El Gobierno sigue guiado como siempre por la Ciencia, señora atómica y mayúscula que ellos pronuncian con veneración y fuerza, como si fuera una mezcla de Pitita Ridruejo y Afrodita A. Lo de la nueva manera de hacer las ruedas de prensa por videoconferencia también ha sido Ciencia pura, algo tan científico que parecía de estación espacial rusa. Lo que ocurre es que aquí no sabemos cómo funciona la Ciencia, al menos la Ciencia pobre como la nuestra, esa Ciencia un poco soviética de astronautas con parches como nuestros médicos con parches. Queremos que las videoconferencias salgan sin más y que el virus se vaya sin más, pero la Ciencia, como nos insisten mucho el Gobierno y sus sabios, no funciona así. La Ciencia es adaptación, es ensayo y error, es inspiración de ventanuco o de manzano, y es tiempo para sacarle punta al lápiz y para que llegue por correo un relé o una carta de Leibniz. El científico es como el fontanero, insondable, repentino y con su propia métrica espaciotemporal, como la de Alcubierre.

Aquí, la Ciencia lucha contra el coronavirus con tranca en la puerta y agua bendita en los hospitales, pero es sólo mientras piensa otra cosa o no tiene a mano otra cosa. Igual, la Ciencia monta estas videoconferencias que parecen esas nochebuenas de Skype que tenemos ahora todos con la familia, en un caos de soperas acarreadas y de conversaciones como villancicos mal cantados en coro. Pero es que estamos aún en las primeras fases de las ruedas de prensa por videoconferencia. Nos encontramos en un escenario cambiante, que diría Fernando Simón con ganas de rascarse la cabeza. Es decir, que lo mismo mañana no está conectado nadie de consalud.es, o de una televisión de Alicante, o de 13 TV. Lo mismo mañana no sale nadie diciendo a micrófono abierto “yo no tengo la culpa de que usted no tenga estudios y se haya tenido que meter a policía”, y ya todo lo que la Ciencia tenga pensado para el wifi o la sensibilidad del micrófono no sirve. Es muy fácil criticar a posteriori, decir que hasta una reunión de cantantes malasañeros, lacios con guitarrita y glorias de la Movida con los pies en un balde de botellines montan por Skype una versión de Resistiré y sale mejor que esa rueda de prensa. Pero hay que hacer las cosas con rigor, respetando lo que dicen los expertos. Y eso lleva su tiempo, sus pasos, su método científico que no tiene por qué ser el de Alejandro Sanz montando un rengue en las redes.

Esa rueda de prensa podía parecer montada por el cuñado informático, y además se diría que les había tocado conectarse a una clase de primaria

Sánchez estará a punto de constituir el comité científico para videoconferencias desde la Moncloa, que si lo piensan bien es como lanzar un Sputnik entre gente de letras, y por tanto no es ninguna tontería. Se trata de algo nuevo y la Ciencia tiene que canalizarse, organizarse, jerarquizarse e ir adaptándose ante el reto. El mismo Ábalos, al que se le ve más enfadado que a Simón porque la gente no entiende cómo es la Ciencia, cómo funciona la Ciencia con su lentitud y su delicadeza de burbuja, ya dijo que “hay a quien la adaptación le parece improvisación”. Esa rueda de prensa podía parecer montada por el cuñado informático, y además se diría que les había tocado conectarse a una clase de primaria en el día de jugar a las profesiones, con ingenuidad y relinchos de fondo. Pero no, no era improvisación, ni incompetencia, sólo era el primer paso en esa adaptación sin la que no hay Ciencia ni hay solución, sin la que no nos libraremos del virus ni podremos hacer un Skype entre periodistas y ministros que no parezca el de un chiquillo con los abuelos.

No se preocupen, que nos guía la Ciencia, pero esto tiene su tiempo. Hay que entender la paciencia de la Ciencia y la eficacia del político para poder ir al ritmo que esta emergencia nos exige. Toda la inteligencia de la que dispone el Estado (y seguro que también Microsoft) está trabajando con esa alegría eficaz del fontanero y del funcionario. Ayer supimos que nada menos que Leire Pajín es directiva de una fundación que asesora a la Moncloa con lo del coronavirus. Sí, Leire Pajín, que se creía lo de las pulseras Power Balance, esas calcomanías mágicas. Pero la fundación es subvencionada, así que no hay que preocuparse: entre muchos cargos como los de Pajín habrá muchos más científicos competentes. Sólo hay que dejarles espacio y tiempo, y ellos sin duda harán su trabajo y hasta chistes como los de Sheldon Cooper.

La Ciencia tiene su ritmo y a veces también sus iluminaciones. Es famosa, y no sé si falsa, esa historia que dice que la NASA se gastó millones en desarrollar un bolígrafo que funcionara en gravedad cero, mientras que los rusos simplemente usaban un lápiz. A veces, la Ciencia es barata y hasta cutre, pero sigue siendo Ciencia. Lo que hace nuestro Gobierno lo demuestra. A veces, la Ciencia puede venir con Leire Pajín de asesora, o con mascarillas de camiseta de Naranjito, o con guantes de fregar, pero funciona igual, o mejor. A veces, se nos pixela un ministro que parece un torero del virus o se pierde el sonido de un periodista ficus, pero la política del posado y el periodismo de corte funcionan también igual, o mejor. Deben de tener eso estudiado ya, muy científicamente, aunque a nosotros no nos entre en la cabeza.