Política

UN AÑO DESPUÉS DEL 1-O

"Desde el minuto uno tuvimos la sensación de que los Mossos nos dejaban a los pies de los caballos"

El relato en primera persona de un Antidisturbios de la Policía Nacional que intervino el 1-O para impedir el referéndum ilegal

Policías nacionales, durante su intervención en un colegio catalán para requisar urnas el pasado 1-O.

Policías nacionales, durante su intervención en un colegio catalán para requisar urnas el 1 de octubre de 2017. EP

En 24 años como agente de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional ha participado en decenas de intervenciones, pero asegura que nunca había visto la coordinación que los partidarios de la independencia de Cataluña exhibieron a las puertas de los colegios electorales el 1-O para impedir la retirada de las urnas y que se pudiera llevar a cabo el referéndum. Destinado en una provincia de Andalucía oriental, este funcionario de 46 años fue uno de los miles de policías movilizados por el Ministerio del Interior en el marco de la 'Operación Copérnico', permaneciendo en el barco 'Piolín' durante 62 días. Un año después de la consulta ilegal, bajo condición de no revelar su identidad, relata en primera persona a 'El Independiente' cómo vivió aquel servicio. Nunca olvidará una imagen: "Pasamos por una plazoleta y había niños con urnas y papeletas. Nos las enseñaban desde lejos con insultos: ‘Vergonya’, ‘Fuera las fuerzas de ocupación’…".


"Aquella mañana entramos de servicio escalonadamente. Yo a las 6 ya estaba en el briefing que se hizo a las puertas del barco, donde teníamos los vehículos aparcados. Eramos núcleos de cuatro grupo y cada uno tenía unos 40 agentes. Había un jefe coordinador de esos cuatro grupos y un jefe de núcleo, que nos dijo que a las 8 de la mañana entraríamos en el primer colegio. En realidad, nosotros íbamos acompañando a compañeros de Información de paisano, que eran los que literalmente tendrían que llevarse las urnas. Ya se nos advirtió que nos encontraríamos con personas mayores y niños y que no sería el típico enfrentamiento con okupas o mineros. Los jefes hicieron mucho hincapié en que fuésemos tremendamente cuidadosos con el uso de la fuerza y que, en caso de tener que emplearla, que se limitaran a empujones y que no golpeásemos. De hecho, hay muy pocas imágenes en las que se nos ve con la defensa en la mano porque -insisto- la orden que se nos había dado es que no se hiciera un uso excesivo de la fuerza.

La coordinación entre los independentistas no la vi ni cuando intervine en la clausura del periódico 'Egin' en San Sebastián, con gente concentrada fuera"

Tras esa reunión, salimos del puerto camino de la ciudad. Hubo una cosa que me llamó muchísimo la atención y es que, acercándonos al primer colegio, ya había ambulancias paradas en las calles colindantes. Nos mirábamos entre nosotros y nos preguntábamos qué hacían allí las ambulancias. Calculo que había unas 300 personas, que nos recibieron con los típicos gritos. Mi jefe se acercó a los Mossos y le pidió que hicieran su trabajo: sacar a la gente y las urnas, y cerrar el colegio. Ellos respondieron que no tenían efectivos para poder realizar ese trabajo. Mientras, la gente estaba en la puerta y nos impedía entrar. Lo más curioso es que había tres líneas perfectamente definidas. Había personas mayores en la primera, luego había otra formada por gente un poco más joven que eran los que gritaban y empujaban a los mayores contra nosotros conforme nos íbamos acercando y por último una tercera integrada por chavales con teléfonos móviles que no decían nada y solo se dedicaban a grabar. Sabíamos que no eran prensa porque no se veían cámaras grandes, sólo portaban teléfonos móviles.

La cerradura tenía silicona y tuvimos que forzarla para poder acceder, una maniobra muy complicada porque había gente dentro empujándola para que nosotros no pudiéramos abrirla. Al fin lo logramos y pudimos llegar a una de las aulas. Allí nos incautamos de algunas urnas; la orden era no retirarlas todas sino sólo algunas. Seguimos el mismo modus operandi en el segundo colegio y conforme nos íbamos acercando al tercero, que estaba más en el centro de la ciudad, había coches que pitaban para alertar de nuestra llegada. Recuerdo que en ese centro había dos parejas de Mossos, que nos recibieron diciendo que la gente estaba dentro y se iban a retirar para poder cerrar el colegio. Pero nuestra gente de Información decía que ellos querían entrar para comprobar si había urnas.

Efectivamente, no querían los Mossos d'Esquadra que entrásemos porque decían que íbamos a violentar la situación. Entramos y retiramos urnas. Allí ya sufrimos el lanzamiento de algunos objetos, como botellas de agua, naranjas, globos con agua… En ese colegio, al salir nos encontramos con una sentada de personas que nos impedía salir y tuvimos que empezar a retirar persona por persona. El jefe nos dijo que no había prisa y que si tenían que actuar cuatro policías por ciudadano era preferible a levantarlos por la fuerza. De esta forma, fuimos retirando persona a persona hasta que vieron que logramos abrir un pasillo por el que iban saliendo los policías y se levantaron en bloque y se fueron.

Recuerdo que pasamos por una plazoleta y había niños con urnas y papeletas. Nos las enseñaban desde lejos con insultos: Vergonya’, ‘Fuera las fuerzas de ocupación’…"

Cuando íbamos al cuarto colegio recibimos la orden de que nos volviésemos al barco. Íbamos escuchando por los equipos de transmisiones y el jefe de núcleo le dijo al de grupo que nos retirásemos y esperásemos órdenes. Calculo que eso sería sobre las 11.45 horas como muy tarde.  A las 14 nos dijeron que fuéramos a comer y que esperáramos instrucciones. Y a las 18 horas ya nos comunicaron que había terminado el servicio pero que estuviéramos localizables. Mi grupo ya no volvió a entrar hasta tres días después.

