Pablo Casado se ha debatido tras el 10-N entre dos opciones: ofrecer un acuerdo a Pedro Sánchez condicionado a la ruptura con Podemos, que dejaría a los independentistas de ERC fuera de juego; o bien, negarle al presidente en funciones el pan y la sal, permitiendo la formación de una nueva versión del gobierno Frankenstein para posicionar al PP como la única y real alternativa en unas futuras elecciones.

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