Nos jugamos muchas cosas importantes hoy, pero una sobre todas las demás. Porque algunas de ellas podrían ser reversibles si el gobierno que salga de estas elecciones, una vez alcanzados los pactos obligados, toma decisiones que no son del agrado de la mayoría de los ciudadanos y en los siguientes comicios un nuevo Ejecutivo decide derogar las leyes que conformaron legalmente esa decisión. Eso pasó, por ejemplo, cuando el recién llegado gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero derogó en 2004 de un plumazo el Plan Hidrológico Nacional y el trasvase del Ebro en una decisión que constituyó un error en toda la línea, error del que no nos hemos repuesto hasta ahora.

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