Guion largo y previsible, salvo contadas excepciones, el de la gala de los Premios Oscar 2025, celebrada durante la madrugada del domingo 2 al lunes 3 de marzo. Anora, la alocada y romántica comedia del cineasta independiente Sean Baker, sobre las desventuras de una prostituta, ganó cinco de las seis estatuillas a las que optaba: mejor guion original, mejor montaje, mejor dirección, mejor actriz protagonista (he aquí la primera excepción: Mikey Madison) y mejor película. La segunda excepción fue la letona Flow, sobre un variopinto grupo de animales que sobreviven a un mundo inundado sin humanos, como mejor película de animación contra pesos pesados como Del revés 2 (Pixar) y Robot Salvaje (Dreamworks).

El director y guionista de Anora, cuyo tercer y último discurso de agradecimiento fue el mejor, por certero y breve, defendió algo tan básico como ir al cine a ver cine. Esa es su "batalla" tras haber trabajado durante la última década en los márgenes de Hollywood con títulos como Tangerine (grabada con un iPhone), sobre un grupo de prostitutas trans el día de Nochebuena, y The Florida Project, sobre la cara B de Disneyland. Baker, que en uno de sus discursos también le dio las gracias a su perro, se dirigió a las distribuidoras de cine y a los padres: "Id al cine. Mi madre me introdujo al cine con cinco años. Hoy es su cumpleaños. ¡Felicidades!". 

No fue el único en acordarse de las salas de cine en una edición, la número 97, que apenas premió a títulos producidos y distribuídos por las plataformas (Netflix había fiado todo a una carta, Emilia Pérez, y le salió el tiro por la culata). Un sketch presentaba como novedad acudir al cine, con el presentador Conan O'Brian en un claro homenaje a Nicole Kidman, célebre por un anuncio de las salas de cine AMC, y con cameo de Martin Scorsese, que se reía de sí mismo, o sea, de la duración de sus películas.

Se puede decir que Anora arrasó en unos premios Oscar cuya edición número 97 resultó democrática. Salomónica. Café para todos. Menos para Demi Moore (62), cuya primera candidatura al Oscar como mejor actriz protagonista por La Sustancia se la frustró la casi debutante Mikey Madison (25), o sea, la titular de Anora, una "trabajadora sexual" (sic) que se casa con el hijo nini de un empresario ruso. Lo que empieza como una suerte de drama indie termina siendo una comedia disparatada y, en última instancia, romántica. Subió al escenario la revelación de la noche, Mikey Madison, y parecía estar pidiendo perdón (clemencia) a Demi Moore. La realidad siempre supera a la ficción.

La no victoria de Demi Moore como mejor actriz protagonista en los Oscar 2025 contrastó con el previsible, pero merecido triunfo de Adrien Brody como el arquitecto austrohúngaro que hace las Américas tras la Segunda Guerra Mundial en The Brutalist, otra de las vencedoras de la noche con sólo tres triunfos (aspiraba a diez). Súmenle mejor fotografía y mejor banda sonora. Hasta en dos ocasiones sonó la música durante el discurso de un Adrien Brody (51) que repetía personaje, el de ganador por hacer de perdedor, el de ganador por hacer de artista atormentado, pues ya se llevó el Oscar hace veintidós años por El pianista. 29 añitos tenía por aquel entonces. Dos décadas después, Adrien Brody se permitió el lujo de mandar callar al director de orquesta y parar la música.

El primer agradecimiento del intérprete fue a "Dios" para después mimetizarse con su personaje, el arquitecto Laszlo Toth, y hacer alusión a la importancia del destino y no del trayecto. "Para mí, es la oportunidad de empezar de nuevo y la oportunidad de ser afortunado durante los próximos veinte años de tener personajes importantes, relevantes", aseguró en el Teatro Dolby de Los Ángeles durante la madrugada del domingo 2 al lunes 3 de marzo. Observado por su mujer en primera fila, Georgina Chapman, el ganador al Oscar como mejor actor protagonista pidió "un mundo más diverso" (al fin y al cabo, The Brutalist es el reverso y anverso del sueño americano; he ahí su partición en esencialmente dos películas, intermedio inclusive). "Luchemos por lo que es correcto. Reconstruyamos juntos", sentenció.

