Albert Rivera quiere salir a ganar las próximas elecciones generales y lograr el sorpasso a un PP en horas bajas y a Vox en fase todavía emergente; el líder del partido naranja sabe que ésta es su oportunidad. Y también sabe que si no lo consigue ahora, en su partido más de uno y de dos cuestionarán un liderazgo tremendamente personalista al que le ha llegado la hora de demostrar que puede pasar de partido promesa a partido de gobierno.

Ganar, en los términos en los que se plantean las próximas elecciones, es sacar un escaño más que el PP de Pablo Casado, para exigir la presidencia del Gobierno con un bipartito -con o sin el apoyo de Vox- que tanto entre los naranjas como entre los populares se da por descontado si los números salen. Y para obtener ese resultado Albert Rivera está dispuesto a echar toda la carne en el asador.

También jugando la carta de Inés Arrimadas, la mejor baza electoral de Cs junto al propio Rivera -algunos dicen, siempre en privado, que por encima incluso de Rivera-.

Los rumores sobre un eventual salto a la política nacional de Inés Arrimadas siempre han estado ahí, y se han intensificado en los últimos meses con señales que, sin ser determinantes, han dado que hablar: el cambio de trabajo de su esposo, Xavier Cima, abriendo nuevas vías profesionales en Madrid, y la salida de Cs de su jefa de prensa de los últimos años, Clara de Melo, que hace dos meses dejó el partido por una suculenta oferta en el Banco Sabadell.

Nada definitivo, pero sí pistas que abonaban la sospecha. Esta semana, los rumores estallaron ante el inminente anuncio de los candidatos a las primarias con las que el partido escoge a los cabezas de lista y se confirmaron este sábado, cuando ella mismo anunció su intención de encabezar la lista de Cs por Barcelona al Congreso.

Abandonar Cataluña

La operación tiene también detractores. Aquellos que advierten de que con la salida de Arrimadas de Cataluña deja huérfana la estrategia del partido en esta comunidad, donde Cs consiguió una victoria importantísima en las últimas elecciones autonómicas, cuando se convirtió en primera fuerza política de la comunidad. Con más de un millón de votos, los naranjas se convirtieron en el primer partido no independentista en ganar unas elecciones catalanas. Pero la victoria fue infructuosa, porque el independentismo ha seguido imponiendo su mayoría en el Parlament.

Y esa es una de las claves con las que dentro del partido -incluso en Cataluña- se justifica el salto de la líder catalana a la política nacional. La situación en Cataluña está bloqueada, con un empate técnico entre constitucionalistas e independentistas que deja la política catalana en eternas tablas. La presente legislatura es fiel reflejo de ello. Con un Govern paralizado por la presión que supone el juicio a los líderes del 1-O y la tensión que ejerce Carles Puigdemont desde Waterloo, y un Parlament cerrado cada vez que al independentismo le conviene, Arrimadas "no tiene recorrido" en Cataluña, aseguran algunas fuentes.

"El problema catalán sólo se arregla desde el Gobierno" aseguran desde Ciudadanos, atribuyendo la frase al propio Albert Rivera. Y en este contexto adquiere todo el sentido que Inés Arrimadas forme tándem con el líder nacional, encabezando la lista al Congreso de Barcelona. Si Cataluña va a centrar la campaña a las generales, y la dirección del partido está convencida de que Cataluña sólo se arregla desde la Moncloa, Arrimadas tiene un papel que jugar en esta campaña.

En la estela de Carme Chacón

Si en lo político, el salto a la política nacional exige análisis y ponderación de pros y contras, en lo personal se trata de una evolución casi natural en la carrera de los políticos constitucionalistas catalanes. Casi todos los cuadros medios y dirigentes regionales de PP y PSC que han destacado en Cataluña lo han hecho con la aspiración de dar el salto a Madrid. Una dinámica habitual desde hace décadas, por el contraste entre la eterna oposición al nacionalismo pujolista y la opción de formar parte del poderoso aparato del Estado, que en los últimos años ha hecho especialmente deseable el incremento de la tensión en Cataluña.

El desgaste de ser abucheado en los pueblos de la Cataluña interior, de ver tus sedes atacadas o de ser increpado por la calle es una motivación nada menor para seguir la estela emprendida por políticas que siguieron antes ese camino, como Carme Chacón o, más recientemente, Dolors Montserrat. La figura de la exministra socialista que marcó el techo electoral del PSC con 25 diputados por Barcelona que fueron determinantes para la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero será sin duda el ejemplo a seguir para Arrimadas.

La líder naranja cuenta para ello con innegable atractivo electoral, como demostró en las elecciones autonómicas del 21-D. Arrimadas consiguió entonces un gran resultado, y lo hizo sin dejar que le eclipsara el presidente del partido. Tras esa victoria, Arrimadas ha conseguido imponerse como portavoz nacional del partido, tarea que compagina con la de líder del partido en Cataluña, una combinación que solo se produce en Ciudadanos.

Y volvió a demostrar hasta qué punto es importante para el partido su tirón electoral en las elecciones andaluzas, en las que acompañó a Juan Marín casi tanto como el propio Rivera, tirando de su condición de jerezana para excusar el uso del conflicto catalán en la campaña andaluza. Pasadas las elecciones, el president Quim Torra le dio la bienvenida de nuevo al Parlament y a la política catalana, aunque parece que sus encendidos duelos parlamentarios tienen los días contados.