Política

PODEMOS

Iglesias se escuda en su Consejo, un órgano vacío y cuestionado por falta de democracia

A las dimisiones y expulsiones, se suman las críticas por el funcionamiento del órgano, donde el líder impone su tesis sin votación

Pablo Iglesias e Irene Montero EP

Pablo Iglesias ataja la rebelión interna en Podemos con el Consejo Ciudadano Estatal -la dirección-, que se reúne este sábado tras las debacles electorales del 28A y 26M. El secretario general del partido ha huido hasta ahora de cualquier autocrítica frente a las cada vez más voces que piden que asuma responsabilidades y convoque una Asamblea Ciudadana -Vistalegre 3- para debatir sobre el rumbo del partido. La cúpula del partido se refugia en el encuentro de hoy para trasladar la imagen de que ha habido una reflexión dentro de Podemos. Pero el órgano en el que se escuda Iglesias es, según varias fuentes del partido, un espacio vaciado tras las purgas y múltiples dimisiones que se han producido y que nunca se han hecho públicas por Podemos. El CCE también ha sido fuertemente cuestionado por su falta de democracia, convirtiéndose en un espacio donde el líder impone sus tesis sin que se celebre votación alguna. Es más, según relatan, si alguien hace alguna propuesta crítica se arriesga a ser abroncado.

El pasado martes la cúpula de Iglesias e Irene Montero cesó en diferido a Pablo Echenique, que hoy será destituido formalmente como secretario de Organización. El objetivo de la dirección es centrar en él toda la responsabilidad de los malos resultados y acallar a los críticos, que no se conforman con este movimiento y que exigen un debate en profundidad. Sin embargo, esta opción está descartada por la cúpula de Podemos, que se agarra a la negociación de Gobierno con el PSOE para intentar blindarse y posponer un Vistalegre que puede poner en riesgo la continuidad de los Iglesias-Montero. Ramón Espinar y otros dirigentes como Kichi o Manolo Monereo han manifestado la necesidad de un Vistalegre 3. Pero la dirección de Podemos evita a toda costa abrir el debate de la sucesión para ganar tiempo y dejar bien atado el nuevo liderazgo en Irene Montero. En lugar de avenirse a este debate, el núcleo duro de Iglesias se ha limitado a señalar a quienes "llevan los debates a los medios de comunicación" en lugar de hacerlo en los "espacios de debate del partido", en referencia al Consejo Ciudadano. Sin embargo, este órgano carece de debate real, según apuntan algunas voces. "Apelan a los espacios de debate y en realidad nunca lo hay", censuran algunos testigos de este órgano.

No es nuevo el cuestionamiento del CCE por su falta de democracia interna. Al encuentro acuden -en teoría- los 62 miembros elegidos en Vistalegre 2, aunque en la web sólo figuran 42 en activo, a los que habría que restar los siete expulsados en los últimos días y otros tantos que han ido dimitiendo en estos meses, como el actor Pepe Viyuela o Manolo Moreneo. A a esta cifra de consejeros electos estos habría que sumar a los 17 secretarios generales autonómicos, aunque Madrid, Castilla La Mancha y Cantabria están huérfanos de dirección tras las cuitas internas. Pero lo más criticado es el control del secretario general sobre este órgano, supuestamente encargado de las decisiones de Podemos. El Consejo Ciudadano Estatal no celebra ningún tipo de votación, y las conclusiones quedan a la libre disposición de Pablo Iglesias, que después del encuentro traslada los mensajes que cree convenientes.

El funcionamiento del CCE queda lejos del Podemos asambleario que nació en 2014 al albur del 15M. Las peticiones de 'democracia real ya' de entonces han quedado relegadas al personalismo del líder del partido que se impone a su dirección. En estos encuentros, Pablo Iglesias hace una intervención inicial sin límite de tiempo ante los miembros de la dirección donde da las claves del debate. Después, los asistentes pueden pedir la palabra y tienen un tiempo límite de 3 minutos. Según relatan asistentes al CCE, Iglesias puede "recoger alguna frase" de algunos de los allí presentes, pero la conclusión del supuesto debate la impone el secretario general, que no somete a votación ningunos de los mensajes que después se trasladan a los medios. Las intervenciones críticas de los dirigentes, señalan, corren el riesgo de ser respondidas con reproches, como ocurrió en el último CCE de enero, cuando Irene Montero abroncó a los líderes territoriales y les culpó de los malos resultados de las generales por su "falta de implicación" en la campaña.

Desde el partido, hay quienes consideran que el CCE es un órgano vacío y "falto de democracia", y que su convocatoria es un pretexto para evitar asumir responsabilidades y someterse a la votación de los inscritos, al haber perdido apoyos en casi todos los territorios a excepción de Galicia y Castilla y León, y después de que dos los considerados barones pablistas se hayan desmarcado de la dirección y hayan dimitido de sus cargos dentro del partido: Espinar, en otro tiempo hombre de Iglesias en Madrid, y José García Molina, el ex secretario general de Podemos en Castilla La Mancha y vicepresidente manchego que hasta hace unos meses era un referente en Podemos como ejemplo del cogobierno con el PSOE. Sin embargo, las dimisiones no han cesado desde hace dos años, y muchos de los dirigentes elegidos entonces han ido saliendo en goteo de la dirección sin que se hiciera pública su renuncia.

En una entrevista publicada en El Salto Diario el pasado febrero, el histórico dirigente de IU y ex miembro de su dirección, Manolo Monereo, reconocía haber dimitido de sus cargos en este órgano. "Hace meses que dimití. Dimití porque sabía que los malos métodos y formas de organizar los debates tienen siempre consecuencias". "En general, el CCE se reúne y el secretario general hace un análisis político brillante, habla el tiempo que considera necesario y luego nos dan tres minutos al resto para intervenir. Nunca se sabe qué hemos aprobado, es como si fuéramos una ONG donde el director hace un buen análisis de lo que pasa, pero luego no hay acta, documentos ni resoluciones políticas. Es un debate que no genera compromisos. Se va degradando el funcionamiento del órgano y no se debate de política". "No hay una deliberación democrática de la cual surjan consensos y disensos, mayorías y minorías. No se vota. Eso ha degradado la vida de la organización. Yo me fui de la dirección de Podemos por eso, creo que no hemos aprendido la lección de que muchas de las crisis son objeto de los métodos de trabajo". Este mismo viernes, el dirigente también criticaba en los micrófonos de Onda Cero el caos organizativo del partido y advertía que "nadie se había tomado en serio" el funcionamiento de la formación.

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