Mención a Ucrania y chiste sobre Putin

Puede que lo político fuera premiado (tanto Anora como The Brutalist, sobre desplazados de la sociedad y por la Historia, se rodaron en poco más de un mes y su presupuesto fue comedido), pero no verbalizado durante una gala que, a pesar del buenhacer de su presentador Conan O'Brien, duró más de tres horas y media (misma duración que The Brutalist).

Daryl Hannah (64), en carne y hueso sobre el escenario para homenajear a Kill Bill (no pregunten por qué), fue la única presente en hacer alusión a Ucrania tres años después de la invasión de Rusia. Sobre Trump ni media broma; sobre Putin sí, a colación de la cinta triunfadora de la noche, Anora: "Supongo que los americanos [estadounidenses] están contentos de ver como alguien, por fin, le para los pies a un ruso poderoso", soltó Conan O’Brian, en alusión al enredo de la protagonista tras casarse con un joven heredero ruso. El presentador se acordó en sus respectivos idiomas de los públicos hispanohablante, indio y chino (para que luego digan que los estadounidenses no ven películas en versión original subtituladas), e incluso bromeó sobre dos españoles, el macho ibérico Antonio Banderas (en calidad de incompetente marido de Nicole Kidman en Babygirl) y Karla Sofía Gascón: "Si vas a tuitear esta noche sobre los Oscar, mi nombre es Jimmy Kimmel [presentador de la gala en 2024]".

En la alfombra roja y después sentado en primera fila, Guy Pearce, nominado como mejor secundario por The Brutalist, portó un pin por la paz de Palestina. Fueron los ganadores del Oscar a mejor largometraje documental, No Other Land, los únicos que criticaron abiertamente la política militar de la recién inaugurada administración Trump: "Queremos acciones para acabar con la limpieza étnica del pueblo palestino".

Tras Anora y The Brutalist, como las pequeñas grandes vencedoras de los premios Oscar 2025, el resto de candidatas se llevó, como máximo, dos galardones: Wicked (mejor diseño de vestuario y mejor diseño de producción), Emilia Pérez (mejor actriz de reparto y mejor canción original), Dune: Parte Dos (mejor sonido y mejores efectos especiales), A real pain (mejor actor de reparto), La Sustancia (mejor maquillaje y peluquería) y Cónclave (mejor guion adaptado).

La gran perdedora de la noche fue, como ya se barruntaban los expertos en la materia (de relaciones públicas y marketing, no de cine), Emilia Pérez, cuyas 13 nominaciones se acercaron peligrosamente a las 14 de Eva al desnudo (1950), Titanic (1997) y La La Land (2017).  La sombra de su actriz protagonista, Karla Sofía Gascón, era muy alargada tras la revelación de unos antiguos tuits racistas y retrógrados. Aún así, la de Alcobendas (dos alcobendenses acudieron a la gala, pues Penélope Cruz, tras dar las buenas noches en español, entregó el Oscar a mejor película internacional a la brasileña Aún sigo aquí), no hizo sombra a su compañera de reparto, Zoe Saldaña, que sí recibió el beneplácito por parte de los académicos como mejor actriz de reparto. 

Zoe Saldaña, antes Zoe Saldana (de azul en Avatar, verde en Guardianes de la galaxia) interpreta en Emilia Pérez a una pobre abogada que ayuda a la titular a transicionar de varón cisgénero, heterosexual y narcotraficante a mujer transexual, heterosexual y activista por los desaparecidos en México. La actriz llevó aprendido su papel, el de "hija de padres inmigrantes", al recoger el Oscar y le hizo los deberes a los periodistas: "Soy la primera persona de ascendencia dominicana en ganar el Oscar". 

Se acordó Zoe Saldaña de su abuela, Argentina Cesse, de sus abogados (lo normal...) y de sus compañeras de reparto, de cuyo nombre no quiso acordarse (Adriana Paz, Selena Gómez) para evitar pronunciar el de Karla García Gascón. Y si Penélope Cruz dio las buenas noches en español, Zoe Saldaña dio las gracias, primero en inglés y después en español para dejar claro a qué juega: a dos bandas. No fue la dominicana la única en hacer historia, pues Paul Tazewell se convirtió en el primer hombre negro en recibir el Oscar a mejor diseño de vestuario por Wicked.

