Meses antes de llegar a Madrid ya lo habían vendido todo. Nadie quería perderse la última obra de Nao Albet y Marcel Borràs, que venía precedida de la premisa supuesta de marcar el final de un tándem que ha sabido reinventarse en cada función, encontrando siempre una nueva forma de sorprender al espectador.

Los catalanes venían de hacer temporada con De Nao Albet y Marcel Borràs en el TNC (Teatro Nacional de Cataluña) de Barcelona y también en el festival Temporada Alta de Girona. A la capital han llegado para cerrar el Festival de Otoño de Madrid con solo dos funciones en el Teatro de la Abadía.

Esta pareja de directores, autores e intérpretes son, desde que empezaron a trabajar juntos, un soplo de aire fresco para la escena teatral española. Obras como Mammón, Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach o Falsestuff son ejemplo de la ironía, el humor y el ingenio que van implícitos en la firma personal de este dúo, tratando temas como la avaricia, la originalidad en el arte o la lucha de egos en las relaciones creativas. De esto último va De Nao Albet y Marcel Borràs, una función en la que, de una forma minimalista y austera, ambos autores se exponen "al cáncer del ego" que ha sido capaz de acabar con su relación. Todo ello de una forma radical, sin atenerse a ningún tipo de pudor ni barrera que les impida explorarse y mostrar sus aciertos y sus miserias, como artistas y también como personas.

Sobre su último trabajo juntos, el futuro de su relación y su forma de entender el teatro se sinceran Nao Albet y Marcel Borràs en esta entrevista con El Independiente.

Pregunta.- Estuvisteis hace poco en Madrid con Falsestuff, donde cuestionáis la originalidad del arte, y ahora vais más allá con el asunto del ego del artista. ¿Qué es lo que os mueve a tratar este tipo de temas?

Marcel: Son temas que nos interpelan de manera directa. En Falsestuff sí había una temática que igual era un poco abstracta, pero que en nuestro día a día tenía un concreto, que es esta cuestión interna de decir qué significa ser original hoy en día. Aquí es lo mismo pero de una forma más personal, va de cómo te relacionas con el otro, cómo son las relaciones interpersonales cuando hay también un proyecto profesional de por medio, que en nuestro caso es eso, pero para cualquier espectador puede ser el hijo que tiene juntos, o su familia. Es un poco más íntimo en ese sentido, pero también es un tema muy universal, creo que más universal que Falsestuff incluso.

Nao: Y luego también es algo que nos sale de forma espontánea, no es que lo tengamos muy pensado. Directamente tenemos la necesidad de hablar de esto, también porque estaba un poco encima de la mesa la idea de la presunta separación y dijimos: "Bueno, pues hablemos de este tema, porque es algo que nos interpela últimamente".

P.- En ambas está muy presente esta idea de desmontar el teatro a partir del teatro.

Nao: No es algo que busquemos tampoco, al final muchas cosas nos salen como sin querer, por la necesidad que tenemos. En este caso, sí ponemos en duda la autoficción, o ponemos en duda el artefacto en el teatro es porque hemos sentido la necesidad de relatárnoslo. Pero al mismo tiempo nos da pereza hacer autoficción. Por lo que pensamos en cómo podíamos apelar a esta intimidad y a este viaje más autoreflexivo sin grandes escenografías, todo desnudo. Lo que nos ha llevado ahí ha sido el propio impulso de necesitar contar esta historia, y la manera de contarla parte también de ese impulso.

"A veces también lo puedes pasar bien curando tus heridas o hablando de cosas más chungas"

Nao Albet

P.- Imagino que esto de tratar el ego del artista implica que habéis llegado a un momento de madurez creativa en el que el 'yo' empieza a pesar. ¿En qué momento os encontráis ahora mismo?

Nao: Bueno, lo de la madurez no lo sé. Quizá es porque le damos más vueltas a las cosas, quizá no es tan espontáneo como solía ser.

Marcel: Igual sí que hay un poco de eso, pero tampoco queremos perder la idea del juego.

Nao: Y no la perdemos. No es que tengamos que esforzarnos, sino que realmente muchas veces, cuando nos ponemos encima del escenario, lo primero que nos sale es disfrutar y pasárnoslo bien. A veces también lo pasas bien curando tus heridas o hablando de cosas más chungas. Luego sales y dices, ay, qué bien me ha sentado hablar de todo esto encima del escenario. Pero sí hay una necesidad de disfrutar y de pasarlo bien, las reglas del juego van mutando, pero sigue teniendo la misma finalidad que es el disfrute.

