Juan Verde (Gran Canaria, 1971) es el español que más lejos ha llegado en la Administración de Estados Unidos: fue subsecretario adjunto de Comercio para Europa y Eurasia con Barack Obama, a quien conoce personalmente, al igual que a su esposa, Michelle Obama. Participó muy activamente en la campaña de Hillary Clinton y ahora echa la vista atrás y ve claros los errores que se cometieron. Actualmente está en el comité de finanzas del equipo que lucha por situar a Joe Biden, vicepresidente con Obama, a la Casa Blanca.

Dice claramente que el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, "no está bien de la cabeza". Asegura que Trump estaba muy preocupado por la pandemia del coronavirus hasta que se dio cuenta de que las víctimas no son sus votantes. En Estados Unidos son afroamericanos e hispanos los más afectados por el Covid-19.

Asesor de Clinton, también colaboró con Al Gore, es experto en sostenibilidad, cambio climático y economía circular. Preside la Fundación Advanced Leadership, una institución sin ánimo de lucro cuya misión es capacitar a líderes "a través del desarrollo de habilidades profesionales para aumentar su competitividad como agentes de cambio en la sociedad".

Asegura que en las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre "hay mucho en juego, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo", porque se trata de la orientación de la economía de EEUU, pero el efecto va mucho más allá. "Depende de quien lidere EEUU, la reconstrucción se hará de forma consensuada, entre EEUU y los grandes aliados Europa, con el fin de mejorar los sistemas que ahora no funcionan, o si vamos a repetir los mismos problemas, en caso de que gane Trump".

Pregunta.- Usted estuvo muy involucrado en la campaña de Hillary Clinton. ¿Qué errores se cometieron en 2016?

Ahora no damos por sentado lo que dicen las encuestas... Y hacemos todo lo posible para que la elección se determine por lo que hacemos nosotros, y no por lo que hacen los otros, es decir, nosotros llevamos la batuta

Respuesta.- Mirando hacia atrás, diría que se cometieron dos errores: Trump no ganó la elección, sino que nosotros la perdimos. En primer lugar, nos confiamos en lo que decían las encuestas: de las 19 encuestas nacionales que monitorizábamos a diario, 18 nos daban la victoria. Actuamos con confianza extrema en la victoria y no supimos movilizar a la gente e inyectar ilusión y entusiasmo para que salieran a votar. Ahora no damos por sentado lo que dicen las encuestas y estamos siendo muy conservadores en nuestras proyecciones. Hacemos todo lo posible para que la elección se determine en función de lo que hagamos nosotros y no por lo que hagan los otros, es decir, nosotros llevamos la batuta. 

P.- El año 2020 empezó con buenas perspectivas para Donald Trump con vistas a la reelección. De hecho, solo cuatro presidentes no han sido reelegidos en la historia reciente. Pero ha sucedido algo que no estaba en el radar: la pandemia ha golpeado la economía de Estados Unidos de una forma brutal. La tasa de desempleo es del 14,7% y los más negros augurios señalan que llegará a los niveles de la Gran Depresión (24,9% en 1933). En febrero se alcanzó un récord cercano al pleno empleo con un 3,5%. Si sigue así la situación, ¿Trump perderá? ¿Podrá recuperarse la economía de EEUU a medio plazo? ¿Estamos en una crisis peor que la de 2008?

R.- Sin ánimo alarmista, porque soy optimista, esto es un antes y un después. La situación actual es más comparable a la crisis del 29 o a una economía de guerra. Es la peor crisis económica que hemos visto.

Soy optimista. La capacidad industrial y económica de EEUU es incomparable, así como el espíritu emprendedor y el dinamismo. El mundo entero va a tener que invertir trillones de dólares en planes de recuperación global.

