El gran Stefan Zweig en su obra maestra de El mundo de ayer nos narra la decadencia de Europa a través de sus propios ojos con el nacimiento del nacionalsocialismo que acabó llevando al viejo continente a uno de sus capítulos más oscuros y sórdidos de la humanidad. Tan solo ochenta años después, viejos fantasmas del pasado que creíamos superados están empezando a resurgir de forma alarmante. Cadenas humanas impidiendo el paso a estudiantes judíos en la Universidad de Yale, profesores israelíes a los que se les deniega la entrada a la Universidad de Columbia, o ataques violentos en la Universidad de Amsterdam son algunos de los patrones que se asemejan demasiado a lo vivido en los años 30 en la Alemania Nazi.

Las protestas universitarias que empezaron en EEUU han llegado como era de esperar con mucha fuerza a los campus universitarios de toda Europa. Algunos de los eslóganes que han sido invocados durante las últimas semanas han sido “Muerte a Israel”, “Desde el río hasta el mar, Palestina será libre (en otras palabras, abogar por un genocidio desde el río Jordán hasta el Mar Mediterraneo en el cual no habra un Estado judio), “Fuera sionistas de la universidad”, “Queremos justicia, como? Quemad Tel Aviv hasta los cimientos”.

Estas protestas nada tienen que ver por abogar por una solución pacífica de dos Estados

Estas protestas nada tienen que ver por abogar por una solución pacífica de dos Estados o por lo que pueda opinar uno sobre las políticas llevadas a cabo por el gobierno liderado por Benjamin Netanyahu. Lo peor de todo esto es ser testigos de cómo ministros y diputados en ejercicio de sus funciones, como la Ministra de Universidades, la diputada Tesh Sidi o Sira Rego, Ministra de Juventud e Infancia, están activamente apoyando estos movimientos radicales y antisemitas que poco tienen que ver con los valores de la libertad, igualdad y tolerancia del cual tanto predican.

Si uno se da una vuelta por esos campus universitarios tardará poco en darse cuenta de que la mayoría de esos estudiantes no podrían ejercer ese derecho a la libre manifestación en la Franja de Gaza donde el colectivo feminista y LGTB son perseguidos de forma sistemática. Esto nos lleva a preguntarnos qué explicación se le puede encontrar a esta alianza tan extraña entre el islamismo radical y los grupos de extrema izquierda que tan poco tienen en común. La respuesta, muy sencilla. El enemigo del enemigo es mi amigo. Vivimos en tiempos en los cuales todo es binario, todo es blanco o negro, en el cual la capacidad para argumentar desde la lógica, y no desde el sentimentalismo de masas, se han tristemente instaurado en nuestro pan de cada día. Atrás quedan aquellos días en los cuales la universidad era el lugar donde se veneraba el culto por aspirar a ser espíritus críticos y libres.

Hay algo realmente podrido en España cuando “nuestros mejores y más preparados estudiantes” están siendo inculcados con estas ideas

Llamar a la eliminación del único Estado judío del mundo, venerar a aquellos que violan colectivamente, queman y asesinan a bebes es la definición en si de la antítesis de los valores progresistas que estas universidades estan destinados a defender. Parafraseando a Hamlet, hay algo realmente podrido en el Reino de España cuando “nuestros mejores y más preparados estudiantes” están siendo inculcados con estas ideas. Esto debería preocupar seriamente no solo a los judíos españoles, pero más importante a todo el conjunto de la sociedad española.


Juan Caldés es jefe de las relaciones con España de la European Jewish Association.