Marcel: También creo que es una cuestión de dónde pones el foco. Jugar es la base, pero en el punto en el que estamos ahora, cuando nos ponemos a jugar, de repente aparecen toda una serie de temas que antes igual también aparecían pero no le poníamos el foco. Y en esta obra en concreto, hemos decidido ponerle el foco a conceptos que tienen más que ver con mirar hacia dentro, cómo somos y cómo nos relacionamos.

Marcel Borràs. | ISRAEL CÁNOVAS

P.- Aun así, son temas muy serios pero siempre soléis tratarlos desde la ironía.

"Si nos tomáramos muy en serio seguramente nuestras obras no habrían llegado tanto"

Nao Albet

Marcel: La ironía está muy presente en nuestro teatro, porque también es nuestra manera de...

Nao: De lidiar con todo esto. Al final yo creo que si no hubiéramos sabido meterle autoironía, si nos tomáramos muy en serio seguramente nuestras obras no habrían llegado tanto, porque podría ser un poco pedante. Si lo que quieres haces es hablar sobre la avaricia del hombre pero el marco es unos chavales que se han llevado el dinero de la subvención a Las Vegas y han terminado haciendo el gamberro, pues estás hablando del mismo tema, pero con estos filtros que hace que llegue más fácil a la gente. Al final el mensaje les llega igual, pero no se lo han tomado tan en serio y nos ha dado más libertad para jugar. Ponemos al público en un sitio en el que están más preparados para luego darles en el quid de la cuestión.

P.- Hay mucho de eso de no tomarse demasiado en serio a sí mismo en vuestro teatro.

Nao: Sí, quizá sí, aunque no siempre. También intentamos que no solo sea un divertimento y un trabajo, que haya cierto poso, que lleguen algunas ideas y que salgas un poco removido o con ganas de darle al coco.

Marcel: También creo que tiene que ver con el propio juego en sí, el hecho de probar con las dinámicas, que es algo que nos pasa mucho en la sala de ensayo, que de repente creamos un universo y nos gusta también buscar la manera de desmontarlo y crear otra cosa. Y esta idea de ir jugando con las dinámicas creo que es lo que provoca también la parte sorprendente para el espectador, de que no sepa muy bien por dónde vamos a salir.

P.- El otro gran tema que trata esta obra es el de la autoficción, en un momento en el que es el género por excelencia en casi cualquier arte. ¿Hasta qué punto os condiciona o estáis condicionados por las tendencias para tratar estos asuntos?

Marcel: En realidad el tema de la autoficción era algo que nosotros ya habíamos practicado sin ser conscientes de ello desde el principio, con el tema del meta. De repente creábamos una historia de ficción, pero rompíamos la cuarta pared para hablar con el público y contarles lo que nos había generado a nosotros desde nuestro punto de vista hacer esa obra, etcétera. En todas las obras han estado presentes nuestras aportaciones 'a pie de página'. Pero sí que es verdad que ahora es un tema que está más en boga. En esta obra en concreto es en la que más lo jugamos, pero no ha venido dado por una cuestión de lo que está ocurriendo a nivel cultural en general, sino que se ha dado más por una necesidad nuestra personal.

P.- Esta obra surge de la idea de recopilar vuestras mejores obras, ¿cómo se pasa de esa idea a esto?

Nao: Sí, la idea embrionaria nace hace muchos años medio en coña. Primero porque las primeras obras que hicimos estuvieron muy poco tiempo en Barcelona, te pasabas medio año creando una función, luego la estrenabas, hacíamos tres funciones y ya. Cuando llevábamos cuatro funciones de estas pequeñitas, ya hablábamos de que molaría hacer una obra donde pudiéramos hacer una que englobara los grandes momentos de cada una. Era una idea un poco chorra, y luego también otra idea que en esa época volaba por nuestras cabezas era la del reencuentro de nosotros dos, como dos amigos que hace muchos años que no se ven porque se pelearon o lo que sea, y hay un reencuentro en el que rememoran sus vidas pasadas. La idea se quedó en un cajón durante muchos años hasta que dijimos: "Oye, quizá es el momento de hacer esta función".

P.- ¿Y cómo os ha afectado emocionalmente trabajar este juego que os toca de una forma tan personal?

Nao: Yo creo que estábamos medio preparados porque ya habíamos hecho mucho curro antes, todos los reproches o críticas que hacemos el uno del otro no nos vinieron en el proceso de ensayo, sino que ya nos conocemos tanto y, por suerte nos lo hemos dicho todo bien, nos hemos sentado a hablar cuando pensábamos que no estábamos muy bien. Y al haber hecho ya todo este curro, cuando empezamos a crear la función no nos venía de nuevo, sino que el material con el que tratábamos ya lo conocíamos. Pero sí que es verdad que es un poco delicado y que al final, pues sí, algo de resquicio sí que deja, supongo.

