Karol Nawrocki ha ganado las elecciones en Polonia con el 50,89% de los votos, a Rafał Trzaskowski, alcalde de Varsovia. De esta manera, Ley y Justicia (PiS), el partido que lo ha apoyado, retiene la Presidencia de la República, y reafirma el periodo de cohabitación. Se espera que el veto a toda actividad legislativa que impulse la coalición de Donald Tusk sea una constante. Ha terminado una campaña electoral y los ojos ya están puestos en la siguiente: si no hay adelanto, las elecciones legislativas serán en 2027.

Debemos ser conscientes de que, a pesar lo que diga la extrema derecha en redes, Polonia es un sistema parlamentario, no presidencialista, y que el presidente de la República tiene derecho a veto de las leyes que apruebe el Sejm, o Parlamento. La actual coalición no suma las tres quintas partes necesarias para saltar el veto presidencial, lo que significa que los polacos van hacia el estancamiento político.

En redes sociales vemos cómo diferentes cargos del PiS celebran la derrota del candidato oficialista: Trzaskowski es del mismo partido que el primer ministro Tusk. También celebran que dispondrán del derecho a bloquear la política polaca. Es peculiar que festejen en estos términos la victoria, ya que significa que han comprado el marco entero del tercer partido, la ultraderechista Konfederacja. Apesar de que en gran parte los votantes de este tercer partido han ido hacia el candidato del PiS en la segunda vuelta, más por su animadversión hacia Tusk y su coalición que por confianza en Nawrocki, esto no significa que haya connivencia entre ambos partidos. Es más, el candidato presidencial de Konfederacja, Sławomir Mentzen, consiguió casi un 15% de los votos en la primera vuelta, el doble de lo que lograron en las elecciones parlamentarias de 2023.

En este punto se abre una cuestión importante dentro de la derecha polaca, y las pugnas de liderazgo discursivo y político. Si bien ahora podemos valorar las elecciones presidenciales como una advertencia a Tusk, también es una advertencia al PiS. Su espacio histórico ya no solamente lo ocupan ellos, sino que hay una tercera fuerza que puede ser segunda en las elecciones dentro de dos años frente a Plataforma Cívica. Esto sucederá si desde el partido de Kaczyński siguen comprando todo el marco de antipolítica de Konfederacja. Es lo que tiene moverse en un discurso que acaba yendo contra la gestión del PiS en determinados períodos, e incluso ha ido contra la presidencia de Duda en diferentes ocasiones. Puede ser lo que llamamos ir a por lana, y salir trasquilados.

Debemos valorar también la principal cuestión de las elecciones de este fin de semana, y es que, desde Plataforma Cívica, como también desde sus aliados, las líneas de legislatura deben cambiar. Es muy difícil que puedan cumplir con sus promesas electorales, porque el PiS actuará con un veto constante al tener la Presidencia durante lo que queda de legislatura.

Si miramos las encuestas, podemos ver de dónde viene la desafección: muchos votantes de Plataforma en 2023 reprochan a Tusk por no implementar las políticas que dijo que implementaría. Por otro lado, Plataforma Cívica continúa siendo la primera opción entre los polacos. Esto significa que hay un episodio de decepción contenida: se desconfía de Tusk, pero se sigue confiando en el partido.

Para no entrar en el terreno del populismo, desde Plataforma Cívica han contenido las críticas hacia la Presidencia de la República, pero quizás esta estrategia es la que echan en falta sus propios votantes. En plena ola de reacción política, no se puede evitar el debate político contra el populismo.

Hay una derechización de la política polaca y una confianza parcial hacia soluciones autoritarias"

Además, podemos ver como hay una derechización de la política polaca, y una confianza parcial hacia soluciones autoritarias. No es extraña esta tendencia, ni es excepcional, pues toda Europa está siendo sacudida por la misma deriva, desde España a Rumanía, y de Suecia a Italia. Pero en este sentido sería recomendable que Donald Tusk tomara nota de Rumanía, e hiciera de la Unión Europea y de los valores liberales su bandera, poniendo pie en pared en la cuestión de derechos y libertades civiles.

Todos sabemos que con el PiS no está en juego aún poner en cuestión la pertenencia a la Unión Europea, ni tampoco a la OTAN, ni tampoco cambiar la Constitución polaca para cambiar el sistema político hacia uno que haya más connivencia entre ellos y las instituciones, a pesar del bloqueo de la Corte Judicial. Pero la felicitación de George Simion, candidato de la ultraderecha rumana a Nawrocki, está ahí, y demuestra que los vínculos actuales del PiS no dejan de ser con aquellos con que promueven una tensión institucional constante, ponen en duda la validez de las elecciones si pierden, e incluso simpatizan con cierta reacción nostálgica del autoritarismo.

En conclusión, si bien estas elecciones presidenciales se pueden entender como un suspenso al Gobierno de Tusk, más que un apoyo al PiS, dentro de dos años se marcará un punto de inflexión. Faltan 24 meses para que los polacos decidan si la senda impulsada por el gobierno tiene su aval, o prefieren votar por otras opciones que ofrezcan soluciones. Konfederacja pide paso, el PiS puede tener una crisis de liderazgo si Kaczyński deja de ser su presidente, y ciertos aliados de la coalición gubernamental quizás no lleguen a obtener representación al ver los resultados de estas elecciones.

Serán dos años de incertidumbre, tensión y reproches constantes. Polonia aún no ha desaparecido, como recita la primera estrofa del himno polaco (Jeszcze Polska nie zginęła / Kiedy my żyjemy... ) esperemos que no desaparezca entonces.


Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado.