La fiscal Dolores Delgado, nueva ministra de Justicia, hereda una cartera incendiada por su antecesor en el cargo el ex ministro Rafael Catalá a quien el pasado 22 de mayo las siete asociaciones de jueces y fiscales le hicieron por primera vez en la historia de nuestro país una huelga conjunta reivindicando mejoras urgentes en la Administración de Justicia.

Pero Delgado no sólo tendrá que reconciliarse con jueces y fiscales en su recién estrenado cargo sino que además tiene que decidir en los próximos meses a quién elige como fiscal general del Estado –uno de los puestos políticos más delicados en estos momentos- y  si renueva en plazo el Consejo General del Poder Judicial que preside Carlos Lesmes, cuyo mandato expira el próximo 4 de diciembre. Es verdad que ambas decisiones dependerán en gran medida de la opinión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pero sin lugar a dudas la postura de esta fiscal especializada en terrorismo yihadista será relevante en ambas cuestiones.

Junto a estas ‘patatas calientes’ que deberá resolver en los próximos días o meses, lo cierto es que Dolores Delgado -ha sido durante sus 25 años como fiscal en la Audiencia Nacional- es una mujer comprometida con las mejoras que necesita la Justicia en nuestro país; de ahí que su sorpresivo nombramiento causara tantas esperanzas en gran parte de las Carreras Judicial y Fiscal.

Sorpresa porque pocos sabían que mantenía contactos con el líder del PSOE, a quien, según ha podido saber El Independiente, conoció hace algo más de un año en un encuentro con mujeres juristas. Delgado comentó entonces con sus compañeros de tribunal la buena sensación que le había causado el que ahora es su jefe y la persona que ha decidido exclusivamente que sea ella quien encabece la Justicia en nuestro país.

Sin embargo, su mandato no será fácil. En primer lugar, Dolores Delgado tendrá que decidir a quién sitúa al frente de la Fiscalía General del Estado. En cualquier Ejecutivo este puesto es determinante, pero más ahora ya que los dos últimos fiscales generales, José Manuel Maza y Julián Sánchez Melgar, han tenido una postura firme frente al desafío independentista catalán y los procesos judiciales que se siguen en el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional.

Renovar el CGPJ

En estos momentos, en la quinielas suenan con fuerza la fiscal jefe de Sevilla, María José Segarra, el vicepresidente del Tribunal Supremo, Ángel Juanes, y el fiscal de Sala Pedro Crespo, aunque de momento fuentes gubernamentales explican que “no hay nada cerrado” para este cargo que será llevado probablemente al próximo Consejo de Ministros.

Por otro lado, la nueva ministra tendrá un papel fundamental a la hora de llegar a un acuerdo con el Partido Popular para renovar antes de que finalice 2018 al órgano de gobierno de los jueces. Además, esta es una reclamación que hace actualmente desde las asociaciones judiciales -que el CGPJ se renueve en plazo- aunque, sin embargo, las negociaciones se vaticinan todo menos pacíficas. Las cuotas de vocales en el Consejo son fundamentales para poder controlar en los próximos cinco años los nombramientos en la Carrera Judicial.

Tras tomar posesión de su cartera, Lola Delgado –como la llaman sus allegados- se comprometió a escuchar a dichos colectivos así como a tener siempre muy presente a las víctimas del terrorismo. Lo cierto es que, paradojas del destino, la fiscal hereda un Ministerio en una situación muy similar a su antecesor Catalá. Cuando este asumió el cargo en 2014 tras la dimisión del ex ministro Alberto Ruiz Gallardón se encontró con las Carreras Judicial y Fiscal muy crispadas por la gestión del ex alcalde de Madrid.

Ahora, le va a corresponder también a esta jurista apaciguar los ánimos y tratar de conseguir unas mejores condiciones laborales para los togados, más autonomía del Ministerio Público o mayor independencia del Consejo General del Poder Judicial. El gran hándicap con el se va a topar es el tiempo, que corre en su contra para emprender reformas de calado, unido a que a nadie se le escapa que con 84 diputados en el Congreso el Ejecutivo de Sánchez va a tener muy difícil, casi imposible, gobernar en solitario.