Soy optimista. Es una gran oportunidad para le mundo para hacer las cosas de manera más sostenible y viable. Lo que plantea Trump es una receta que solo empeorará las cosas

Es una gran oportunidad para que el mundo haga las cosas de manera más sostenible y viable. EEUU ha de apostar por la ciencia, la innovación y la sostenibilidad en su reconstrucción. Lo que plantea Trump es una receta que solo empeorará las cosas; es un modelo del siglo XX. Hemos de reconstruir la casa y hacerlo bien.

P.- La pandemia lo ha cambiado todo. Las primarias quedaron en suspenso. Y la campaña se ha transformado radicalmente.

R.- Afecta muchísimo esta pandemia. Estamos en una campaña cien por cien virtual. El tema online era hasta ahora un componente, pero en la actualidad todo es virtual. Tiene un impacto indirecto. La campañas intentan movilizar, y que la gente participe, y así de manera virtual es más difícil. Seremos en breve más de 800 personas y a medio plazo más de un millar.

P.- ¿Cuál es la clave para lograr la victoria en noviembre?

R.- La clave más importante serán los índices de participación. Lo sabemos los demócratas y lo saben los republicanos. La batalla se centrara ahí. Si la participación es alta (más del 60%), la victoria de los demócratas está garantizada. Si fuera baja, Trump será reelegido. (En 2016 fue de un 55%). La participación es tan importante que el Partido Republicano ha anunciado la creación de un fondo legal para parar las iniciativas demócratas en estados clave.

Si la participación es alta, la victoria de los demócratas está garantizada. Si fuera baja, Trump será reelegido. Lo sabemos los demócratas y lo saben los republicanos

Nuestra perspectiva es que esta pandemia va a dificultar a la personas salir a la calle a votar. Hay miedo al contagio, y hace falta volver a ilusionar. Los republicanos saben que si se favorece el voto por correo, el voto telemático y se prolonga la jornada de votación a dos días, van a tener difícil esta elección, y quizá las siguientes. Esta batalla se ha trasladado al mundo legal. No les interesa que participen las minorías, los hispanos, los afroamericanos, y tampoco las mujeres. Son los más afectados por la pandemia. Todo ha cambiado muchísimo. Son aguas que no se habían surcado antes. 

P.- ¿Ve un resultado ajustado?

R.- Todo se juega en unos cuantos estados clave. Estados Unidos está más polarizado que nunca. El sistema se basa en los votos electorales, no en el voto popular. Es a todo o nada. Al polarizarse más el país son menos estados los cruciales y más determinantes que nunca. Estas elecciones serán reñidas. 

Hoy por hoy son los siguientes, aunque la situación va cambiando: Florida jugará un papel importante, Ohio, Carolina del Sur, Alaska, Idaho, además de Arizona, Pensilvania, Wisconsin y Pensilvania. Por primera vez, Texas, bastión republicano, puede ser clave. El voto hispano está creciendo mucho en Texas. Recordemos que si los mismos hispanos que votaron por Obama hubieran votado por Hillary Clinton, habríamos ganado. 

P.- Si la situación sanitaria no ofrece garantías en noviembre, por rebrotes fuertes, ¿podrían posponerse las elecciones?

R.- La única forma de cambiar la fecha sería si hubiera consenso entre la Casa Blanca, la Cámara de Representantes y el Senado. Los demócratas no queremos cambiar la fecha. Tampoco los republicanos, en principio. Pero en este mundo de hoy todo cambia.

P.- Los demócratas se han visto beneficiados por la pandemia. No es algo que nadie desee pero es la sorpresa de octubre en grado máximo.

R.- En primer lugar, esto es una catástrofe para todos. Habrá entre 100.000 y 150.000 muertes (Ya hay más de 97.000 fallecidos y más 1,6 millones de casos). Esta crisis no le beneficia a nadie. Desde el punto de vista táctico, esta crisis no deseada ha hecho que la reelección de Trump no esté garantizada. Pero quedan seis meses y en política son una eternidad. De momento, Joe Biden está por encima de Trump entre seis y nueve puntos. 

