La mayoría de los ciudadanos (un 57 %, según la encuesta de DYM) quiere que se convoquen ya elecciones anticipadas. El veredicto sobre el Gobierno es negativo y empiezan a vislumbrarse nubarrones en el panorama económico. La inestabilidad, fruto de su escaso apoyo parlamentario, no ayuda al presidente Sánchez a consolidarse y le obliga a gobernar pendiente de los apoyos de Podemos y los independentistas.

Parece lógico que los españoles quieran un poco más de tranquilidad. Sin embargo, si hoy se celebraran elecciones las cosas no cambiarían mucho. Ganaría el PSOE con un 26,5 % del voto, seguido de PP (23,4 %) y Ciudadanos (22,7 %), mientras que Podemos quedaría relegado a una alejada cuarta plaza (16,2 %). Aunque el bloque de centro derecha (PP+Cs) obtendría un 46,1 % frente a un 42,7 % de la izquierda (PSOE+Podemos), la mayor capacidad para llegar a acuerdos de estos partidos con otros grupos (fundamentalmente los independentistas) podría propiciar otro gobierno de izquierda, aunque, eso sí, con un PSOE más sólido y con un respaldo cercano a los 110 escaños.

Habría otra posibilidad que no haría necesarios a los independentistas para gobernar, que sería un acuerdo de PSOE y Ciudadanos, que sumados obtendrían mayoría casi absoluta en porcentaje (49,2 %) pero absoluta en escaños. Lo que ocurre es que, en estos momentos, tras el enfrentamiento entre Pedro Sánchez y Albert Rivera a cuenta de la tesis doctoral del presidente, no parece muy probable que se dé esa hipotética coalición de centro izquierda. Lejos quedan los tiempos del 'pacto del abrazo'.

Mientras que Sánchez se ha consolidado como líder hegemónico de la izquierda, al PP de Casado le pisa los talones Cs: Rivera se ha adueñado del centro político

Es verdad que esa posibilidad se barajó en Moncloa como una opción incluso deseable hasta poco antes de la bronca por el supuesto plagio, pero ahora el asunto no está sobre la mesa. Aunque, en política, nunca se puede decir de este agua no beberé.

A pesar de que los bloques ideológicos se mantienen estables (con una tendencia al alza del centro derecha), lo que sí ha cambiado respecto a las últimas elecciones generales es el peso de los distintos actores en cada uno de esos bloques. Así, mientras que el PSOE consigue distanciarse claramente de Podemos (si en los comicios del 26-J el PSOE sólo le sacó 1,5 puntos a Podemos, ahora le sacaría más de 10 puntos), en el bloque de centro derecha ha sido Ciudadanos el partido que le ha comido terreno al PP (le sacó 12 puntos en los comicios de 2016 y ahora sólo le superaría en 0,7 puntos).

Éste es el elemento más relevante de la actual situación política: la recobrada hegemonía del PSOE en la izquierda, y el práctico empate técnico entre PP y Ciudadanos en el centro derecha.

Esa transformación del espectro político tiene que ver en gran medida con el liderazgo. Mientras que Sánchez se ha asentado con firmeza en el PSOE, sobre todo a partir de la moción de censura, Pablo Iglesias se ha ido diluyendo, muy tocado por las luchas intestinas en Podemos y por algunas decisiones personales que han mermado su imagen pública (compra del chalé, apartamiento durante meses de la vida pública por paternidad, etc.) En la derecha, por contra, Casado no ha logrado aún consolidar su liderazgo entre sus votantes (que, sorprendentemente, valoran más a Albert Rivera).

El presidente de Ciudadanos sigue siendo el político más valorado por los españoles, ahora empatado con el presidente del Gobierno, lo que le permite a su partido avanzar posiciones en detrimento del PP.

La gran preocupación para Casado debería ser la percepción que los electores tienen de él, ya que le sitúan claramente en el espectro de la derecha, mientras que el granero de votos del centro es ocupado de forma mayoritaria por Ciudadanos y, en menor medida, por el PSOE.

El giro de Casado a la derecha pensando en recuperar votos que se están yendo hacia Vox está dañando su imagen entre los electores más liberales y moderados

Casado puede haber girado el rumbo a la derecha pensando en recuperar votos que se están yendo desde el PP hacia Vox (partido que podría lograr un escaño), pero ese movimiento táctico está dañando su imagen entre los electores moderados y más liberales. Hoy por hoy, Rivera se ha hecho dueño del centro.

Otro de los problemas que tiene que resolver el líder del PP es el cierre definitivo del asunto de su máster. Es verdad que la posición de la Fiscalía del Supremo, pidiendo el archivo de la causa, le ha dado un extraordinario espaldarazo, pero, como muestra la encuesta publicada por El Independiente y Prensa Ibérica, nada menos que un 82% de los ciudadanos es partidario de que haga públicos sus trabajos. Si no lo hace, este asunto, aún sin trascendencia penal, será para él como una china en el zapato, un caso molesto que sus contrincantes no dejarán nunca de recordarle.

Casado tiene mucho que mejorar y poco margen para hacerlo. Cuenta con algunos factores a su favor: juventud, ningún lastre por asuntos de corrupción y, sobre todo, un apoyo decidido de su partido. Pero no tiene tiempo. Durante los próximos meses va a vivir en una continua carrera electoral. Si logra sobrevivir con cierto éxito a esa dura prueba habrá consolidado su liderazgo. Si no....