Marcel: Y luego también apareció el conflicto moral de cómo tratábamos a los personajes que aparecen en la obra, que son gente real de nuestro entorno. En eso tuvimos que darle vueltas para no hablar mal de nadie o, si lo hacíamos, que hubiera un consenso con ellos.

Nao: Invitamos durante el proceso a que viniera la gente más cercana, para que supieran lo que íbamos a decir de ellos, por si les molestaba, pero por suerte no tuvimos nadie que nos dijera que no quería salir en la obra o que no dijéramos algo suyo, sino que todo el mundo estaba como: "Sí, es vuestra mierda, haced lo que queráis".

P.- ¿Qué os han dicho después de ver la función?

Nao: La gente flipa. Los que nos conocen se sorprenden de hasta dónde vamos, porque al final es más autobiográfico que autoficción. Decimos muchas verdades y hay algunas que son muy íntimas, hay gente que se escandaliza un poco y nos dice: "Guau, vais hasta el fondo". Pero bueno, también ese era el reto, decir vamos, si lo hacemos, lo hacemos de verdad.

Marcel: Aquí teníamos la ambición de ir al fondo con lo que nos pasa, lo que somos y lo que queremos mostrar de nosotros, que no parezca solo un juego.

Nao Albet. | ISRAEL CÁNOVAS

P.- ¿En qué estado se encuentra esta sociedad creativa que tanto os ha dado?

Nao: Pues no lo sabemos ni nosotros, la verdad. A día de hoy no tenemos ningún otro proyecto apalabrado ni nada, pero no lo sabemos. Yo personalmente a veces me levanto diciendo: "Está bien que sea la última", y hay otros días que me levanto diciendo: "No, hay que hacer más, hay que seguir currando juntos", y no lo sabemos porque es lo que te digo, tampoco tenemos nada.

Marcel: Es que te engañaría si te dijéramos que tenemos alguna idea

Nao: Y es como una relación, al final si tú le preguntas a unos que se han separado o que están fatal y parece que se van a separar, pues a saber, quizá esta noche acaban follando, vuelven a conectar a tope y ven que tiene sentido seguir. De pronto pueden pasar otros ocho años y seguimos juntos, o al final no podemos más y esta sea la última conversación.

"Yo diría que hace falta un relevo generacional, que no todas las instituciones las lleven gente de 60 para arriba"

Nao ALbet

P.- Es una obra que ya viene curtida en Barcelona y ahora traéis a Madrid, pero solo dos días. ¿Tenéis pensado volver?

Marcel: Es algo que nos gustaría y estamos pensando en ello.

Nao: Nos gustaría levantar la producción, porque al preparar la función tampoco sabíamos lo que iba a costar, lo grande que sería, teníamos una intención, pero no sabíamos el resultado. Entonces era un poco absurdo intentar montar ya una gira o montar temporadas cuando todavía no sabíamos de qué tipo de espectáculo estábamos hablando. Pero ahora que ya lo tenemos, pues sí. La idea es quizá la temporada que viene dejarnos caer por Madrid.

P.- Por último, me gustaría preguntaros por el estado del teatro, que es un arte que vive mucho de cómo le traten las instituciones. Ha habido ahora cambio en el Ministerio de Cultura, ¿qué le pedís como autores a las instituciones?

Nao: Yo diría que hace falta un relevo generacional, que no todas las instituciones las lleven gente de 60 para arriba. Menos Alfredo (Sanzol), que tampoco es tan joven, pero los demás todos son de 60 para arriba. Y es una lástima porque nosotros, por ejemplo, en el Teatro Lliure cuando tuvimos a (Àlex) Rigola hace 15 años o así, él tenía 34 años y al menos en Barcelona, porque aquí en Madrid no lo conozco tan de cerca, pero para mí fue la mejor programación que ha hecho un teatro público, la que hizo él en su momento. Entonces me hace pensar que quizá hay algo ahí de la nueva hornada que se debería aprovechar.

P.- ¿Habéis notado ese relevo generacional en algún sentido?

Nao: Bueno, en las direcciones lo empezamos a notar, pero también porque nosotros nos hacemos mayores también y es más normal ahora empezar a trabajar o a encontrar directores o directoras de nuestra generación, pero no en los cargos públicos de dirección de instituciones, eso ya es más difícil. Molaría, la verdad, tener a alguien de 30 y pico dirigiendo un teatro.