A Trump le preocupaba mucho la pandemia hasta que se enteró de a quién le afectaba. no son sus votantes. No sufren las consecuencias

Trump no está bien de la cabeza. Está loco. Le preocupaba mucho la pandemia hasta que se enteró de a quién le afectaba. No son sus votantes. No sufren las consecuencias. Todo cambió entonces. Demuestra su visión cortoplacista, electoralista y despiadada. Hay 85.000 muertos concentrados en grandes metrópolis demócratas.

P.- Desde Europa lo que sorprende es el apoyo que aún tiene Trump, a pesar de todo lo que está diciendo en esta crisis. Un día recomienda ingerir lejía, otro dice que era una broma, o insiste en automedicarse y no ponerse mascarilla en público. Aún así, su electorado sigue siendo leal. Son incondicionales.

R.- Cualquier presidente de Estados Unidos, ante una crisis de estas características, tendría 40 puntos de ventaja sobre su rival: recordemos lo que paso con el 11-S, Pearl Harbour… El hecho de que su base electoral sea la misma que antes de la crisis ( 40/43% de apoyo) es una clara señal de debilidad y vulnerabilidad política. Es incapaz de buscar mayores apoyos y es necesario para ganar las elecciones. 

P.- ¿En qué se diferencian demócratas y republicanos a la hora de afrontar la crisis derivada de la pandemia?

R.- Nuestra posición sobre cuál debería ser el desarrollo económico de EEUU no cambia. Trump promueve un plan de estímulo económico dirigido a beneficiar al 1% de la población y no a la mayoría del tejido social e industrial del país. El proceso que ya estaban en marcha se ve acelerado. Ayuda a las grandes empresas. Nosotros queremos que la marea suba y suba para todos. Ellos solo para los barcos más grandes.

Ahora más que nunca hace falta una mayor y mejor distribución de la riqueza. En la última crisis ganaron los más grandes. Ahora no puede repetirse

Pensamos que ahora más que nunca hace falta una mayor y mejor distribución de la riqueza. En la última crisis ganaron los más grandes. Ahora no puede repetirse. Los más afectados por la crisis en Estados Unidos son los más vulnerables: hispanos, negros, mujeres. La reconstrucción económica ha de basarse en lo mejor para todos, no solo para los más grandes. Los republicanos piensan en las próximas elecciones, no en las próximas generaciones.

P.- Usted ha trabajado en el Departamento de Comercio en la Administración Obama. ¿En qué medida cambiará el comercio global a partir de ahora?

R.- El comercio no será igual, por un lado. Las cadenas de suministro se van a tener que reestructurar. La dependencia con China va a desaparecer. En EEUU el 95% de los antibióticos se producen en China. Esto cambiará por completo. La producción se va a reconducir a nivel más local. EEUU no será capaz de producir todo. Se abren oportunidades en Africa y América Latina. Serán alternativas a China. 

Sin embargo, si ganamos los demócratas, habrá un cambio radical en comercio exterior. Los demócratas proponemos una mayor integración entre EEUU y Europa. Los problema globales requieren soluciones globales: pandemias, cambio climático, terrorismo internacional, inmigración, tráfico de drogas y evasión de capitales. La relación con Europa va a mejorar con nosotros en un mundo bipolar, con EEUU y China al frente.

P.- Queda por saber quién será la candidata a vicepresidenta con Joe Biden, quien ya anunció que sería una mujer su número dos. ¿Nos puede dar alguna pista?

R.- Es el secreto mejor guardado en la campaña. Me encantaría que fuera una candidata hispana. Puede haber sorpresa. No se descarta nada. Soy un gran defensor de la mayor participación de las mujeres en el proceso electoral del mundo. Ojalá sea una mujer

Sí puedo dar un perfil: ha de ser alguien con quien Biden se lleve bien personalmente. Como vicepresidente, tuvo una relación atípica y afín con Obama. Le gustaría algo similar. Será alguien que aporte lo que no tiene Biden: sería más conservadora, probablemente del sur, más joven (Biden tiene 77 años)

Con Biden irá alguien con quien él se lleve bien, del sur, más conservador, pero yo no descartaría nada. Puede haber sorpresas

P.- Dada la edad de Biden, quien opte a la vicepresidencia podría ser el candidato a la Presidencia en 2024.