Sin embargo, el triunfo como mejores secundarios de Zoe Saldaña por Emilia Pérez y de Kieran Culkin haciendo de Kieran Culkin por A real pain es un fraude, pues ambos son los verdaderos protagonistas de sus películas. Con ellos empiezan y terminan sendos largometrajes. Así, una Isabella Rossellini vestida de terciopelo azul (guiño a David Lynch) se quedó sin su Oscar por los casi ocho minutos que aparece ataviada de monja en Cónclave, otra de las grandes perdedoras de la velada junto a Un completo desconocido, la biografía, que no hagiografía, de Bob Dylan.

Ambas, Cónclave y Un completo desconocido, optaban a ocho estatuillas. La primera, un thriller político sobre la muerte y sucesión del papa, fue recompensada a mejor guion adaptado. La segunda se fue de vacío a pesar del gusto de la Academia de Cine por el género musical (casi nadie se acordó de Joker: Folie à Deux). Su estrella, Timothée Chalamet (29), como un joven Bob Dylan, no dio la campanada. Le acompañó su novia, Kylie Jenner, o sea, una Kardashian.

La despedida de Morgan Freeman a Gene Hackman

Fueron los Oscar 2025 unos premios más tristes de lo habitual. Fue Morgan Freeman el encargado de despedir a Gene Hackman, cuya muerte, junto a la de su mujer y su perro, continúa siendo un misterio. Ambos coincidieron en dos películas: Sin perdón (1992) y Bajo sospecha (2000). 

Freeman, con su habitual guante negro en la mano izquierda, se deshizo en halagos hacia Hackman como intérprete y como persona: "Recibió dos Oscar (Contra el imperio de la droga y Sin perdón) y se ganó el corazón de los cinéfilos de todo el mundo. Él decía que no pensaba en su legado, sino en ser una persona que hacía bien su trabajo. Gene, serás recordado por eso y por mucho más. Descansa en paz, amigo mío". 

Fue un in memoriam diferente, por la cercanía de la muerte de Gene Hackman, al que precedieron, entre otros, Gena Rowlands (con quien Gene Hackman compartió plano en Otra mujer, de Woody Allen), Maggie Smith, Donald Sutherland, Shelley Duvall, David Lynch y James Earl Jones, o sea, Darth Vader. Hubo omisiones como la de Shannen Doherty o Michelle Trachtenberg, también fallecida la semana pasada. Dios aprieta, pero no ahoga, y sobre el escenario se pasearon veteranos dispuestos todavía a dar guerra como June Squibb (95), Goldie Hawn (79), agarrada a Andrew Garfield como un clavo ardiendo, y John Lithgow (79).

Fueron también los Oscar 2025 el entierro de la sardina, o sea, de James Bond, cuyo legado pasó a mejor vida hace tan sólo unos días después de que sus herederos, Barbara Broccoli y Michael G. Wilson, cedieran ante Amazon, o sea, Jeff Bezos, del que también se rieron los guionistas, aunque muy poco.

Pero a James Bond no se le llora; se le baila, se la canta. Así lo hicieron la actriz Margaret Qualley (la otra de La sustancia), nepobebé por excelencia (hija de la actriz Andie MacDowell) y las cantantes Lisa, al son de Live and Let Die (1973), Doja Cat, al ritmo de Diamonds Are Forever (1971), y Raye, como sucesora de la oscarizada Adele con Skyfall (2012). A rey muerto, ¿reina puesta?

Pero vayamos al principio de la ceremonia para tener un final feliz, pues no hay nada como estar en casa y esos zapatos rojos de Dorothy (Judy Garland) en El mago de Oz (1939). La edición 97 de los premios Oscar iba a ser y fue un homenaje a su ciudad, Los Ángeles, con un carrusel de fotogramas como el de Mulholland Drive (2001) con Naomi Watts como una principiante e ilusionada actriz o el de La La Land (2017) con unos enamorados Emma Stone y Ryan Goslin. Y entonces, sonaron los primeros compases de Somewhere Over Rainbow con la voz de Ariana Grande, vestida de rojo (¡zapato inclusive en la espalda!), y, de fondo, la luna llena… Era la magia del cine, aunque hubiera luna creciente.