Desde que la crisis del coronavirus comenzase a avanzar tímidamente dentro de nuestras fronteras, una región ha destacado sobre el resto dentro de la saturación, el horror y la tragedia generalizada. Madrid se ha convertido en el centro neurálgico de la pandemia en España, y ahora vuelve a estar en el foco por un sospechoso repunte: en las últimas 24 horas, se han registrado 981 nuevos contagios solo en la región, el triple que el día anterior cuando se registraron 363 positivos más y sin contar los diagnosticados con test serológicos. En total, el número de contagios en Madrid se sitúa en los 60.765 mientras que los fallecidos alcanzan los 8.105, según el último balance oficial del Ministerio de Sanidad.

La cruda realidad que ofrecen las cifras coincide con uno de los anuncios más importantes desde que comenzó el estado de alarma: el plan de desescalada "gradual y asimétrica" que tiene preparado el Gobierno para el desconfinamiento progresivo de la población, una guía que, pese a tener definidos los criterios sobre qué se puede o no hacer en cada una de las cuatro fases establecidas, deja incógnitas como la ausencia de un calendario definido y los parámetros que determinarán qué provincias -unidad de medida escogida- cambiarán de fase, cómo y cuándo. ¿El horizonte general? Finales de junio.

Según los cálculos del Gobierno, se prevé que todo el país entre en fase 0 el próximo lunes 4 de mayo, aunque en las sucesivas etapas no entrarán al mismo tiempo todos los territorios. En la Comunidad de Madrid descartan quedarse los últimos -con las implicaciones económicas y sociales que ello conlleva- y ya trabajan en un plan para "reabrir cuanto antes" aunque con fuertes medidas de seguridad. En este punto, surge un interrogante: ¿debe Madrid desescalar al mismo ritmo que el resto de las provincias? ¿Está preparada, si quiera, para entrar en la fase 0 tras registrarse casi 1.000 casos en un solo día?

El ex ministro del PSOE y economista Miguel Sebastián opina que es un "disparate". Afirma no sólo que Madrid deba desescalar más lento, sino que cuestiona que deba entrar si quiera en la primera fase. Vincula además los datos optimistas de los últimos días con la 'hibernación' en Semana Santa, y los últimos repuntes con la posterior reactivación de la economía, que en Madrid supone, entre otras consecuencias, una mayor afluencia en el transporte público, uno de los focos de contagio.

"En los últimos cinco días solo Madrid ha tenido más casos que toda Grecia en toda la pandemia; en los últimos 10 días, más que todo Australia; en los últimos 15 días, más que todo Corea del Sur. ¿De verdad estamos en Madrid listos para la fase 0?", cuestionaba Sebastián, a través de un mensaje en Twitter.

Luces y sombras de dejar a Madrid atrás

La pregunta es clara. ¿Está preparada Madrid para avanzar al mismo ritmo que el resto de España o será la última en alcanzar la 'nueva normalidad'? Pero la respuesta es dubitativa y llena de "incertidumbre". Varios expertos consultados por El Independiente coinciden en señalar que la propia idiosincrasia de Madrid -algunos la vinculan en este proceso a las decisiones que se tomen respecto a Barcelona- indica que "lo razonable es que su desescalada sea más lenta" y avance "con un ritmo propio e incluso con medidas diferenciadas", indica el economista y ex diputado de Ciudadanos Francisco de la Torre.

Lo razonable es que "Madrid avance con un ritmo propio e, incluso, con medidas diferenciadas"

No obstante, señala que "no es acertado" aseverar con total seguridad que deba quedarse la última porque, más allá del número de contagios, "no hay datos que sostengan esta afirmación". Señala el economista la ausencia de umbrales definidos por el Gobierno y la existencia de otros parámetros más allá del epidemiológico, como la fortaleza del sistema sanitario o las debilidades económicas. "Hay que entender que la presión por desconfinar Madrid es mucho mayor que la de Chiclana de la Frontera", ejemplifica. "Y Madrid supone el 20% del PIB", recuerda.