R.- Sí, y eso abre las posibilidades a más candidatos. Quienes en otra situación no aceptarían ahora sí lo harán. Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, tiene una gran aceptación popular. Y Michelle Obama me ha asegurado que no quiere, pero si fuera la única candidata que hace posible una victoria... quién sabe... Lo mismo puede pasar con Cuomo. No se anunciará hasta la Convención Demócrata, el 11 de agosto.

A nivel personal, lo que hace falta son palabras y actos de líderes que sumen y no dividan, que aporten, que no resten… Ahora hay una espiral de odio y ataques. La inmensa mayoría de los ciudadanos quiere unión, colaboración y sentirse americanos, no demócratas o republicanos. 

P.- ¿Cómo se verá afectada la relación con España si ganan los demócratas?

Históricamente la relación con España siempre ha sido más fuerte con los demócratas... Va más allá de lo militar. Con Obama se dio la mayor inversión de EEUU en España y de España en EEUU

R.- Históricamente la relación bilateral con Estados Unidos siempre ha sido más fuerte con los demócratas que con los republicanos. Con los demócratas ha ido más allá de lo militar. Cooperación, innovación, tecnológica, comercio... Con Obama se dio la mayor inversión de EEUU en España y España en EEUU. Es el ejemplo. La mejor forma de proyectar el futuro es analizar el pasado. 

P.- ¿Qué pasará si finalmente gana Trump en noviembre?

R.- Si Donald Trump ganara las elecciones del 3 de noviembre, creo que sería una razón para estar muy preocupados. Hay muchísimo en juego: no solo el destino político y económico del país, eso es lo normal y lo lógico. El problema es que esos cuatro años van a determinar la orientación y el curso de la economía mundial y de la economía de EEUU de manera muy significativa.

Hay muchísimo en juego en noviembre: no solo en EEUU... El plan de reconstrucción será consensuado o repetiremos los errores actuales según quién esté en la Casa Blanca

¿Qué quiero decir con esto? Vamos a llevar a cabo la mayor inversión en una reconstrucción del sistema económico de EEUU y un nuevo orden mundial. Y depende de quién lidere EEUU que este proceso se haga de forma consensuada, con los grandes aliados Europa, es decir, una reconstrucción orientada a mejorar los sistemas que ahora no funcionan, o si vamos a repetir los mismos errores. Los dos planteamientos son muy distintos: demócratas y republicanos. El plan de reconstrucción del país y de la economía mundial serán determinantes en función de quien gobierne en la Casa Blanca. 

En segundo lugar, una victoria de Trump sería catastrófica porque al menos dos o tres miembros de la Corte Suprema tendrían edad para ser reemplazados y él eligiría a republicanos para esos puestos. Eso sería extremadamente preocupante porque son cargos vitalicios. Es el máximo órgano legal del país. Determinará el corte ideológico de la Corte, que se inclinará hacia los republicanos, y del país, durante los próximos 20 o 30 años. Se eliminaría ese equilibrio que hay ahora entre conservadores y progresistas en la Corte Suprema. Quedaría en manos de jueces que tienen una visión muy distinta a la mayoría de las personas del país. Hay más demócratas que republicanos inscritos en el censo electoral y la ideología es más progresista que conservadora en EEUU.

Los estadounidenses estarían gobernados por un presidente republicano y una Corte Suprema republicana. Por ejemplo, estaría en sus manos el derecho al aborto o el descontrol de las armas de fuego, o la sanidad pública que correría peligro de desaparecer, lo poco que hay, creado por Obama. Hay muchísimo en juego.

Soy optimista, de todas formas, siempre lo he sido, y a la larga creo que al final todo saldrá bien. Y si no sale bien es que no es el final.