Es Navidad, toda la infancia cabe en un calcetín y Torra se ha pedido Valencia, Baleares y quizá todo un Mediterráneo homérico y latonado para sus Países Catalanes, como el que se pide la colección entera de Pin y Pon. Son días de escribir cosas con ebriedad de niño, de vino quinado y bizcocho borracho, o ebriedad de emigrante, de pasodoble y empanada. Torra quiso unirlo todo en un tuit, la Navidad de vaho en el ventanuco, la morriña de la peladilla, un cristianismo merovingio, una patria con escritura glagolítica y la reivindicación nacionalista, todo con aroma de moscatel. “El Canto de la Sibila se oirá esta noche en los Países Catalanes. Feliz Navidad”, decía. El tuit también contenía estos versos que están entre la cantata legionaria y el mal de ojo: “El día del Juicio, aparecerá quien haya hecho servicio. Jesucristo, Rey Universal, hombre y verdadero Dios eterno, del cielo vendrá para juzgar y a cada uno lo justo dará”. O algo así (la traducción la hemos hecho entre amigos de catalán en la intimidad).

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