Yo pasé el embarazo de mi primer hijo en el Estado de Palestina. Era una experiencia nueva, muy ilusionante pero también muy incierta. Cada día entraba en Cisjordania o iba a Gaza y compartía la experiencia con mujeres palestinas. Muchas de ellas habían sido madres y me contaban cómo lo vivían y otras compartían su primer embarazo conmigo.

Y, cuando digo compartían, me refiero a una parte. Porque, al final del día, yo volvía a Jerusalén, a una casa segura, tenía la mejor atención médica y me podía mover a cualquier sitio. Sabía qué mi hijo podría tener una buena vida y grandes oportunidades. Pero las mujeres palestinas que me daban consejos se quedaban detrás de unos muros, sin una buena atención médica y sabiendo que iban a traer a una persona al mundo, pero sin una perspectiva clara de futuro. La única certeza es que serían diferentes, vivirían tras unos muros y con miedo.

Cuando salí del Estado de Palestina, prometí que uno de los primeros viajes de mi hijo debería ser allí

Mi hijo nació en España y se ha criado aquí, yendo al colegio, disfrutando de juegos y amigos, sin grandes preocupaciones. Cuando salí del Estado de Palestina, prometí que uno de los primeros viajes de mi hijo debería ser allí. Hace cuatro años, fui con mis dos hijos a la zona. No había mucho que explicarles, fue muy claro y visible cómo vivían los niños y niñas palestinos. Los muros se veían claramente y tuvieron la experiencia de cruzarlos. Sin embargo, cuando estaban con ellos, las dos partes querían jugar y reír. No había diferencia, los niños son niños en todas partes.

Hoy mi hijo tiene 15 años y está decidiendo qué va a estudiar y qué quiere ser, tiene grandes oportunidades, sale por la calle sin problemas con sus amigos y ha tenido una vida sin miedo, sana, con juegos y con un futuro excitante e ilusionante.

Sin embargo, en Gaza han muerto ya más de 10.000 niños y niñas, 1,1 millones están amenazados por las bombas y todos los menores de cinco años (335.000) se enfrentan a una desnutrición aguda y muerte prevenibles. Seguro que los números nos alarman, pero es que la dramática situación en la Franja va mucho más allá de los números; estamos hablando de personas, incluidos niños y niñas, con miedo y sin un futuro. De niños y niñas como nuestros hijos e hijas. Los menores de la edad de mi hijo en la Franja están desplazados, evitando bombas o muriendo por ellas, aterrados. Ellos y ellas no piensan en qué quieren ser, solo tratan de sobrevivir.

Ahora yo trabajo en UNICEF España, organización que está haciendo todo lo posible para llegar a la infancia en todas las zonas de Gaza con vacunas, suministros de emergencia vitales, ropa de invierno, apoyo a la salud materna y neonatal y actividades recreativas. Los niños y las niñas necesitan jugar sea cual sea su situación.

Niños desplazados en el campamento de refugiados de Rafah, en la Franja de Gaza.

Es necesario un alto el fuego inmediato y duradero, que se abran todos los pasos fronterizos con Gaza

Pero las necesidades de la Franja son enormes (el llamamiento humanitario de UNICEF asciende en estos momentos a unos 155 millones de euros) y las actividades humanitarias continúan enfrentándose a restricciones operativas debido a las hostilidades, la inseguridad, carreteras bloqueadas y comunicaciones limitadas.

Yo viví en un kibbutz cuando era muy joven. No me olvido de los niños y las niñas israelíes secuestrados. Es urgente su liberación inmediata y el fin de cualquier violación grave contra ellos y ellas.

Sin embargo, el número de víctimas infantiles en Gaza es cada vez mayor, una mancha en nuestra conciencia colectiva sin precedentes. Por eso, desde UNICEF España, pedimos a los líderes mundiales que hagan todo lo posible para permitir que la ayuda humanitaria llegue a todos los menores y sus familias en la Franja, incluyendo la zona norte. Para eso es necesario un alto el fuego inmediato y duradero, que se abran todos los pasos fronterizos con Gaza, así como que se permita la entrada sostenida y sin trabas de agua, alimentos, suministros médicos y combustibles, con el respeto por todas las partes en conflicto del Derecho Internacional Humanitario.

No podemos seguir consintiendo que los niños y las niñas de Gaza vivan con miedo y sin futuro; todos los menores deberían vivir seguros y poder soñar con un futuro con oportunidades.


Lara Contreras es directora de Influencia, Programas y Alianzas de UNICEF España