El mundo desayunó este sábado con el ataque de milicias de Gaza (Palestina) al territorio israelí próximo.  No es una sorpresa que haya un ataque de los palestinos a israelíes o de israelíes a palestinos, precedidos de otros incidentes. Aparentemente, éste ha cogido desprevenido a los servicios de  de inteligencia israelíes.

Leemos y escuchamos el rechazo y la condena de este ataque calificado como terrorista por la Comunidad Internacional, eufemismo de la UE y Estados Unidos. Si se quiere el Cuarteto, los anteriores más Rusia y la jerarquía burocrática de las Naciones Unidas. Pero vamos a ir un poco más allá del titular aislado de que los terroristas de Hamás atacan y matan a personas civiles y a algún soldado israelí.

Gaza sufre desde 2007 un declarado bloqueo impuesto por Israel y respetado por Egipto y la Comunidad Internacional 

Gaza tiene 365 kilómetros cuadrados de superficie y en ella malviven cerca de 2,1 millones de personas, de las que más del 70 por ciento son refugiados palestinos expulsados de sus hogares y tierras, por el naciente Estado de Israel en 1948.

Gaza sufre un declarado bloqueo impuesto por Israel y respetado por Egipto y la Comunidad Internacional desde 2007. Antes de ese año, en el que Hamás ganó las elecciones democráticas, Gaza sobrevivía con bloqueos intermitentes.

Ahora, este ataque de las milicias gazatíes a Israel ha sido rechazado por esa misma Comunidad Internacional que permite la ocupación y colonización israelí sobre toda Palestina, incluyendo Gaza. Los palestinos han sido despojados de sus tierras desde décadas. Se queman o se invaden sus campos. Se les restringe el uso del agua en sus cultivos. Sufren bloqueo, no pueden pescar, sufren falta de asistencia médica porque se niega a  las ONG asistir a la población palestina. Sufren continuas humillaciones.

Hace unos días, la asociación pacifista israelí Btselem denunciaba que la política de pogromo y transferencia de población palestina se estaba incrementando en Cisjordania durante el actual gobierno de Netanyahu. Actuando en alianza, los colonos, el ejército e incluso el Tribunal Supremo israelí consiguen desplazar a pobladores palestinos, incluyendo a palestinos israelíes de sus hogares. Se pretende hacerles la vida imposible para confinarles en los bantustanes administrados powr la ‘Autoridad Palestina’. Las razzias contra propiedades palestinas o los múltiples asaltos contra los fieles de la mezquita de Al Aqsa son cosa corriente. En mi último viaje a Jerusalén, en agosto de este año, en tres días, se sucedieron dos marchas de fundamentalistas israelíes, no circunscritos a colonos, con resguardo de las fuerzas de ocupación israelí.

Israel quiere ocupar toda la Palestina histórica. No sólo es cuestión de ‘colonos’. Está en la naturaleza del Estado de Israel y de la ideología sionista. El desplazar, el hacer la vida imposible, el volver a los palestinos a la edad de piedra, el planificar su pobreza y esquilmar sus recursos hasta que se vayan o rindan es la estrategia del movimiento sionista que no quiere aceptar que en Palestina existen y quieren seguir viviendo, con todos los derechos, los palestinos. 

Es cierto, hay palestinos que, con impotencia, desearían expulsar a todos los israelíes que están usurpando la tierra de sus mayores, sin entender que hay ya generaciones de israelíes circunstancialmente nacidos en un Estado con leyes supremacistas, pero con otro derecho de poder vivir en paz. Pero no una paz cualquiera, de supremacistas y colonos. 

La Comunidad Internacional es cómplice con el Estado ocupante y colonizador israelí. Combate a Hamás considerándola terrorista, por no reconocer a Israel

La Comunidad Internacional es cómplice con el Estado ocupante y colonizador israelí. Combate a Hamás considerándola terrorista, por no reconocer a Israel, entender que le ampara el derecho a la resistencia armada y no aceptar los Acuerdos de Oslo. 

Pero Israel no reconoce al Estado Palestino, practica la violencia todos los días e incumple los Acuerdos de Oslo (que señalaban la posibilidad de un Estado Palestino, alrededor de 1999, con Jerusalén Este como capital palestina y un acuerdo sobre la situación de los refugiados) y desde el mismo día de los Acuerdos ha seguido estableciendo colonias y expropiando tierras a los palestinos. Y la Comunidad Internacional no declara a Israel como Estado fallido y terrorista. Al revés, le abre la puerta a la OCDE, FIFA y Eurovisión. Es socio preferente, junto con el ocupante Marruecos, de la Unión Europea, y participa en maniobras militares con los países de la OTAN.