Lo que sí nos llamó después del tercer colegio es que había gente votando en una plazoleta que tuvimos que rodear. Y nos enseñaban las urnas de lejos con insultos: ‘Vergonya’ (Vergüenza), ‘Fuera las fuerzas de ocupación’… Y se veía a los niños con las urnas y las papeletas. No intervinimos. Teníamos orden de regresar. Luego nos dijeron los de Información que ésas eran urnas de las que se llevaron para contabilizar. Allí votaba todo el mundo: niños, extranjeros que pasaban por allí que pensaban que era una fiesta… En cada colegio retirábamos cuatro o cinco urnas con votos en su interno. Lo que pretendía Información es que se vieran que se habían retirado y, por tanto, cualquier votación quedaba ya invalidada.

Antidisturbios de la Policía Nacional forman un cordón de seguridad en los alrededores de un colegio electoral de Barcelona el pasado 1-O.

Antidisturbios de la Policía Nacional forman un cordón de seguridad en los alrededores de un colegio electoral de Barcelona el pasado 1-O. EFE

Lo más parecido a lo que viví en Cataluña fue cuando intervine en la clausura de la sede del periódico Egin en San Sebastián. Allí había gente fuera porque sabían que íbamos a presentarnos para llevarnos los equipos informáticos y un montón de cosas pero jamás había visto la coordinación que tenían los catalanes. Lo tenían perfectamente organizado. Era un trabajo que no se hace de la nada y con gente que sabía de orden público. Ellos esperaban más violencia por nuestra parte, querían más imágenes impactantes y era lo que nos habían ordenado que había que evitar a toda costa. Es verdad que, en un momento de tensión, cualquier compañero pudo perder los nervios y se han visto imágenes de algún agente con una patada desde el aire. No es excusable. Pero que de todos los colegios catalanes en los que se entró y que sólo haya esas imágenes dice mucho de la profesionalidad de la Policía. La tensión que se vivía allí era muy grande. Ellos decían que se iba a votar "sí o sí" y nosotros que "no" porque había una orden judicial que no lo permitía. Nos decían de todo, pero acatamos la orden de no actuar con violencia.

Los independentistas esperaban más violencia por nuestra parte, querían más imágenes impactantes y era lo que los mandos nos habían ordenado que había que evitar a toda costa"

Desde el minuto uno tuvimos la sensación de que los Mossos nos habían dejado a los pies de los caballos. Cuando llegamos al primer colegio y vimos solo dos parejas de Mossos, que además no eran de las unidades Antidisturbios, vimos que aquello no cuadraba. Ellos tenían a la gente puesta ya en los sitios. No había gente alrededor de ellos, estaban a 50 metros de los colegios y esperaban que nosotros llegáramos para decirnos que estaba controlado y que no se podía hacer nada porque había mucha gente. La sensación que me dio es que estaban allí para intentar que nosotros no entráramos en los colegios. No querían que lleváramos a cabo ningún tipo de acción.

Es difícil que yo pueda olvidar aquella imagen de los niños de la plazoleta con papeletas en las manos, levantando urnas y riéndose de nosotros. Desde las furgonetas los veíamos y no entendíamos qué estaba pasando. Cómo podía haber urnas allí, esos niños votando... Eso me impactó. De los mayores lo esperábamos, pero esos niños que ya tenían arraigado que eran ellos contra nosotros. Nos veían como enemigos. Y que les queríamos estropear su fiesta.

Las órdenes que nos dieron las vimos lógicas: intentar retirar las urnas de un referéndum ilegal. Igual tendrían que haberlos dejado porque ellos lo único que han vendido es la supuesta brutalidad policial. Si no hubiésemos ido no hubieran tenido nada que vender. ¡800 heridos decían! El Servicio Catalán de Salud dio órdenes para que el que fuera con ansiedad lo relacionara con la actuación policial. No hubo brutalidad. He actuado cuerpo a cuerpo con mineros asturianos, con trabajadores de los astilleros de Cádiz… y no tiene nada que ver. Yo he ido a desalojos de okupas actuando con mayor contundencia y no se produjo ni la quinta parte de lo que los independentistas aseguran.

Un taxista catalán me dijo que estaba sintiendo que los políticos estaban 'balcanizando' la tierra que tanto amaba y que no le encontraba explicación a esa segregación"

He de decir que también conocimos la otra cara de la moneda. Había ciudadanos que venían a felicitarnos, a darnos las gracias e incluso se presentaban con frutas, pizzas… Cuando he ido de segundas he visto una fractura social impresionante, lo que no había visto ni en Euskadi. Allí era un grupo muy definido, pero en Cataluña es una sociedad que está desde todos los ámbitos sociales y de edad a favor o en contra. Hay un problema serio y no sé cómo se va a solucionar. Recuerdo que un día cogimos un taxi y el conductor, catalán y de familia catalana, nos dijo que estaba sintiendo que los políticos estaban "balcanizando" su tierra y que iba a acabar muy mal. Yo le pregunté que cómo se sentía y él me respondió que amaba Cataluña y no le encontraba explicación a esa segregación que estaban provocando los políticos.

Creo que se ha producido un trabajo de ingeniería social de lavado de cerebro. Un niño de 10 años no entiende lo que es la independencia, pero lo vive porque es lo que ha visto en televisión, en el colegio, con sus padres… Un niño de 10 años no te puede explicar a ti por qué quiere ser solo catalán, pero está pasando. Quizá todo eso se remonta a 30 o 40 años y es ahora cuando lo estamos pagando".

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