Sin señales. La Moncloa no emite aún. Pedro Sánchez no tiene perfilado todavía su nuevo Gobierno, aquel con el que quiere afrontar una "nueva etapa", capaz de combatir una oposición que no le dará ni un segundo de tregua y de lidiar con la mayoría transversal que lo sustenta, con los independentistas amagando constantemente con apretar el botón nuclear. Y tardará unas horas más. Probablemente el presidente del Gobierno no dé a conocer las caras de su equipo hasta comienzos de la semana próxima, hasta el lunes. El misterio se mantiene vive algo más.

"Descansad el fin de semana", decían en el círculo del jefe del Ejecutivo a los periodistas al término del pleno de investidura en el Congreso, al filo del mediodía del jueves. Lo que parecía una broma para sacudirse la presión de encima se confirmaba este viernes. No habrá noticias sobre el nuevo Gabinete, ratificaban los colaboradores de Sánchez, durante este fin de semana, salvo cambio imprevisto.

En 2018 y 2020, Sánchez tardó cuatro días en comunicar su Gobierno desde el acto de promesa ante el Rey, y fue haciendo públicos sus ministros por goteo

Esta vez, el presidente ha evitado conceder pistas. En junio de 2018, tras la moción de censura que ganó a Mariano Rajoy, y en enero de 2020, tras la primera investidura, siguió la estrategia de dar a conocer su Ejecutivo por entregas, dosificando los anuncios día tras día para mantener la expectación alta y copar la actualidad informativa. En ambas ocasiones, tardó cuatro días en formar Gobierno desde el acto de promesa ante el Rey. Ahora, lo que bullen son las quinielas, pero no hay confirmación oficial de ningún nombre, y ni tan siquiera se sabe a ciencia cierta si preferirá esta vez comunicar su Gabinete por goteo o bien guardarse todo el listado de nuevos ministros para una comparecencia pública con la que sorprender.

"Paciencia", demanda una ministra de su total confianza. "48 horas para pensar un cambio de Gobierno en un momento tan importante es normal —continúa esta misma fuente—. Lleva tiempo hacerlo. Habrá pensado por adelantado [el diseño], pero los detalles finales... El presidente es cuidadoso, querrá hablar con todos uno a uno. Puede significar matices en las carteras, cambios de nombre, fusiones... Vamos, total normalidad". Otros dirigentes del partido creen que ha pesado en Sánchez su deseo de no competir con la concentración contra la amnistía que se celebra este sábado en la plaza de Cibeles, en Madrid.

La vicepresidenta tercera en funciones y ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico en funciones, Teresa Ribera (1d), saluda al recién nombrado presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (1i), tras finalizar la segunda sesión del debate de investidura en el Congreso de los Diputados, el pasado 16 de noviembre de 2023. Al lado de ambos, las vicepresidentas primera y segunda, Nadia Calviño (2i) y Yolanda Díaz (2d). EUROPA PRESS / ALEJANDRO MARTÍNEZ VÉLEZ

Sánchez, en cualquier caso, madura la composición de su nuevo Gabinete mientras crecen las tensiones en el ala minoritaria de la coalición. Este viernes, Yolanda Díaz propuso en un documento a la cúpula de Podemos que el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, sea ministro en esta nueva etapa, a cambio de que cesen los "ataques" e "insultos" contra ella misma y contra Sumar, y a cambio de comprometerse a ir juntos en las elecciones europeas de junio de 2024. Pero los morados rechazaron esa oferta, como era previsible, porque no sentían a Álvarez como uno de los suyos desde hace mucho tiempo. "Los ministros de Podemos los elige Podemos", escribió Ione Belarra, jefa del partido, a través de su cuenta en X. Y volvió a exigir la continuidad de Irene Montero en el Ministerio de Igualdad. Una condición que los morados saben imposible, porque Díaz tiene claro que Montero, a la que apeó de las listas del 23-J, no puede seguir en el Gobierno. Tampoco Sánchez desea que repita.

