José Luis Martínez-Almeida no nació para ser alcalde, sino para ser lo que es, abogado o agregado diplomático, si me apuran hasta sacerdote. Pero lo de ser alcalde aún se pellizca para creérselo. Maneja la ironía como pocos y se crece ante el público como tantos hombres bajitos, invisibles para la mayoría hasta que un día alcanzan el poder. Ha cambiado su moto Yamaha con la que iba a todas partes, por su coche oficial, aunque solo en ocasiones. Y lo primero que pensó al llegar al edificio de Cibeles donde está la sede municipal fue en quitar la pancarta de Welcome Refugees, y poner otra, que aún no ha colocado pero que tiene en mente con el slogan Welcome Inversores. Su mente es más pragmática que ideológica, más eficiente que trascendente.

Para seguir leyendo Regístrate GRATIS