Ayudar a un muerto no sirve de nada, y Mazón está muerto política, histórica y hasta calcáreamente, como una Dama de Elche que murió estando de fiesta por sus mesones íberos. Mazón, como la Dama de Elche, es su propia tumba sedente, su propio sarcófago con máscara tallada. Ya sólo se le puede aplicar cemento, urna y arqueología, además de lo que suele llamarse la teoría del caballo muerto, que parece hecha para él. O para Feijóo, claro, que diría que ha pasado de farero contemplativo a taxidermista, y sin salir de la buhardilla de Génova. La teoría del caballo muerto nos describe muy gráficamente, para que lo vea hasta un taxidermista sin gafas, cómo a veces invertimos grandes esfuerzos intentando resolver situaciones que no tienen solución, por ejemplo dándole a un caballo muerto, o a un político calcificado, pasto, tiempo o presupuesto. Ni la reconstrucción, ni los presupuestos, ni nada en esta vida cree uno, necesitan a Mazón. Tampoco lo necesita el PP, que no sé qué hace arreando caballos muertos que, además, le traen bichos, o sea pactos con ese Vox que está en su tiempo más tenebroso, que ya es decir.

Mazón no es que sea en principio más o menos culpable que Sánchez, pero sí ha sido más torpe, y eso en política es la muerte

Mazón ya era el Mazón de la DANA, el Mazón del mesón, el Mazón de las mil versiones sobre la DANA o sobre el mesón, un Mazón que no es que sea en principio más o menos culpable que Sánchez, pero sí ha sido más torpe, y eso en política es la muerte. Mazón, además de poca vista, seguramente ha tenido mala suerte, que yo creo que ninguno de nuestros barones orondos y folclóricos, dedicados a las ferias matanceras, a las notas de prensa elegíacas y a las sobremesas con locutores, majas, obispos o ferrallistas, habría sabido qué hacer ante una catástrofe semejante (por eso siempre será mayor la responsabilidad de Sánchez). Pero fue muy torpe al dejar que sus mentiras o mentirijillas privadas, mentiras como de adúltero o parrandero, fueran tan chocantes, absurdas y acumulativas como para centrar todo el foco de la actualidad, más sabiendo cómo el sanchismo maneja los focos, casi tan bien como las oscuridades y casi tan bien como el jabón lavamanos.

Mazón, decía, ya era ese Mazón que sobrevivía altivamente entre la maderada de muerte y desdicha de la dana, como una pagoda flotante. Pero, ahora, además, es el Mazón que resiste todavía más altivamente gracias al peor Vox, el que ya no sólo es xenófobo, cojonciano, nacionalcatólico o posfalangista sino un mandado del trumputinismo. Aun así, ese mismo pacto alcanzado por otro que no fuera Mazón aún tendría una posibilidad de venderse como algo programático o pragmático, que es lo que ha intentado Borja Sémper olvidando, con esa cosa de profe olvidadizo, precisamente a Mazón. Ahora que Sánchez ha pactado la autoridad sobre las fronteras y la pureza de la catalanidad, y que en el reparto de menas a sus socios les va a tocar apenas un microbús, ese pacto con Vox parece casi de izquierdas. Por lo menos, de momento nadie en Valencia habla de hacerles exámenes de patriotismo, de Rh o de chacina a los inmigrantes. Feijóo tiene para vender un pacto más amable que el de Sánchez, si no fuera porque Mazón le añade la cabriola egoísta y cobarde de su supervivencia personal. Una cabriola casi sanchista, por cierto.

Ayudar a un muerto no sirve de nada, pero ahí sigue el muerto Mazón, que incluso ha llevado la iniciativa y la negociación del pacto, con los fareros de Génova escuchando el mar en caracolas y los taxidermistas de Génova barnizando ojos de muerto. Ayudar a un muerto no sirve de nada, o no le sirve al PP, claro, aunque a otros sí. Mazón es un muerto político al que riegan Sánchez y Vox para que le salgan flores o espigas por la tripita mesonera. Están todas las tertulias y las columnas sanchistas bien perfumadas y comidas con Mazón, y está toda la nueva secta voxera ilusionada con que el PP les ayude a vender lo único que le va quedando vendible, la inmigración como problema práctico, aunque para ellos sea más bien teórico o dogmático, que es el terrible matiz. Lo demás, los aranceles, el autoritarismo iliberal y los servilismos geopolíticos e inmorales del trumputinismo se van haciendo más difíciles de promocionar. Pero aún se pueden esconder detrás de los muertos o los sacos terreros que les va dejando el PP, el único que no gana en nada con este negocio funesto del funerario Mazón.

Con la caracola de mar en la oreja y con los ojos propios o de algún corzo en la mano, como dados de peluche, el farero / taxidermista Feijóo contempla todo esto y asiente. Es lo que no entiende uno, porque a Feijóo es al único al que no le sirve Mazón para nada, salvo para no cambiar, que sigo diciendo que ésta es la superstición, la manía o la falta que más lo limita. Se entiende que Mazón no dimitiera en un primer momento, para no rendir desde el principio la pieza política y el relato, pero el coste político ya será mayor cuanto más se espere. Yo entendería a Feijóo si quisiera imitar a Sánchez, o sea negarlo todo y resistir siempre. Pero no es así. Feijóo no defiende a Mazón como Sánchez defendió por ejemplo a Teresa Ribera. Ni defiende su gestión como Sánchez defiende la suya a pesar de que fue nefasta (si Mazón no apareció por la oficina en horas, el Estado no apareció por aquel cementerio en días). No, Feijóo sólo está aplazando lo inevitable, casi patológicamente. Si descubres que estás montando un caballo muerto, desmonta, eso dice la teoría. Pero lo del caballo muerto no es una teoría para Feijóo, sino un reúma incurable. Una enfermedad laboral, quizá, de tantas humedades de torreón y buhardilla.