Mientras que la vacuna va abriendo un camino un camino de esperanza hacia la salida de la pandemia, el paso de los meses va mostrando otras heridas abiertas. La de la salud mental es una de la que los expertos auguran más graves y su impacto en la población general ya ha sido bautizado como fatiga pandémica. “De la misma manera que el impacto del virus fue de una magnitud mucho mayor a la esperada, el efecto del Covid en la salud mental va a sobrepasar todas las expectativas”, afirma Josep Ramón Domenech, vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP).

Y es que la ola de salud mental ha tardado más en salir a flote y también estará vigente durante más tiempo. El decano del Colegio de Psicología de Madrid, Fernando Chacón, vaticina que el pico de la pandemia de salud mental relacionada con el Covid “lo veremos a finales de 2021 o principios de 2022”. Hasta entonces, seguirán saliendo aflorando muchos trastornos, “tanto agravados en personas que ya los padecían como nuevos, especialmente de ansiedad y depresión”.

Algunos datos ya empiezan dar cuenta de la magnitud del problema. Según los datos de la distribuidora farmacéutica Cofares, la demanda de antidepresivos aumentó un 6% entre septiembre y noviembre de 2020 respecto al año anterior y entre final de año y principios de 2021 el consumo de valerianas y somníferos – relajantes del sueño – se incrementó un 11%. Otra reciente encuesta del Ministerio de Sanidad (OEDA), apunta a que el consumo de hipnosedantes sin receta (ansiolíticos y sedantes) pasó del 1,9 al 3,1% entre antes y después de la pandemia. El aumento fue mayor en las mujeres aunque se produjo en todos los grupos de edad.

"Se ha producido un aumento en el consumo de sustancias tanto fármacos como otro tipo de tóxicos, trastornos de adicción que vemos junto al aumento de cuadros de ansiedad, depresión, trastornos de conducta alimentaria y tentativas de suicidio", asegura Domenech.

Estos trastornos están comenzando a verse con más frecuencia en los últimos tiempos porque, como asegura Domenech, "hace ya demasiado tiempo que no estamos bien y poco a poco disminuyen las oportunidades de estar bien. Influyen el aislamiento o la falta de directrices coherentes que seguir, porque las contradicciones son lo peor para los ansiosos". Este psiquiatra estima que alrededor de un tercio de la población puede llegar a padecer algún tipo de trastorno mental este año: "Por eso es muy importante estar alerta, saber que puede pasar y detectarlo cuanto antes, tanto de forma personal como en quienes nos rodean".

Domenech incide en que, fruto de la estigmatización de la salud mental en nuestro país, muchas veces nos cuesta aceptar que podemos estar padeciendo un trastorno y que, por ello, es muy importante estar atentos de nuestros seres queridos. "Si vemos un cambio de comportamiento en alguien cercano, apatía, irritabilidad o un cambio de conducta, vale la pena aproximarnos y preguntar. Hay que escuchar sin juzgar y no apartarnos. Es la forma de conseguir saberlo y poder ayudar", subraya el portavoz de ASEPP.

Pistas para pensar que hay un trastorno

En la ansiedad, uno de los trastornos más comunes en el contexto de la pandemia, Domenech subraya "la preocupación constante, el cansancio físico y mental, la dificultad para concentrarse, la irritabilidad y la alteración del sueño" como los síntomas más comunes, aparte de físicos como dolor y otros.

En el caso de la depresión, el psiquiatra subraya "la tristeza, la desesperación, la apatía, el sentimiento de culpa e inutilidad o de fracaso" como los síntomas emocionales más comunes. En los cuadros depresivos, se unen también "síntomas físicos - cansancio, apatía, cambios de apetito o dolores -, los intelectuales, como la pérdida de interés o el pesimismo y los conductuales, como la agresividad, la inquietud o la falta de tolerancia, entre otros".

Qué hacer para cuidarnos

El psicólogo Fernando Chacón incide en que una de las características de esta pandemia de coronavirus es que ha afectado a todos los segmentos de población. "Se han dado datos como el de que los jóvenes son los más afectados pero a ellos les afecta más en sus relaciones sociales. A los mayores les ha podido afectar más por el aislamiento, de hecho se está viendo cómo se agudizan cuadros de principio de demencia. A los adultos les está afectando más por culpa de lo económico y laboral. Pero está afectando a todos", explica.

Por ello, el psicólogo ofrece algunos consejos para tratar de evitar los problemas o minimizarlos: "Si hay síntomas, no tardar mucho en consultar. Porque lo que primero es leve, se agrava si no se atiende. Intentar no sobrepreocuparnos, es necesario estar informados pero no sobreexpuestos. Por otro lado, intentar mantener cierto nivel de actividad y relaciones sociales según lo que se pueda y, también, tratar de mantener unas rutinas, especialmente necesarias si se está teletrabajando. El simple hecho de vestirse es clave para separar trabajo y descanso", incide.

También Beatriz Mora, coordinadora de psicología de la Clínica López Ibor, aconseja "relacionarnos con los demás, no cerrrarnos, compartir, pedir ayuda y preguntar a otros cómo se encuentran". La psicóloga apuesta por "darnos cuenta de las oportunidades que abre la pandemia. Aprender a hacer las cosas de otra forma, ajustar valores y creencias, sacar el lado positivo de la situación, sentirnos orgullosos de lo que estamos haciendo".

Todos estos problemas afectan a una España que cuenta con uno de los peores ratios de psicólogos por habitante de Europa lo que afecta directamente, incide Chacón, en la calidad asistencial: "Hace ya un año que el Consejo General de la Psicología pedimos al Gobierno que atendiera esta situación que se venía con la pandemia, pero de momento no hemos obtenido soluciones".

El problema ya partía de una necesidad que, antes del estallido de la pandemia en enero de 2020, hizo patente el Defensor del Pueblo. Se consideraba "urgente que Gobierno y Comunidades Autónomas estudien cómo incrementar el servicio de atención psicológica que ofrece el Sistema Nacional de Salud (SNS) tras constatar que la ratio de psicólogos por habitante apenas ha variado en la última década" y que ello se traduce en "una pobre respuesta a la fuerte demanda existente". Según sus datos España tiene aproximadamente un tercio de psicólogos que la media europea.