Era el ‘elefante en la habitación’ del relevo generacional del PNV. El nombre al que nadie osaba cuestionar, el político más veterano de la formación y probablemente de la política española. Joseba Egibar (Andoain, 1959) concentra en su figura la historia de las tres últimas décadas de la política vasca. Siempre en primera fila, sabiendo adaptarse a cada tiempo, a cada líder, a cada discurso. No en vano, ha sido el portavoz del partido en el Parlamento Vasco durante los últimos 25 años. Ya no lo tendrá que hacer más. Sabin Etxea ha decidido prescindir de él, no incluirlo en su lista para las autonómicas del próximo año. Será la primera vez en 33 años que el nombre de Egibar no figure en la plancha del partido al Parlamento Vasco.

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Oficialmente se asegura que ha sido el propio Egibar quien ha dado un paso atrás. Revalidarlo para aspirar a un noveno mandato en la Cámara de Vitoria contrastaría con el argumento de nuevo ciclo, de renovación generacional, con el que el EBB ha justificado desplazar a Urkullu por un candidato a lehendakari mucho más joven, Imanol Pradales.

Egibar tiene hoy 64 años y arrastra tras de sí toda una vida dedicada a la política, al PNV y a representar su alma más soberanista. Sobrevivió a la escisión en 1988, a la salida de Arzalluz –su padrino- en 2003, a la derrota en la carrera por presidir el PNV o a la fractura del PNV más soberanista que supuso el ‘Plan Ibarretxe’ y la renovación posterior del partido bajo la presidencia de Urkullu. Su discurso se ha modulado a cada momento histórico. Ha sido la voz del partido en el Parlamento Vasco desde 1998. Pese a representar el alma más soberanista del partido, alejada en algunos momentos del tono marcado por la dirección de la formación, Egibar ha sabido moverse y sobrevivir. Ha sido la voz del PNV en la Cámara vasca bajo la presidencia de Josu Jon Imaz, de Iñigo Urkullu y de Andoni Ortuzar.

Desgaste en Gipuzkoa

Pero más de tres décadas en política desgastan mucho. Cambia la sociedad, cambia el partido y cambia el electorado. En su caso lo han hecho de modo incuestionable. En Gipuzkoa su tirón es cada vez menor. Las nuevas generaciones no ven en su discurso, perfil y oratoria el atractivo que la izquierda abertzale sí ha logrado imprimir en los últimos años a sus candidatos. El declive se ha producido de manera progresiva. El golpe de realidad más duro se produjo en las últimas elecciones municipales. El PNV sólo logró ser la lista más votada en cinco de los 88 municipios de Gipuzkoa. EH Bildu, la coalición que lidera Arnaldo Otegi, lo hizo en 77 localidades. La penetración municipal de la izquierda abertzale es muy superior. Y bajo la marca de Bildu aún más. En 2015 obtuvo 398 concejalías, frente a las 280 del PNV. El pasado 28-M el margen aún se acentuó más: 462 ediles para los de Otegi, 261 para los de Egibar.

A ello se suma el que habría sido un duro revés si no llega a ser por el PP. El PNV estuvo cerca de perder la Diputación Foral de Gipuzkoa. EH Bildu se impuso y la suma de PSE y PNV no alcanzaba la mayoría absoluta necesaria. Sólo el respaldo de los populares salvó a los nacionalistas. Un golpe de gracia para certificar la pérdida de peso que arrastra el partido en un territorio cada vez más controlado por la izquierda abertzale, capaz de captar a las nuevas generaciones que el PNV no logra encandilar.

La paradoja quiso que el PNV de Egibar se impusiera en el pueblo de Otegi, Elgoibar, y que la EH Bildu del líder de la izquierda abertzale lo hiciera en Andoain, el pueblo de Egibar. Ambos representan una misma generación, Otegi sólo es un año mayor que Egibar, pero los dos rozan ya la edad de la jubilación. El secretario general de la izquierda abertzale ya ha asegurado que seguirá en política, que optará a ser reelegido como secretario general de EH Bildu. Egibar no se ha pronunciado aún sobre el futuro de una carrera en política que inició con sólo 19 años y que podría estar ante su final.

El fallido heredero de Arzalluz

Egibar preside el partido en este territorio desde 1987. Salvo el periodo 2003-2007, lo ha liderado un total de 32 años. Por el momento, continuará como máximo responsable de la formación en Gipuzkoa, hasta que tras las elecciones autonómicas el PNV afronte un proceso de renovación de sus direcciones y en las que todo apunta que se acometerá la renovación generacional ahora iniciada.

De oratoria fácil y directa, su seguridad y firmeza ante el micrófono y el público pronto llamaron la atención del entonces presidente del PNV, Xabier Arzalluz. El histórico dirigente del partido lo apadrinó hasta su salida del partido. Arzalluz aspiró a que fuera su sucesor tras anunciar en 2003 que se retiraba de la política. Uno de Azkoitia y el otro de Andoain, localidades vecinas. Se entendieron bien y Arzalluz pronto lo aupó a la presidencia del PNV en Gipuzkoa con apenas 28 años.

Pero aquella operación para cederle el mando del partido salió mal. El considerado ‘delfín’ de Arzalluz se topó con la generación que quiso cambiar las cosas, entre los que se encontraba Josu Jon Imaz, Iñigo Urkullu, Andoni Ortuzar… En las elecciones para liderar el EBB el candidato Imaz le ganó por un solo voto y Egibar no alcanzó la presidencia del partido. Desde entonces no lo ha vuelto a intentar. Supo integrarse en el PNV más moderado, de alma soberanista más tranquila y pragmática que diseñó Urkullu y que Ortuzar ha mantenido. En su trayectoria incluso figura la de haber sido alcalde de Lizartza, entre 2003 y 2007.

El 'alma soberanista' del PNV

Egibar siempre ha simbolizado el alma más abertzale del PNV, la que debía competir en Gipuzkoa. Lo ha hecho en un partido eminentemente vizcaíno y donde ese pulso ha sido siempre más leve. El pasado mes de julio, en un acto del partido, Egibar volvía a demostrar que su aspiración no se ha movido, “nuestro objetivo no es sostener ningún gobierno de España o Francia sino la constitución de un Estado vasco”, dijo ante su militancia. Es él quien siempre ha dado la cara en las cuestiones de carácter más soberanista e identitario, en las materia en las que el PNV se juega el espacio con EH Bildu: los presos de ETA, el euskera, el derecho decidir… El partido también ha recurrido a su perfil en momentos clave como el ‘Pacto de Lizarra’ suscrito con ETA para el cese de su actividad terrorista en 1998.

Las dos realidades diferenciadas que en clave abertzale representan Bizkaia y Gipuzkoa reflejan bien la disparidad de liderazgos que el PNV ha mantenido en este tiempo en uno y otro territorio. Mientras en la dirección vizcaína y alavesa ha ido acumulando en estas tres últimas décadas relevos normalizados, en Gipuzkoa Egibar ha logrado con el tiempo controlar todos los resortes del partido en su territorio y convertirlo en una suerte de ‘micromundo’ dentro del conjunto del organigrama del PNV. Lo ha presidido sin contestación ni cuestionamiento público.

Ahora, en la lista al Parlamento Vasco el PNV ha renovado gran parte de los nombres, incorporando figuras como las de Markel Olano, quien fuera diputado general de Gipuzkoa, o la presidenta de la Cámara, Bakartxo Tejería.

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