A menudo en mis coaching y conferencias, hablo de las características clave necesarias para ser un buen líder y un buen jefe. Hoy he pensado más que oportuno trasladar este análisis a nuestro ámbito más cercano e inmediato en el tiempo y en el espacio: a nuestros políticos que, tras la endiablada aritmética electoral emanada de las urnas del pasado 23 de julio, luchan contra sus egos y sus limitaciones negociadoras para alcanzar un acuerdo que nos permita evitar volver a las urnas, para una repetición electoral que sería un fracaso en toda regla, para todos. 

Las siguientes claves, que en algunos casos aplicaré a algunos de los personajes del panorama presente, con nombres y apellidos, no empecen para que cualquiera de ellos sea considerado, desde luego por mí, como un mal líder en puridad. Simplemente quiero destacar con cada 'etiqueta' algunas de las áreas de mejora que pueden permitirles optimizar sus cualidades. Hago esta aclaración previa con el fin de evitar equívocos o herir de forma innecesaria susceptibilidades ideológicas.

Aquí las claves para entender si eres un mal jefe y el camino para solucionarlo.

Falta de capacidad de negociación

Lo que estamos viendo estos días después de los endiablados resultados de las últimas elecciones generales, es un ejemplo claro de la incapacidad de nuestros líderes para negociar, causada no solo por falta de experiencia en el tema sino también por falta de preparación. Lo más grave es la incapacidad de asumir esta área de mejora y por lo tanto rodearse de gente preparada y asesores que te puedan ayudar. España es nueva en estos de Gobierno de coalición pero es absolutamente injustificable lo que está pasando. Culpar los ciudadanos de votar a más opciones políticas es una estupidez. ¡SEÑORES POLÍTICOS, esto es lo que hay y el problema lo tenéis vosotros!. ¡A ponerse las pilas antes de que los ciudadanos se harten de verdad! La nuestra NO es una democracia presidencial sino parlamentaria, gobierna el partido que tiene la mayoría suficiente, no hay más. 

Cobardía

Muchos supuestos líderes tienen la mala y cobarde costumbre de hablar mal de sus empleados cuando no están presentes. Profesionales incapaces de dar feed-back como se debe, de forma directa, personal, inmediata y a la cara. Los que incurren en este 'vicio' no tienen ninguna autoridad moral y a menudo minan no solo la confianza personal de su gente sino de toda una organización creando un mal clima laboral y extendiendo una sensación de miedo y desconfianza.

No liderar con el ejemplo

Siempre he destacado que los mejores líderes son los que lideran con el ejemplo, lo peores son los que, vulgarmente hablando, son unos auténticos 'rajados' que desaparecen justo cuando hay que echar más horas de trabajo o en los momentos de grave crisis. Estos son los momentos en los cuales el buen líder da el callo y coge el mando enseñando a los demás el camino correcto. Una de las peores 'enfermedades' de nuestras organizaciones ha sido durante muchos años la 'despachitis aguda', el encerrarse dentro de un despacho poniéndose el mundo por montera. Los espacios abiertos, tan de moda en este momento, han mejorado mucho la situación.

Creo que nadie podrá estar en desacuerdo conmigo si recuerdo que el expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, era uno de los más eximios representantes de esta actitud.

De él se decía, de forma tal vez algo exagerada y caricaturesca, que el único periódico que leía con avidez era el Marca. Fuera esto cierto o no, era evidente que la resolución de todos los conflictos los delegaba en su 'mano derecha': Soraya Sáenz de Santamaría. Ya fuera la crisis del ébola o el órdago secesionista catalán, la vicepresidenta, que a diferencia de su 'jefe' exhibía una capacidad de trabajo sobrehumana, era, a ojos de la opinión, la 'comemarrones oficial'. Y esto empequeñecía la dimensión de liderazgo de quien era jefe del Ejecutivo, que sin duda sí tenía, es sabido, otras muchas cualidades que le hacían sobresaliente.

