Los talibanes, aquel grupo insurgente que promovía una estricta observancia de la ley islámica y la tradición pastún, cuya violencia asombró al mundo en los años 90 por su radicalidad, ahora ha conseguido el poder de nuevo en Afganistán. Lo domina casi en su totalidad, salvo en algunos puntos donde aun hay insurrectos. Tal fue su victoria que, después de las negociaciones con la facción talibán, el presidente Ashraf Ghani abandonó el país con coches llenos de dinero, según la agencia rusa Ria Novosti, hacia un país vecino. No esperó al traspaso de poderes al gobierno interino, simplemente, se fue. 

Y así llegó la nueva normalidad, con los muyahidines y los talibanes ocupando el vacío de poder hasta que se establezca el nuevo gobierno. Se pasará de la República Islámica de Afganistán al Emirato Islámico de Afganistán.

Es una aparente normalidad, y repito aparente, porque solamente tenemos información de los canales oficiales o miembros del grupo insurgente

Es una aparente normalidad, y repito aparente, porque solamente tenemos información de los canales oficiales, o de miembros del grupo insurgente que van publicando comentarios, fotos y videos en las redes sociales. Mensajes que asombran porque son publicados por los miembros de las mismas facciones que destruyeron patrimonio y recortaron derechos fundamentales.

Empezaron a desconcertar cuando en una entrevista a la BBC uno de los portavoces de la facción armada, en concreto Suhail Shaheen, dijo que les gustaría construir un nuevo Estado, en forma de Emirato, y que este fuera un emirato inclusivo. Desde Herat nos llegaban imágenes chocantes. ¿Sobre represión? No, de los talibanes y muyahidines montados en autos de choque en una feria. Y subidos a los caballitos. Incluso de reuniones entre la nueva administración del nuevo gobierno local con diferentes gremios para empezar a atender sus necesidades.

De la misma manera ha asombrado la entrada de los muyahidines en Kabul, coordinándose sobre la situación en el aeropuerto Karzai, donde están las fuerzas de la Coalición desalojando a todo el personal, e incluso a afganos que desean escapar. No han accedido al recinto del aeropuerto que están utilizando los militares, solamente lo han hecho a la parte civil.  

También se ha informado que respetarán y protegerán la integridad de cualquier edificio gubernamental. Se ha de señalar que mientras las fuerzas de la Coalición, y sus misiones diplomáticas se marchaban del país, las delegaciones de China y Rusia recibieron mensajes por parte de las fuerzas talibanes que protegerían su integridad. 

Si esto sucedía el domingo, cuando el presidente Ghani huía del país, bajo la sospecha de corrupción y traición por dejar a su suerte a todo afgano, el lunes y el martes ya teníamos noticias de la aparente nueva normalidad en todo el proclamado nuevo emirato. 

El portavoz del Emirato Islámico de Afganistán, Zabihullah Mujahid, como también Suhail Shaheen, portavoz de la Oficina Política de los Talibanes, no dejaron de difundir mensajes en sus redes sociales. ¿Mensajes que podían inducir a la dureza o a la contundencia que los había caracterizado anteriormente? Al contrario: transmitían tranquilidad, decían que la nueva administración no dejará a nadie atrás, que se tendrán que promover inversiones, que se espera que participen mujeres en puestos gubernamentales, que nada de burkas o discriminación, sino el hijab y la inclusión laboral y estudiantil. Incluso hablaban de infraestructuras, administración, políticas sanitarias, o seguridad. El martes ya se vieron imágenes yendo a la escuela, tanto niños como niñas, otra vez abierta. O enfermeras en los hospitales para atender a las mujeres afganas.

A su vez se ha empezado a hablar de incluir a miembros de otras facciones en el nuevo gobierno, incluidas las gubernamentales anteriores al presidente Ghani. En esa línea el presidente Ahmid Karzai y el Abdullah Abdullah se habrían reunido con los talibanes para intentar concretar un gabinete de coalición.

Alguna prensa afgana señala un retorno de la normalidad en las calles y algunas periodistas afganas como Haisba Atakpal o Zahra Rahimi siguen informando para la principal cadena del país, TOLO News, que el lunes recibió la visita de los muyahidines, quienes les dijeron que continuasen con su buen trabajo. 

El principal informativo del país, de esta emisora, que presenta una mujer, sorprendió al seguir ella al frente de las telenoticias. Sobre la prensa el portavoz del Emirato Islámico de Afganistán ha declarado que existe plena libertad siempre que se respeten los principios islámicos, la neutralidad informativa y que no se atente contra los principios del nuevo Estado. Parece ser que la reunión con China del 28 de julio surgió efecto. Pekín pidió a los talibanes una transición tranquila, sin usar la fuerza, sin represión, a favor de la reconstrucción nacional y con voluntad de estabilidad. 

Los nuevos referentes que tendrían en materia de leyes y principios sociales serían los de Qatar, Arabia Saudí, Pakistán, Irán e incluso Emiratos Árabes Unidos

Los nuevos referentes que tendrían en materia de leyes y principios sociales serían los de Qatar, Arabia Saudí, Pakistán, Irán e incluso Emiratos Árabes Unidos. Todos ellos países que han tenido una estricta observación de la tradición y de la ley islámica, pero que no han tenido problemas de reconocimiento internacional. Tal como anunció Zabiullah Mujahid en la primera rueda de prensa del Emirato Islámico de Afganistán, su voluntad es la estabilidad nacional, y el conflicto no favorece la estabilidad. 

El nuevo gobierno afgano busca sin duda reconocimientos internacionales, por el momento Rusia, Irán, Qatar, Pakistán y China ya se han interesado en ayudar a reconstruir el país, mostrando clara simpatía por el nuevo gobierno. Y Josep Borrell ha dicho que la Unión Europea ha de empezar a establecer canales diplomáticos con ellos. 

Veremos cuándo empiezan los reconocimientos. 


Guillem Pursals es politólogo, Máster en Seguridad, especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado.