A Podemos ya sólo le queda el humor. No es mal refugio cuando ya no se tienen ni políticas ni líderes. No tienen líderes porque su familia cesariona, los Iglesias, sólo se aparecen discontinuamente, como personajes que hiciera en realidad José Mota, para decir un gag y volver al chalé, a la meditación con velas aromáticas o algún estuche de ventrílocuo o de acordeón. De tanta gente de la que venían, de ese movimiento transversal y de abajo arriba, de ese chachachá de pueblo puro y cabreado, se han quedado en el patriarca que lo inventó todo más su santa señora, como un matrimonio dueño de una tienda de artículos religiosos, mientras los demás se apartan, se rebelan o se limitan a bajarse suavemente del tranvía de antiguos que es lo suyo.
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