Sociedad

¿Por qué se ha complicado tanto el rescate de Julen?

Superados los 10 días de inagotable trabajo y pese al inédito despliegue de medios y personas, continúan dilatándose los plazos para encontrar al pequeño

Los equipos de rescate trabajan sin descanso desde el pasado 13 de enero.
Los equipos de rescate trabajan sin descanso desde el pasado 13 de enero. | EFE

Desde que el pequeño Julen cayese el 13 de enero en un pozo de unos 100 metros de profundidad, en el término del municipio malagueño de Totalán se ha movilizado un auténtico despliegue de medios y personas para atender un caso sin precedentes en nuestro país.

Tras comprobar en las primeras horas siguientes al fatídico accidente que no se podía absorber la tierra que obstruía el agujero, se ponía en evidencia un dato clave que marcaría todo el operativo posterior: que no se trataba de una operación de rescate, sino de "una auténtica obra de ingeniería civil humanitaria" con uno de los despliegues técnicos y de personal más impresionantes de los últimos años.

Pese a la ingente cantidad de expertos que participan en el operativo -cerca de 300 personas- aún no ha aparecido el pequeño superados los 10 días de inagotable trabajo por los múltiples inconvenientes que han ido surgiendo conforme avanzaba la obra y que ha ido ralentizando cada vez más los plazos.

Se conoce que los principales imprevistos han venido motivados por la inestabilidad del terreno y el consecuente desgaste de la maquinaria al chocar continuamente con estratos y roca de extrema dureza. Pero, ¿por qué se ha complicado tanto el rescate de Julen Roselló?

Desde el primer momento, el problema radica en que "se está utilizando tecnología de obra civil, utilizada en sondeos más superficiales, cuando lo que se necesita es maquinaria para una obra minera con la que se hacen pozos completamente rectos", declara a El Independiente el ingeniero de minas Tomás García Ruiz. Para excavar el túnel vertical se ha utilizado una pilotadora, usada para crear agujeros superficiales que se rellenan de hormigón, como en las cimentaciones de puentes.

El experto asegura que la utilización de "maquinaria errónea" desde el minuto uno explica que "encontremos una pega detrás de otra". "La realidad es tozuda, y lo que nos está diciendo a cada paso que damos es que no estamos empleando el material adecuado, que esa no es la metodología y por ello se va fallando en todas las fases", insiste.

Pero es la única alternativa. Pese a que la maquinaria minera es la más adecuada -y rápida- para este tipo de trabajos, es también incompatible con garantizar la seguridad del pequeño y, por ello, nunca se pensó en optar por ese camino. "No es un error utilizar estos equipos porque la máquina minera mete fluido, agua, aire a presión y resquebraja la piedra" por lo que "si Julen sigue con vida, sería una sentencia para él".

Rescate "sin precedentes"

Han pasado 11 días desde que el menor cayó al pozo de sondeo y comenzase uno de los rescates más inéditos y mediáticos que se recuerdan. El no contar con precedentes ha sido, precisamente, otro de los motivos por los que se ha alargado tanto la operación de búsqueda.

Fernando Garro, ingeniero de minas con 20 años de experiencia y miembro de la Junta de Gobierno del Colegio de Mineros, asegura no haber visto nunca nada parecido, el mismo escenario con el que juegan la dirección al frente del rescate. "Es una situación completamente singular en la que los profesionales han actuado sin información previa", afirma.

Garro considera que las decisiones en Totalán han sido "ejemplares" y califica de "normales" los inconvenientes que han ido surgiendo por el camino y que han dilatado los plazos, desde los desprendimientos de tierra hasta la desviación del túnel principal, pasando por las dificultades con las áreas duras.

"Se está trabajando sobre hipótesis, sin conocimiento geológico alguno" y normalmente "se hacen unos estudios técnicos previos para conocer el terreno, pero ahora no hay tiempo, es imposible. Tomar decisiones sobre la marcha es la única alternativa disponible", asegura el especialista.

Además, "no ha habido ningún caso parecido en el mundo" dada la estrechez del agujero y la formación de un tapón con material duro, por lo que no existe una base sobre la que poder trabajar ni unas pautas a seguir. Por ello, "se toman las decisiones y se corrigen los errores al mismo tiempo" en una operación en la que también ha sido condicionante "un terreno tan desfavorable, tan heterogéneo". "Hubiera sido una lotería que todo hubiese salido bien a la primera", sentencia Garro.

Ambos expertos consultados por este medio coinciden en un punto: que el operativo "ha sido el correcto", que se han movilizado a "los mejores especialistas del país" y que se está utilizando la tecnología más avanzada disponible y que, sin embargo, entienden que la gente a pie de calle "esté nerviosa" porque es un caso "extremadamente extraño, pero posible".

Formación del tapón

Fernando Garro explica, además, un interrogante que ha despertado un gran interés a nivel ciudadano: cómo es posible que se formase un gran tapón a 72 metros de profundidad en el que es imposible ahondar y bajo el que, según se prevé, se encuentra el niño.

Para formar la obstrucción, "el niño ha arrastrado tras él material procedente de las paredes del sondeo" aunque, para ello, "es necesaria caer a una enorme velocidad, casi como un misil", alerta el especialista.

"Una parte del material cae inmediatamente, pero la otra lo hace progresivamente durante varios minutos después" por lo que se va acumulando cada vez más tierra y escombros escalonadamente. El resultado es un atasco compacto "para el que hemos llegado a utilizar explosivos en algunas ocasiones".

La situación se agrava en este caso en particular por el pequeño diámetro del agujero, que hace mucho más posible la formación del tapón.

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