En las distancias cortas Santiago Abascal no da miedo. Puedes estar profundamente en desacuerdo con muchos de sus planteamientos y debatir con él tranquilamente, a base de argumentos, con una cerveza en la mano mientras ultiman un arroz campero. Su discurso duro y los prejuicios que rodean a Vox hacen prácticamente imposible convencer a alguien de que con Santiago Abascal se puede hablar y de que no lleva pistola. Sólo tras compartir una jornada de tareas en el campo con él y con su amigo, la figura del toreo Morante de la Puebla, llega la confirmación de un joven compañero. “Fuera de micrófonos es una persona muy normal”, reconoce.
Esa naturalidad desaparece cuando el líder de Vox se pone frente a una cámara o megáfono en mano para convertirse en azote de la “derechita cobarde” y de la “veleta naranja”. Su lenguaje se llena de vocabulario bélico y de conceptos como patria, orgullo nacional o reconquista que rápidamente llevan a la mente a conectar con el imaginario franquista. Sus enemigos políticos rentabilizan esa conexión sin lograr que Vox haga ninguna concesión sobre su ideología. "Somos la alternativa patriótica", asegura el líder del partido sentado junto a la chimenea de una casa de campo en Castilla. Tomando un café por la mañana, Abascal no cede y esquiva todas las preguntas sobre el espectro ideológico al que responde su formación, dando por obsoleto el eje izquierda-derecha, como hace cuatro años sostenía Podemos. Logró cinco millones de votos. Y Pablo Iglesias también daba miedo a mucha gente entonces.
La propuesta política de Abascal y su personalidad conquistaron hace casi un año a una de las figuras del toreo más importantes de España, José Antonio Morante de la Puebla, que tras seguir las enseñanzas de "don Antonio García Trevijano y su teoría de la libertad política" encontró en Vox "esos valores de la democracia real" que echaba en falta en otros partidos. La primera vez que hablaron por teléfono el maestro llamó "camarada" al político, que no se molestó con el término. "Puede ser de izquierdas o de derechas", bromean mientras relatan el inicio de su amistad. Morante enseña a Abascal los entresijos de la Fiesta, la espiritualidad de la tauromaquia y comparte con él el amor por la vida del campo. El dirigente vasco escucha con profundo respeto al torero y le preocupa que esa amistad perjudique a su carrera. De hecho, el 17 de diciembre, tras la irrupción de Vox en las elecciones andaluzas, en su Hacienda San Antonio de La Puebla del Río (Sevilla) aparecieron pintadas con mensajes amenazantes y poco después se produjo un incendio fortuito.
"No tengo ninguna duda de que su apoyo a Vox le puede perjudicar en su carrera profesional. Pero es que él no quiere salvar la Fiesta. Él quiere también salvar a España, es un patriota. Él no está pensando en su trayectoria o en conseguir que un partido apoye la tauromaquia. Él está pensando en mucho más allá y de verdad que aprendemos de su manera de estar y de su manera de ser. Él dice que el arte no tiene miedo, la España viva tampoco", explica mientras canta un gallo.
Las primeras presiones contra él no tardaron en llegar. Tras la presencia del torero en el mitin de Vistalegre de octubre que demostró la fuerza de Vox recibió la invitación de una ministra socialista andaluza a un encuentro discreto. "Cuando Pedro Sánchez vaya a los toros", fue su respuesta. Antes, también Susana Díaz se había acercado a él con el tono cariñoso y la cercanía habitual en ella cuando quiere ganarse a alguien. Pero esa proximidad y admiración personal tampoco se tradujo en un apoyo explícito a la Fiesta.
"Mi labor aquí es de agradecimiento, de amistad, de representación, pero no quiero nada más", asegura el torero, que asume los riesgos de su apuesta política por Santiago Abascal. "Hay que querer ganar y saber perder. Me monto en su barco y si el barco se hunde yo estoy dispuesto a hundirme también", afirma. Tiene claro su rechazo a cualquier propuesta de participación en la vida política porque a él la política siempre le ha dado "mucho asco". "Cuando veía a un torero o a algún artista acercarse a un partido político no lo he entendido. Pero después he comprendido que en la vida todo es política", aclara.
"La ilusión de Vox y de Santiago ha sido una esperanza no sólo para el mundo taurino, sino para todo el mundo que vive de las costumbres de su país. Y cuando hay partidos políticos que quieren prohibir la fiesta nos sentimos amenazados por la política. Tenemos que, digamos, contraatacar o defendernos a través del voto”, asegura el torero después de disfrutar como un chiquillo dando de comer a los cochinos y las vacas o paseando en tractor con Santiago.