Driblar las decisiones difíciles y los conflictos

Procastrinar, dejar para mañana lo que puede resolverse hoy. No quiero volver a Mariano Rajoy para no cebarme, pero a otros muchos se les ha aplicado un chiste que define perfectamente este vicio. Se dice que hay responsables públicos que saben solo gobernar de una manera: con dos carpetas en su mesa en las que, en una reza en letras grandes, 'Asuntos que el tiempo resolverá' y en la otra, 'Asuntos que el tiempo resolvió'. El aserto llegó a aplicarse incluso a dictadores fascistas como Franco, aunque obviamente no es mi intención abundar aquí en un personaje que ni era un líder ni un político democrático. El detentó el poder durante treinta y nueve años, pero por la fuerza. En general, los líderes que practican este 'deporte', tienen un recorrido corto.

Frialdad, dureza y distancia emocional e indiferencia

Estos defectos comentan por si solos. Un buen líder puede tener empatía, es decir la capacidad de regular la capacidad empática para evitar implicarse excesivamente a nivel emocional, cosa que puede ser tremendamente prejudicial para la persona pero también para una organización. Pero esto no implica excesiva dureza o frialdad, tampoco distancia emocional. Hay tantas personas, seguro que TODOS estáis rodeados, que se toman tan a pecho esto de la distancia emocional y se vuelven casi o, sin el casi, auténticos 'sociópatas'.

No escuchar; creerse Dios

No hay mal peor que la prepotencia, la arrogancia y el creerse Dios. Los que por arrogancia no escuchan sus equipos y evitan debatir e incluso discutir, destrozan las organizaciones y anulan la confianza y el respeto.

De José María Aznar llegó a decirse, sobre todo en sus últimos años en La Moncloa, que este era su talante habitual. Es célebre una anécdota en la que dos de sus ministros se cruzaron una tarde con él en un pasillo del Congreso y al ser saludados de una forma bastante impersonal por su líder, se dijeron el uno al otro: '¿Tú crees que este sabe que somos sus ministros'?

Los últimos años de González y del propio Aznar fueron un reguero de casos de nepotismo

Pedro Sánchez es otro caso de líder que aparentemente escucha muy poco, digo aparentemente, porqué en realidad  es una esponja que retiene todo que se dice y pasa alrededor, después filtra quedándose con lo que le conviene. 

Nepotismo

El nepotismo o el gusto por colocar a dedo a 'pelotas', 'afines' o familiares. Los últimos años de González y del propio Aznar fueron un reguero de casos de este estilo. Por salir de la escena nacional, qué decir de Jair Bolsonaro, el presidente brasileño, que ha nombró a su hijo embajador en los EEUU. O de Donald Trump, que tuvo a  su lado, bien 'blindados' a su hija Ivanka y a su yerno. 

Miedo e inseguridad

Baja la cabeza con los de arriba y pisa a los de abajo. El clásico de encorvarse y bajar la cabeza. Un mal jefe domina perfectamente este comportamiento. A todas las personas con las que me he cruzado en sitos más de treinta años dedicado al liderazgo siempre he sugerido de huir de jefes miedosos e inseguros. ¡Porqué te hará la vida imposible y no te harán crecer nunca! Son los clásicos jefes que suelen ir de buen rollo se mezclan con sus empleados pero no toman ninguna decisión. El expresidente González criticaba agriamente este defecto; siempre decía que lo que diferenciaba a los grandes estadistas de los que no lo eran era un hecho incontrovertible: "Puedes rodearte de cientos de consejeros, pedir opinión a tus ministros... pero el último teléfono que suena, siempre es el tuyo. Por eso estás arriba del todo. Eres el último eslabón de la cadena".

En esto a Pedro Sánchez hay que reconocerle gran valentía a asumir retos que a veces parecen imposibles. No le tiembla la mano nunca. Además sabe aprovecharse de las debilidades de sus adversarios. Lo está haciendo estos días con las dudas que Feijóo está demostrando en encontrar apoyos para conseguir una improbable investidura. 