"Podemos no se merece estas estratagemas"

Por la noche, Álvarez confirmó en redes sociales que rechaza ser ministro porque entiende que sin el aval de la organización a la que pertenece no puede no es "concebible" que pueda aceptar. Y anunció su abandono de todos los cargos orgánicos en Podemos y su vuelta a su plaza de profesor de Economía en la Universidad Autónoma de Madrid. "Me produce una enorme tristeza esta noticia —le despidió poco después Belarra en X—. Gracias, Nacho Álvarez, por todos estos años en los que he tenido la oportunidad de comprobar tu valía profesional y personal. Podemos no se merece estas estratagemas que ponen a nuestra gente a los pies de los caballos". Otro dardo a Díaz.

Yolanda tiene que ver qué hacer. Pero en esto Pedro no puede ni debe entrar", dice un miembro del Gabinete sobre la guerra entre Sumar y Podemos

Los dirigentes socialistas consultados no creen que la mayor tensión entre Sumar y Podemos condicione a Sánchez. Porque está asumido internamente que quien elige los ministros del ala minoritaria de la coalición es Díaz, y ella tiene plena potestad para gobernar su espacio. El presidente, en principio, no pondría pegas a que los morados siguieran en el Ejecutivo si eso permite aliviar las tensiones dentro del espacio, pero se atendrá al criterio que marque la vicepresidenta segunda. "Yolanda tiene que ver qué hacer. Lo que está sucediendo es un drama. Pero en eso Pedro no puede ni debe entrar", apunta un miembro de su Gabinete. La titular de Trabajo aspira a retener los cinco ministerios que tenía Unidas Podemos, también para no verse debilitada frente a los morados.

La guerra entre Díaz y la cúpula de Podemos se llevaba así por delante, en el primer día de formación de Gobierno —Sánchez prometió este mismo viernes su cargo ante el rey Felipe VI en la Zarzuela—, a un hombre clave en estos años. La cabeza económica de la formación morada y uno de sus principales negociadores con los socialistas. Él fue el que discutía con María Jesús Montero las medidas económicas y, en cabeza de todas ellas, los Presupuestos Generales del Estado cada año. La vicepresidenta segunda lo incorporó a su equipo de campaña del 23-J y lo eligió después como su negociador jefe con el PSOE. Las conversaciones llegaron a buen puerto y el fruto fue el programa de coalición que Sánchez y Díaz firmaron en Madrid el pasado 24 de octubre. Sin presencia, por cierto, de Ione Belarra y de Irene Montero.

El ruido, fuera de la coalición

Todo esto en un día en el que también se despedía de la primera línea de la política y de la coordinación de IU el ministro de Consumo en funciones, Alberto Garzón. Y en su carta de adiós también se podía percibir la amargura por las batallas interminables en la izquierda. Garzón reconocía que en estos años ha vivido "lo mejor y lo peor de la política" y ambas cosas le "han atravesado implacablemente". "He empleado demasiado tiempo en tratar con gentes que no cuidan a sus semejantes y para los cuales la política es solo una forma de aplastar al que piensa diferente", describía.

El episodio de alta tensión entre Díaz y Belarra coincide con la salida de la política y de la dirección de IU del ministro Garzón

La relación al borde del abismo de Sumar y Podemos puede convertirse en una bomba atómica a lo largo de la legislatura. Los morados cuentan con cinco escaños dentro del grupo (31 en total), pero si ellos se separan de la disciplina marcada por Díaz o directamente pasan al Mixto, Sánchez tendrá que negociar con ellos como si fueran un grupo más. El presidente aspiraba a que la convivencia dentro del Ejecutivo mejorase después de una legislatura turbulenta en la que el ruido interno —además de la ley del sí es sí— erosionó gravemente a la coalición. Pero ahora se puede encontrar con que el ruido puede seguir fuera, procedente de los cinco parlamentarios de Podemos.

Mientras, las quinielas y la expectación continúan en el PSOE. Ministros del Ejecutivo saliente, ministrables o dirigentes del partido se siguen preguntando quiénes compondrán el nuevo Ejecutivo. Pero no hay evidencias ni pistas, más allá de la certeza de que Sánchez diseñará un equipo más fuerte, con más peso político.

Se espera que lance señales en clave territorial —la recomposición del partido quedó pendiente tras el 28-M por la urgencia de ponerse a trabajar en la campaña de las generales y, después, por esperar la investidura— y que tenga un tamaño algo más reducido. Las respuestas no están sobre la mesa. No todavía. Sánchez se toma su tiempo. Estira el suspense.