Un grupo de padres asistía este lunes a la reunión previa de inicio de curso en un colegio de Madrid: "Aunque figuraba en el protocolo inicial que os pasamos, finalmente no mediremos diariamente la temperatura a los niños porque hemos sabido que si el termómetro de pistola se utiliza todos los días puede dañar el cerebro", planteaba la maestra ante un grupo de padres inquietos con la vuelta al cole en este otoño COVID-19.

Más allá de que sea oportuno tomar diariamente la temperatura a los alumnos antes de entrar a clase - el Consejo de Colegios Médicos no recomienda hacerlo - lo cierto es que no existe evidencia científica que respalde que estos termómetros entrañen riesgo. "Lo que hacen estos termómetros es medir la radiación infrarroja que emiten las personas, no emitirla", dice Pablo Eguía, vocal de la Sociedad Española de Neurología. "Todo ser vivo emite radiaciones infrarrojas que varían de acuerdo al calor corporal y lo que hacen estos termómetros de pistola es medir esta señal térmica que emitimos, procesando esta información y calculando la temperatura, para que luego aparezca reflejada en la pantalla del dispositivo. No hay nada perjudicial en esta señal", incide.  

Aunque se les llame termómetros láser, la mayoría de los termómetros que vemos en colegios y otros establecimientos no llevan luz láser y cuando lo hacen es una luz de muy baja emisión orientada a ver dónde se dirige el termómetro. Pero tampoco esa luz láser - la que emite un puntito rojo - es perjudicial aunque apunte a la frente del niño. "Un láser no es más que una fuente de luz concentrada y su poder depende de la intensidad. En estos termómetros, el láser sólo sirve de guía para comprobar que se apunta correctamente y no tiene ni intensidad ni capacidad de penetración para tener efecto alguno en la piel", explica Alberto Nájera, profesor de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Nájera aclara, además, que da igual el número de veces que se utilice el termómetro: "El efecto no es acumulativo, da igual que apuntemos al niño todos los días, no entraña ningún riesgo".

Otro de los bulos que han corrido ya desde hace tiempo y en relación con estos termómetros es que podrían causar un daño ocular, que también desmiente Salvador Alsina, presidente de la Fundación Visión y Vida. "No hay ninguna evidencia de que produzcan daño en los ojos, los más habituales ni siquiera llevan un láser y en los que lo tienen es de tan baja potencia que también es inocuo", afirma.

No obstante, Encina coincide con Eguía en la importancia de que los termómetros se adquieran en farmacias o fabricantes autorizados y que contenga el marcado CE. "Esta es la primera garantía porque hablamos de productos sanitarios. Esa es la mayor garantía de que no hay daño alguno pero por eso hay que comprobarlo", indica Alsina, quien cree que "el público al que se dirigen fundamentalmente estos dispositivos, bebés y niños muy pequeños, es garantía de su seguridad".

"Estos bulos sobre que pueden matar neuronas o causar daño cerebral son totalmente falsas: si realmente tuvieran algún tipo de efecto perjudicial, no estaría permitida ni su comercialización ni su uso", añade Eguía, a quien le "sorprende que haya que desmentir este tipo de afirmaciones, van muy en línea con los negacionistas, no tienen ninguna base científica", concluye.