Los  jefes miedosos  son los que te harán trabajar a tope pero siempre se pondrán las medallas, sin embargo si las cosas van mal...¡Tu eres el culpable!

Explotadores de 'pasión y vocación'

En los últimos años y más desde la terrible crisis que empezó en 2007 han ido acumulándose en las empresas los jefes explotadores de 'pasión' y 'vocación'. Hace pocos días el artista chileno Alejandro Jodorowsky escribía en su perfil de twitter esta frase: "Cuando trabajas en lo que te gusta, ganar poco te parece ganar mucho". Yo no estoy NADA de acuerdo. ¡GANAR POCO ES GANAR POCO! Por supuesto que a todos nos gustaría trabajar en algo que nos apasiona, por supuesto trabajar en lo que te gusta es lo que nos hace sentir totalmente realizados, felices, sin embargo, NUNCA un buen líder explota esta 'felicidad' para pagar menos y, señores y señoras, esto en los últimos años ha pasado MUCHÍSIMO y en muchos sectores. El periodismo es otro ejemplo de sector lleno de personas vocacionales que, a menuda, están dispuestas a trabajar sin mirar su sueldo. Por esta razón la primera clase del Master donde doy clase comienza siempre con la frase: ESTÁ PROHIBIDO TRABAJAR GRATIS. 

Hipocresía y falta de trasparencia

No hay nada que hunda más un líder que la falsedad, la hipocresía y la falta de trasparencia.

El emblemático ministro de Finanzas griego, Varoufakis, hundió su crédito definitivamente cuando se dejó retratar por Vanity Fair como un rico opulento. Algo parecido a lo que en España le ocurrió a Duran i Lleida, con sus nefastas fotos en aquella suit del Hotel Palace en la que vivía.

¡Qué decir del daño que hico al matrimonio Montero-Iglesias el 'famoso' chalet de Galapagar.

No celebrar

El dinero no lo es todo. En la vida como en las organizaciones hay que celebrarlo TODO.

Falta de inspiración y de cercanía

Si los líderes no pisan la calle, los mercados, las fábricas, se hundirán. Esto en España se conoce como el 'Síndrome de La Moncloa'. Lo han padecido todos los presidentes; desde Suárez a Rajoy a Pedro Sánchez, aunque en las últimas elecciones ha sabido cambiar de rumbo y volver a apasionar los suyos y movilizarlos.

El irrenunciable derecho a equivocarse

Huir de los jefes que no se permiten el derecho a equivocarse. La responsabilidad, el compromiso, la exigencia son claves de un gran líder pero los que no están dispuestos a aceptar el fracaso como una de las reglas de oro del juego, os harán la vida imposible.

Falta de ética e integridad

Sería larguísima la lista de políticos corruptos que en España han sido; González, Granados, Rato... de Pujol ni hablamos y de los próceres socialistas inculpados por los ERE falsos, qué decir. Cómo van a ser respetados y vamos a confiar en ellos el manejo del dinero público.

Egoísmo y egocentrismo 

A menudo estamos rodeados de jefes con un ego infinito. Digo siempre que el ego desmesurado crea una sombra mortal para el talento. Un poco de ego es esencial a cualquier puesto de liderazgo, el excesivo ego te mata y mata el talento tuyo y de los que te rodean. El ego suele estar estrechamente asociado a la confianza en uno mismo, lo cual es bueno. Sin embargo, al definirte demasiado por tus logros y por cómo te comparas con los demás, puedes caer en la tentación de sentirte superior a los demás y perder de vista el valor de las relaciones y por lo tanto, la importancia de trabajar en equipo y rodearte de los mejores. 

Ojalá esta pequeña guía de características de los malos jefes, sirvan de referencia y algunos tomen nota. Nunca como en estos días necesitamos recuperar buenos líderes que nos ayuden en todos los ámbitos de la vida.