La UE tiene una misión en el puesto fronterizo de Rafah en Gaza, sin actividad. La UE tiene un Acuerdo de libre comercio con Israel, al que no pueden acogerse los productos procedentes de las colonias de los Territorios Ocupados palestinos o los anexados sin ningún problema Altos del Golán sirios, pero no ejerce aduaneramente a su control, ni  carga arancelaria. Debiera prohibir su comercio, que sería lo lógico, y sancionar a Israel como lo hace con otro invasor como Rusia. Pero tener la misma vara de medida no está contemplada. Las empresas europeas, incluyendo las españolas, que facilitan la ocupación y colonización como CAF o, recientemente COMSA, no tienen trabas en sus negocios a pesar de existir la ley de contratos públicos para sancionar a empresas que realizan malas prácticas.

A los palestinos, les abandonan ciertos regímenes árabes. La Declaración de Beirut, propuesta por los saudíes, de reconocimiento colectivo árabe a Israel a cambio de un Estado Palestino en las fronteras de 1967, no se defiende por esos mismos regímenes árabes.

¿Y actuar pacíficamente? Podría ser una posibilidad que moralmente apoyaríamos. Algunos.

En el año 2018 hubo grandes manifestaciones de palestinos gazatíes en la frontera con Israel, la Gran Marcha por el Retorno. Fueron ametrallados. Francotiradores israelíes, impunemente, apostaron por cercenar miembros y la invalidez de muchos jóvenes. No se calificó al ejército israelí de terrorista. Todo siguió igual. Para Israel. Los palestinos vieron la falta de medidas contra Israel de esa Comunidad Internacional. Como en la Infifada de las piedras.

La colonización continúa. Las expropiaciones están al orden del día. El derribo de casas (o las quemas, por parte de colonos) están permitidas y consentidas por las leyes israelíes. Las empresas y sus directivos se lucran con la ocupación.

¿Qué podemos hacer para parar la sangre y la ocupación? Hay vías, hay caminos

Apoyar el desbloqueo de Gaza, por tierra, mar y aire, incluyendo los yacimientos de gas de Gaza, chupados aparentemente desde explotaciones israelíes

El pasado 20 de septiembre, la Plataforma por el Reconocimiento del Estado Palestino logró la firma de muchos partidos para que España reconociera a Palestina, más allá de la complicidad de otros países con Israel y la ocupación, PSOE, SUMAR, ERC, BNG,…junto a los sindicatos CCOO, UGT, USO,… Están emplazados a ser coherentes.

Parar el comercio con las colonias. El Tratado de la UE lo permite. Sancionar a las empresas que actúan al servicio de la colonización israelí. Sí como en la Sudáfrica del apartheid.

No comerciar con armas, ni tener acuerdos securitarios con Pegasus.

Apoyar el desbloqueo de Gaza, por tierra, mar y aire, incluyendo los yacimientos de gas de Gaza, chupados aparentemente desde explotaciones israelíes.

En definitiva, abrir a los palestinos una luz vital de esperanza.

Con los israelíes, cooperar en la política de cohesión e integración ciudadana. Ayudar en la revisión de la legislación, evitando el supremacismo, buscando una narrativa común y no excluyente como se hace ahora, ayudando a ver al ‘otro’ y sus derechos de igualdad ciudadana.

Se normaliza la ocupación y colonización, la desposesión y los muertos palestinos que periódicamente suceden en cualquier lugar. Las víctimas palestinas, por lo visto, no cuentan

Ahora, serán unos cientos o miles de muertos y, quizá, sigamos no queriendo asumir nuestra cuota de responsabilidad y complicidad con la ocupación. Motivo primero y último de los estallidos periódicos de violencia extrema.

Se informa a la población internacional, exclusivamente, desde el  punto de vista del ocupante israelí. Se normaliza la ocupación y colonización, la desposesión y los muertos palestinos que periódicamente suceden en cualquier lugar. Las víctimas palestinas, por lo visto, no cuentan. 

Mientras haya dos medidas, incluso para calificar el sufrimiento, poco se avanzará. Los palestinos no quieren ser víctimas, seguirán rebelándose. Son malas víctimas ya que no aceptan sufrir sin resistir. Y la Comunidad Internacional, España, tendría que ayudar a buscar un camino de implantación del derecho internacional y convivencia, incluso de sanción al ocupante. Lo otro, el escandalizarse por un estallido de violencia, sin haber intentado cambiar los parámetros de la ocupación y colonización, es cinismo y complicidad con la situación actual.


Santiago González Vallejo es miembro del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe