable para la élite política y empresarial marroquí, cuya ruptura exige ruidosamente la calle.

Y mientras miles de súbditos siguen exigiendo en Casablanca, Rabat y otras ciudades del reino quebrar los lazos con Tel Aviv inaugurados oficialmente a finales de 2020, palacio continúa haciendo negocios. Según reveló este miércoles el diario marroquí Ledesk, las princesas Lalla Hasnaa y Lalla Asmae, hermanas de Mohamed VI, han ampliado su colaboración financiera con Selina, un grupo hotelero de capital israelí.

La sucesión de protestas está convocada por el bautizado como Frente Marroquí en apoyo a Palestina y contra la normalización y pide directamente el fin de los lazos con Israel. En 2020 Marruecos normalizó relaciones con Israel en los conocidos como Acuerdos de Abraham que también firmaron Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Sudán con la mediación de la administración estadounidense de Donald Trump. Desde entonces las autoridades marroquíes se han convertido en un estrecho aliado de Israel entre los países árabes, con la participación del ejército magrebí en ejercicios militares israelíes o las visitas recíprocas de delegaciones de funcionarios de ambos países.

Gritos de traición contra el establishment

"Los manifestantes corean acusaciones de traición contra los gobernantes, pero hacen todo lo posible para evitar la confrontación con la policía. Y los gobernantes continúan todos sus negocios con los israelíes, pero intentan que su comunicación resulte menos ofensiva", explica a El Independiente el economista Fouad Abdelmoumni, un conocido activista de derechos humanos marroquí. "Las protestas son bastante numerosas en todo el país y sostenidas en el tiempo, pero todavía bastante suaves", admite.

Los gobernantes israelíes continúan todos sus negocios con los israelíes

Hasta ahora el establishment marroquí ha tratado de sortear el debate público de la operación militar israelí en Gaza, que se ha cobrado ya más de 30.000 vidas y reducido a escombros la Franja palestina. El ministro de Exteriores marroquí Naser Burita ha rebajado al mínimo sus declaraciones y, cada vez más presionado por la contestación interna, hace apenas una semana se unió a las llamadas para un alto el fuego en Gaza. "Ante el recrudecimiento de las operaciones militares y el deterioro de la situación humanitaria en la Franja de Gaza, el Reino de Marruecos reafirma sus posiciones coherentes e insta al cese inmediato, total y duradero de la agresión israelí sobre Gaza", declaró.

Durante el pasado fin de semana decenas de miles de marroquíes tomaron las calles reclamando volar todos los puentes con Israel, cuando el bloqueo del Gobierno de Benjamín Netanyahu ha exacerbado la hambruna en Gaza y se registran los primeros casos de fallecimientos de menores por desnutrición. Los impulsores de las movilizaciones, organizados en torno a la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, denuncian que Rabat se resiste a sacrificar las relaciones con Tel Aviv. Según fuentes israelíes, el comercio entre ambos países se ha reducido un 60% en 2024 tras dispararse un 128% en 2022.

Silencio en palacio real

El silencio de las autoridades también alcanza a Mohamed VI. El rey alauí tardó 53 días en romper su silencio sobre los acontecimientos en Gaza, cuando sus súbditos denunciaban desde hacía semanas en las calles el "genocidio" en territorio palestino. El monarca habló vía comunicado "las flagrantes violaciones" cometidas por Israel en su ofensiva militar. "Las represalias militares israelíes en Gaza han puesto en evidencia violaciones flagrantes de los dispositivos del derecho internacional", estableció.

Su mutismo -para algunos, justificado por décadas de relación oficiosa de palacio con Israel- se ha convertido junto a sus prolongadas ausencias en objeto de crítica por la disidencia local. “No entiendo el silencio de Mohamed VI. Por ser el príncipe de los creyentes [Amir al Mu'minin, en árabe] tiene que romper sus relaciones con Israel. Es una obligación religiosa que él tiene”, denunció en una entrevista a este diario Mohamed Ziane, un ex ministro de 81 que se halla desde hace año y medio en prisión por sus dardos contra la Casa Real. “El Papa Francisco tiene declaraciones más serias que él, que es el emir de los creyentes del Islam”, añadió. “Él sabrá por qué no habla públicamente. Entiendo que es por la misma razón por la que Pedro Sánchez en España no puede hablar sobre Marruecos y decir la verdad. Es lo que sucede cuando hay presiones”.

Para Abdelmoumni, observador de la delicada coyuntura de Marruecos, la creciente demanda popular contra la normalización con Israel es un ingrediente más de un cóctel ya de por sí explosivo. "Diría que es un factor de riesgo entre muchos otros, como la destrucción de empleo, la concentración de la riqueza, la inflación, la corrupción y el mal uso del poder político para el enriquecimiento ilícito, las vacantes en la jefatura del Estado el descrédito de las instituciones y de las élites", enumera. Una retahíla que añade incertidumbre al porvenir del país vecino. "Nunca se sabe cuándo y cómo una conjunción de diferentes factores de riesgo desbaratará el juego político", concluye el opositor.

Un relación de décadas

La cooperación entre Marruecos e Israel no es nueva a pesar del reciente establecimiento de relaciones oficiales entre ambos países. Hasán II se sirvió de la experiencia israelí para la construcción del muro de 2.720 kilómetros que separa los territorios del Sáhara ocupados por Rabat y los liberados por el Frente Polisario. Y a cambio Rabat espió las reuniones de la Liga Árabe al servicio de Tel Aviv. El pasado julio la Casa Real marroquí ventiló una carta de Netanyahu en el que reconocía la soberanía marroquí sobre el territorio en disputa del Sáhara Occidental, antigua colonia española y considerada por la ONU como "territorio no autónomo" pendiente de descolonización. Ahora las imágenes de violencia que llegan de Israel y la fronteriza Gaza colocan al régimen alauí en una complicada tesitura.