Pero hay más aristas que se suman a la incógnita sobre el desconfinamiento simétrico o asimétrico de la capital. Entre ellos, la ausencia de los resultados del estudio de seroprevalencia y la falta de trazabilidad de contagios antes de decretar medidas. Y Madrid, frente al resto de regiones, puede ser el territorio con mayor número inmunizados ante el virus, por lo que "un rebrote no sería tan agresivo como un nuevo brote en sitios donde apenas ha habido casos", insiste Francisco de la Torre para explicar la complejidad del asunto. Además, "en Madrid se dispararon los contagios en buena parte por las manifestaciones masivas del fin de semana del 8 de marzo, y eso no va a volver a repetirse".

"Definir el umbral que estamos dispuestos a soportar"

"Es cierto que al haber pasado más gente la enfermedad, habrá más inmunidad", coincide con el economista José Ángel Morales, profesor del Departamento de Biología Celular de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), pero "debe ir más lenta que el resto", asevera, teniendo como referencia los datos de los últimos días.

La capital cuenta con 'pluses' de contagio, como es la cuestión de la movilidad y de su amplia área metropolitana, como recuerda Fernando Rodríguez Artalejo, director de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), por lo que pide "prudencia" a la hora de tomar medidas, si bien tampoco desvela cuál sería la decisión más acertada por la "complejidad" de la realidad madrileña y la falta de datos. "Que Madrid salga antes o no no es una decisión de blanco o negro. Puede ser que sí, pero con matices", apunta.

Esos "matices" que señala Artalejo los corrobora el científico del CSIC, Luis Miller. A su juicio, "no habrá una decisión unilateral que deje atrás a alguna comunidad autónoma" de parte del Gobierno, y abre la puerta a un posible escenario: que Madrid avance junto a todas las autonomías pero con medidas diferenciadas "que se dejen en manos de la propia región", como la actuación concreta en su singular transporte público.

"Madrid tiene muchas connotaciones que el resto de sitios no tiene", subraya Javier Lozano, médico y ex presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH), "y ello exigirá normas diferenciadas". Por ejemplo, "¿cómo vamos a guardar un metro de distancia en el Metro de Madrid? ¿cómo lo van a garantizar? Aún queda mucho por resolver", zanja.

En suma, todos coinciden en señalar que se tome la decisión que se tome, no se sabrá si ha sido acertada o errónea hasta que no se conozcan sus consecuencias por la carestía de datos y, sobre todo, de test. "Dan mucho vértigo este tipo de decisiones", añade Francisco de la Torre. "No me gustaría estar en el pellejo de los que las tienen que tomar, por todo lo que conlleva", afirma.

"Algo debemos tener claro", apunta el epidemiólogo de la UAM. "En cuanto se relajen las medidas, los contagios subirán. Ahora vendrá una disyuntiva moral: definir el umbral de muertos y contagios que estamos dispuestos a soportar", a cambio de nada más y nada menos que la libertad.

El PP presionará a Sánchez: "Madrid no puede esperar"

El Ayuntamiento de Madrid se encuentra ya elaborando un plan de desescalada propio con el que presionar al Gobierno -el mando único lo ostenta el Ministerio de Sanidad- para que no relegue a Madrid a las últimas casillas de salida en la vuelta a la normalidad. La premisa es clara: no aceptarán un 'no' por respuesta.

"La prioridad es reactivar la ciudad. Hay muchísima gente con necesidades, locales y empresas que irán a la quiebra. Necesitamos desescalar con velocidad y certezas", señalan fuentes municipales. "Madrid no puede esperar. No queremos ser los últimos", aseveran.

El plan orquestado desde Madrid tendrá varias aristas -se ha contratado a varias empresas y se ha establecido una "línea de contactos con asesorías y consultorías" para orquestar cómo hacer la desescalada "con todas las garantías"- pero la principal vendrá en el plano político: un gran acuerdo con la oposición que, según las mismas fuentes, podría anunciarse a finales de semana para instar al Gobierno a un desconfinamiento veloz pero garantista de la capital de España.