Por primera vez desde el inicio de la epidemia, el portavoz del Comité Técnico de Gestión del Coronavirus, Fernando Simón, ha planteado el uso generalizado de mascarillas por la población como estrategia de contención del coronavirus. "Aprendamos de cómo funcionan otras sociedades como los japoneses", ha afirmado, "tenemos que aprender a utilizar los equipos de protección individuales a medida que estén disponibles".
En su entrada por videoconfencia - pues él mismo está infectado por COVID-19 - Simón expresaba este uso de mascarillas como una de las alternativas posibles a la hora de empezar a "desescalar" las medidas de confinamiento. Es el debate que convive ahora, en la tercera semana de reclusión por la pandemia del coronavirus y tras la estabilización en el aumento de nuevos casos, con la posible prórroga del Estado de Alarma que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, dejaba entrever este jueves.
El uso generalizado de mascarillas que hoy plantea Simón supone un cambio de estrategia, pues hasta ahora Sanidad siempre lo había descartado, en línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) pero en contra de la estrategia empleada por los países asiáticos, como China, Japón o Corea del Sur, donde desde el principio se impuso su utilización.
Aunque muchos expertos advierten de la posible "falsa seguridad" que pueden otorgar las mascarillas, otros expertos en Salud Pública como Boi Ruiz, director de la Cátedra de Gestión Sanitaria y Políticas Sanitarias de la UIC de Barcelona apunta a que las mascarillas funcionan, "aparte de para no contagiar a los demás, como fórmula de concienciación sobre el problema".
En España, más allá de las recomendaciones, lo cierto es que el uso de mascarillas ha sido hasta ahora sobre todo una cuestión de posibilidades. Desde que se agotaran estos equipos de protección en las primeras semanas (con robos en centros sanitarios incluidos), incluso los profesionales que sí las necesitan en el desempeño de su trabajo - fundamentalmente los sanitarios pero también otros como las fuerzas de seguridad o los trabajadores de centros sociosanitarios - no han podido disponer de ellas. La falta de estos equipos está detrás, como han denunciado las asociaciones profesionales y sindicatos, de que España sea uno de los países con una tasa más alta de profesionales sanitarios contagiados en la pandemia de COVID-19.
En las últimas semanas, la compra de mascarillas y otros productos de protección individual ha centrado la actividad del Gobierno y comunidades autónomas, que han recurrido a China, el mercado con más disponibilidad, para realizar adquisiciones millonarias. Unas adquisiciones marcadas por la polémica de la compra de tests fallidos, que llevaron al ministro de Sanidad a afirmar que "el mercado está completamente loco".
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