El Gobierno, una vez que España salió de la crisis del coronavirus, centró su futuro económico en las energías verdes y en la conectividad. Nadia Calviño, ministra de Asuntos Económicos, subrayó en más de una ocasión que las renovables y el 5G eran los pilares fundamentales para crecer durante las próximas décadas.

De hecho, a los fondos recibidos con anterioridad, España aspira a recibir entre 18.000 y 22.500 millones de euros más de los fondos europeos para la transición verde por el impacto de la guerra de Ucrania. Para el 5G, Moncloa ha movilizado 8.000 millones de euros y recientemente creó un paquete de reformas para mejorar la digitalización y el clima de negocios (Ley de Startups, Ley 'Crea y 'Crece', Reforma Concursal, Ley General de Telecomunicaciones, Ley de Comunicación Audiovisual y Ley de Ciberseguridad 5G).

Pero el empeño por seguir creciendo en renovables y en la citada tecnología se ha visto truncado por la espantada de las grandes empresas de los sectores implicados. En concreto, los ministerios de Transición Ecológica y el de Asuntos Económicos convocaron una subasta para repartir hasta 3.300 megavatios eólicos y solar y de la banda de frecuencias de 26 gigahercios (GHz), la última que quedaba libre para la telefonía móvil de 5G.

En lo referente a las renovables, resultó un verdadero fracaso. De los 3.300 megavatios eólicos y solares ofertados solo se han adjudicado 50 megavatios. El concurso se estructuraba en dos cupos de 1.800 megavatios de fotovoltaica y 1.500 de eólica, sin embargo el cupo reservado para la primera de estas tecnologías quedó completamente desierto.

El Gobierno estimaba que la cuarta subasta, de haber cubierto al completo los 3.300 MW ofertados, representaba un ahorro de gas de 11.000 gigavatios hora (GWh) anuales, aproximadamente el 3% del consumo total español de este combustible, con una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de unos 2,7 millones de toneladas de

Fuentes del sector apuntan a que este vacío por el interés de las grandes compañías se debe a las condiciones que ponía el Ejecutivo. “El precio era tan bajo que la rentabilidad para las empresas que acudían era nula”, señalan.

Además, recalcan que “en la actualidad hay unos costes elevados por la subida de las materias primas y unos precios de energía completamente disparados”. Tampoco olvidan que “los tipos de interés han subido de forma brusca y dejan un escenario complicado para salir al mercado a financiarse”. Por último, tal y como explican las fuentes del sector energético consultadas, la “inseguridad jurídica que existe en nuestro país”.

"Los mayores precios de las materias primas y de la logística de la cadena de valor del sector, así como la inflación acumulada, han impulsado el aumento de los valores de las ofertas hechas en la subasta. Como afirman algunos de los principales fabricantes de aerogeneradores, la industria eólica no puede ser ajena a la subida de los costes de las materias primas y de la logística de transportar los componentes de esta tecnología. Como cualquier otro sector productivo no puede funcionar en números rojos", dejó claro la Asociación Eólica Empresarial.

La incertidumbre en las inversiones nacionales se refleja en las preferencias de las compañías españolas para realizar proyectos fuera de nuestras fronteras. Uno de los ejemplos más claros es Iberdrola, que recientemente anunció una mega inversión millonaria en Portugal. Endesa, Naturgy o Acciona han seguido los mismos pasos y Australia, Reino Unido o Estados Unidos, han sido los destinos elegidos para invertir en renovables.

El problema del 5G

Como se mencionaba anteriormente, hace escasos días Moncloa convocó a las operadoras para subastar las frecuencias de 26 Ghz habilitadas para el 5G. La subasta se inició con un precio de salida inferior a los alrededor de 105 millones de euros propuestos por el Gobierno en la consulta pública lanzada en septiembre y los 127 millones de ingresos por 5G que se contemplan en los presupuestos generales del Estado (PGE) de 2022.

Pero Telefónica, Vodafone y Orange no tiraron por la casa y apenas invirtieron 36 millones de euros, siendo la primera la que más frecuencias adquirió. Así ,las cosas, Telefónica compró un 1 Gigahercio (Ghz) de espectro; Orange y Vodafone, 400 megahercios (Mhz) cada uno y Globe Operator, 200 Mgz (en Castilla y León).

Pero en la licitación quedaron desiertos 3 lotes de 200 Mhz nacionales y prácticamente todos los regionales, excepto el espectro adquirido por Globe Operator. Una posibilidad que ya dejaban caer dentro del sector de las telecomunicaciones.

Fuentes del sector, en conversación con este periódico, explican que el desinterés de las operadoras por esta subasta se debe a que “las empresas ya tienen suficientes frecuencias compradas”. Además, admiten que “esta frecuencia “no tiene terminales en el mercado y el ecosistema es aún incipiente” por lo que consideran “prematura” la subasta sacada por el Ejecutivo.

“No es concebible desembolsar tasas por algo que aún no se puede utilizar. No hay demanda real y es una banda innecesaria”, remarcan fuentes del sector de las telecomunicaciones.