Jaime García-Legaz es presidente de Aena desde hace dos semanas. Y en ese tiempo ya le ha dado tiempo a confirmar de manera rotunda que una mayor privatización del gestor de los aeropuertos está descartada. El Estado mantendrá el 51% de las acciones que le sirven para ejercer una posición de control de la compañía, y así se lo ha hecho saber el nuevo presidente al resto de accionistas del grupo y a la plantilla.

“La privatización de Aena está cerrada”, transmitió García-Legaz en la reunión del primer consejo de administración que presidió y confirmó también en una reunión mantenida con los principales sindicatos de la compañía (CCOO, UGT y USO). “No se privatizará más allá del actual 49%, y la voluntad del Gobierno es mantener el control accionarial de los aeropuertos”, explican fuentes sindicales, que subrayan que el presidente trasladó este mensaje “de forma concluyente”.

El Gobierno se decantó por un perfil claramente político para renovar la cúpula de Aena. Con la elección de García-Legaz, ex secretario de Estado y hasta ahora presidente del grupo público Cesce, el Ministerio de Fomento hace valer su 51% en el capital y desafío a los fondos de inversión presentes en el accionariado (con el británico TCI a la cabeza, con un 11,3% y un asiento en el consejo) que reclamaban un perfil ejecutivo profesional.

Los choques con los fondos

La designación del nuevo presidente se producía tras la dimisión de José Manuel Vargas, que se marchaba cansado de los corsés que impone tener al Estado como principal accionista. Corsés burocráticos, corsés para crecer con compras, corsés para la expansión internacional y corsés también salariales y operativos.

Vargas y los fondos han defendido de manera clara un paso más en la privatización del grupo aeroportuario, que serviría para que el Estado perdiera la mayoría accionarial. Una posibilidad que el Ejecutivo incluso tanteó abiertamente en el comienzo de la nueva legislatura, pero que acabó paralizando como adelantó El Independiente. Ahora el nuevo presidente confirma que una mayor privatización es una opción por completo descartada.

Los fondos temen que el nombramiento de un nuevo presidente de Aena con un perfil sirva para agravar la situación de una compañía que ahora ya ven “paralizada” y “maniatada” por el Ejecutivo, según fuentes conocedoras de la situación. Los accionistas privados de Aena han mostrado su disgusto –TCI en ocasiones de manera pública- ante algunas decisiones adoptadas por el Gobierno, singularmente la rebaja de tasas aéreas para los próximos cinco años- o a algunas iniciativas vetadas por él -como la contraopa que se preparaba para tomar el control de Abertis-.