Quien avisa no es traidor. Aquel o aquella que acuda a Superestar en Netflix con sed de Veneno se llevará un buen chasco. Ni mejor, ni peor; diferente. Muy diferente. Por supuesto que Los Javis, aquí productores ejecutivos, se hacen notar. Qué menos. En su voluntad por la diversidad, meten a las travestis de Drag Race, a intérpretes trans, a Terelu Campos y a Mariona Terés, a la que siempre rescatan desde Paquita Salas. Siempre a favor de que Mariona Terés esté en todas las salsas. Interpreta aquí a una vecina y/o amiga de Santurce (Vizcaya), de donde es Tamara/Yurena/Ambar, en el sexto y último capítulo de esta miniserie creada por Nacho Vigalondo. Rara, rara, rara. La amarán o la odiarán. No hay término medio. Cuesta imaginar que en Netflix dieran el visto bueno a esta obra que escapa de toda lógica y categoría. La estrenan el viernes 18 de julio.

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Uno podría esperar, tras el efecto de Veneno en la producción de insulsas biografías sobre iconos pop de la historia española reciente (se salvan Balenciaga y si acaso Bosé), que Superestar siguiese la misma estela y tocase las mismas teclas. Ascenso y caída de Tamara, cuya irrupción en el panorama musical –televisivo– se produjo a finales de siglo con la canción No cambié. El 'efecto 2000' hecho serie. ¡El milenarismo! Pero Vigalondo enseña la patita desde el primer episodio, el más cabal de todos, centrado en la infancia y juventud de su protagonista, hija única de un matrimonio mayor de pocas palabras. Es una declaración de intenciones: no será Superestar una biografía al uso. ¿Es acaso Superestar una biografía?

Ni un 'pero' al casting, a cargo de Eva Leira y Yolanda Serrano. Otras dos que están en todas las salsas (bien por ellas). Puede que la caracterización de Ingrid García Jonsson como Tamara no convenza al principio y parezca una imitación de Muchachada nui. Sin embargo, Vigalondo se las apaña para introducir a la titular poco a poco. Incluso la coloca en los márgenes para centrarse en otros personajes. La elegida es una actriz kamikaze, y el público, una vez llegue a la última parada, habrá dejado de buscarla entre el maquillaje y verá al personaje, a la persona, que a veces son lo mismo. A Vigalondo parece obsesionarle aquí la identidad, su desdoblamiento e incluso suplantación. ¿Cuántas Tamaras hay?

Al principio, la que corta el bacalao es la actriz Rocío Ibáñez como Margarita Seisdedos, 'madre de', incapaz de ver a su hija como la mujer adulta que es. Es uno de los muchos recursos narrativos del director y guionista, que se reserva dos papeles en pantalla. El de narrador que introduce la historia en cada entrega, como antaño hicieran Alfred Hitchcock o Chicho Ibáñez Serrador, y el de alter ego del showman Xavier Sardá. El resto de presentes en plató hará las delicias de la audiencia en función de cuánto conocimiento tenga de la cultura pop (o trash) y de la industria audiovisual. ¿Se acuerdan de Carlos Latre como la Pantoja de Puerto Rico? ¿Qué hace Francine Gálvez allí? ¿Puede haber mejor elección que Aníbal Gómez como Boris Izaguirre?

Los de mayor edad y nostálgicos cazarán al vuelo que el canal y programa de televisión por donde transitan todos sus personajes –Leonardo Dantés, Paco Porras, Arlequín, Loli Álvarez, Tony Genil–  es Telecinco y Crónicas marcianas, precursor de la telebasura. Quien viera Veneno recordará el magnífico episodio ambientado en otro late night, Esta noche cruzamos el Mississippi, con Israel Elejalde como Pepe Navarro, que se prestó a un cameo redentor. Sin embargo, la realidad supera a la ficción, así que Vigalondo no se excede en reproducir los momentos televisados más icónicos (lo más aburrido de Superestar) y opta por una carretera perdida que le conduce a David Lynch. Estamos hablando de un señor, Vigalondo, cuya mejor película, Colossal, aborda el acoso a través de la figura del kaiju (criatura gigante, Godzilla). Y en Superestar mete a Podemos y a la manifestación del 8-M de 2018.

Al director y guionista no le interesa tanto la verdad, sino que lleva al extremo las mentiras de sus marginados personajes e introduce en un género tan clásico y conservador como la biografía elementos de terror, fantasía y ciencia ficción. Historias para no dormir. Pero nunca se olvida de dotar de emoción y musicalidad al relato (aquí sí se da la mano con Los Javis), de dar un cierre por todo lo alto a cada capítulo, e incluso de hacer 'justicia' a Tamara y Leonardo (Secun de la Rosa) sin caer en el cliché de 'muñeco roto'. "No te hagas la víctima", se dice Tamara. Resulta osado sentenciar que Superestar es, de momento, la gran serie española del año (vean A muerte en Apple TV+ o atresplayer). Sí es, aparte de muy gay (aquí también hay sauna), la más arriesgada. El mundo es de los valientes, dicen.

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