Las encuestas son optimistas para Ciudadanos, y todas las fuerzas se lanzan contra Albert Rivera para frenar el trasvase de voto en Cataluña conseguido tras la crisis independentista y su apuesta decidida por la aplicación del 155. El PSOE ya inició una campaña expresa para desacreditar a la formación naranja, con quien se disputa medio millón de votos, pero más sorprendente resulta el afán del PP catalán por evitar conceder protagonismo alguno a Ciudadanos, hasta el punto de estar dispuesto a hacer president de la Generalitat al socialista Miquel Iceta antes que a Inés Arrimadas para evitar que ésta catalice el voto hasta ahora popular y que suponga un contagio en el ámbito nacional.

Lo cierto es que el escenario post electoral deja un puzzle difícil de encajar. Las encuestas dan un empate técnico entre los llamados constitucionalistas y los nacionalistas y en plena precampaña electoral todas las formaciones velan por captar apoyos en las urnas del 21-D. Inés Arrimadas parte como la favorita del constitucionalismo en las encuestas y la capitalización que Ciudadanos ha hecho de la aplicación del 155 juega a su favor.

Pero los de Albert Rivera dan por seguro que el PP preferirá apoyar la investidura de Iceta puesto que un gobierno de Ciudadanos haría sombra al discurso del PP y ayudaría al trasvase del voto popular al partido de Rivera. En las filas del PP confirman esa teoría: "Arrimadas primero tiene que tener el apoyo de Iceta para que nosotros la apoyemos", aseguran en el núcleo duro del PP. Los socialistas también se muestran poco favorables a facilitar un Govern de Ciudadanos y tratarán de que Miquel Iceta, hombre de confianza de Pedro Sánchez, sea investido president de la Generalitat.

Mientras tanto, Ciudadanos confía en poder pescar en aguas revueltas, y atraer a su causa alrededor de un 2% de apoyos que hasta ahora iban al PP. La tardanza del Gobierno de Mariano Rajoy en la aplicación del 155 podría pasar factura a Xabier García Albiol, que en 2015 obtuvo un 8,5% de los votos, y los de Rivera quieren sacar provecho.

El partido de Rivera tiene clara su estrategia para captar los votos de PP y PSOE. Centrará su campaña en el área metropolitana de Barcelona para captar el voto típicamente socialista, el mismo voto que el pasado 27-S le llevó a pasar de 9 escaños a 27 en el Parlament. Para seducir al votante del PP, apelarán directamente al voto útil, trasladando la idea de que un Govern de Arrimadas sería la única alternativa a los episodios que ha sufrido Cataluña en los últimos meses. En este sentido, consideran que la claridad y la estabilidad del discurso que han mostrado desde el inicio del procés juega a su favor, frente a los vaivenes de socialistas y morados. La defensa sin ambages del 155 contribuiría a movilizar a su causa, creen los naranjas, a la hasta ahora llamada mayoría silenciosa. Además, con la poca representación que actualmente tiene el PP en el Parlament creen que "explicando bien el voto útil" pueden conseguir apoyos.

Los socialistas, por su parte, han emprendido la Operación Iceta para situar al dirigente catalán como la única alternativa. El propio Iceta vetó a la formación naranja y descartó apoyar la investidura de Arrimadas, aunque unas horas después se retractó para evitar proyectar una imagen de bloqueo como la que se produjo tras las elecciones del 20-D. "En lo que de mí dependa no habrá repetición de elecciones en Cataluña", tuvo que aclarar el socialista. Mientras tanto, el candidato de En Comú Podem, Xavi Domènech, quiere un gobierno con PSC y ERC, pero sólo pactará con los socialistas si no está Ciudadanos de por medio.

La ansiedad del PSOE por colocar a Iceta como president reside, resumen los de Rivera, en el temor de los socialistas a cronificar su irrelevancia en el Parlament; en 2010 obtuvieron 28 escaños, pero en las últimas elecciones tuvieron que conformarse con 16. Es por ello que el líder del PSC buscaría a toda costa ocupar un cargo institucional que reafirme su estrategia y refuerce al partido de Pedro Sánchez.

Desmovilización del voto independentista

Los de Rivera son optimistas. Las encuestas internas que manejan les hacen serlo y, calculadora en mano, se ven muy cerca de ERC en cuanto a escaños. Gracias a la Ley Electoral que beneficia a los partidos mayoritarios, la desaparición de la coalición de Junts pel Sí afecta de forma negativa, aunque poco, matizan, a la representación obtenida en solitario por ERC y PDECat. Pero todo suma y confían, sobre todo, en la desmovilización de los independentistas.

La actuación de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras en las últimas semanas, con la huida a Bruselas del president, el acatamiento del 155 del vicepresident sumado a la mala perspectiva económica para Cataluña, han ayudado a desencantar al votante separatista. La promesa que Artur Mas lanzó sobre la hipotética república catalana, con riqueza y baja presión fiscal, se ha dado de bruces contra la realidad, tras la salida de miles de empresas y con las perspectivas poco halagüeñas. En Cs creen que la actitud de los separatistas podría servir para que alrededor de un 6-8% de los votantes del secesionismo, descontentos con la actitud de sus gobernantes, cambien de opción o, directamente, no voten. Este porcentaje sería determinante para, en último término, dar la mayoría al bloque constitucional frente a los nacionalistas.