No hace demasiado tiempo que Pablo Casado defendía sin ambages la idoneidad de alcanzar acuerdos territoriales con Ciudadanos que sirvieran de experimento puntual a una de las mayores ambiciones del líder popular, aquel 'España Suma' fruto de la fusión de las siglas azules y naranjas. En verano, incluso cuando la coalición en País Vasco se quedó lejos de dar los resultados esperados, el líder de la oposición continuó defendiendo la oportunidad de sumar en Cataluña, y puso como "contrapunto" los acuerdos municipales y autonómicos entre populares y liberales, todo un "acierto" para Casado.

Sin embargo, el escenario ha cambiado mucho en tan sólo unos meses, y el PP ve ya la posibilidad de forjar una alianza con Ciudadanos de cara a las autonómicas del próximo 14 de febrero casi como misión imposible. Tanto que no esperarán a sentarse con los naranjas para allanar su propio camino: fuentes autorizadas confirman que tanto Génova como el PP catalán trabajan ya en su lista en solitario para Cataluña, con sus propias siglas y con su candidato a la Generalitat, Alejandro Fernández.

Reconocen que el camino para cerrar una coalición con Ciudadanos en Cataluña, si no imposible, se estima "muy complicado", y no sólo para una lista unitaria a nivel autonómico -opción que los populares descartan casi con rotundidad- sino tampoco a nivel provincial -se tanteaba la posibilidad de concurrir juntos en Girona y Lleida, dos territorios donde la división podría restar aún más posibilidades a las fuerzas constitucionalistas-. Y el principal motivo es que PP y Ciudadanos "representamos ya cosas muy distintas" por el "giro a la izquierda" de los de Arrimadas, por lo que "ya tienen su propio espacio político" que "comparte con el PSC" y no con el PP, según comentan en la dirección popular de Cataluña. Y el hecho de que a nivel nacional Arrimadas siga pactando con Sánchez y se haya ofrecido a dar un 'sí' a los Presupuestos ha sido "la gota que ha colmado el vaso" en la hipotética negociación de una alianza constitucionalista catalana.

Las mismas fuentes aseguran además que en todo este tiempo no ha habido ni una sola reunión entre ambos equipos para abordar el pacto, ni tampoco las habrá "en el corto plazo", al menos a iniciativa del PP, centrado ya en su propio proyecto. Y censuran que en Ciudadanos sigan defendiendo que, en caso de llegar a un acuerdo, sean ellos los que lideren cualquier candidatura por la propia aritmética del Parlament -36 diputados naranjas por 4 azules-, un extremo que descartan de plano en las filas populares. "Ahora mismo no hay nadie en Ciudadanos con un perfil de líder", sentencian.

La dirección de los liberales, con Inés Arrimadas a la cabeza, cambió a su candidata inicial a las elecciones catalanas, Lorena Roldán, por Carlos Carrizosa, presidente del grupo naranja en el Parlament el pasado mes de agosto. ¿El objetivo? Dar un "vuelco electoral" con este golpe de efecto a unas encuestas que ya entonces sonreían entre poco y nada a Ciudadanos. Pero este cambio sigue sin ser suficiente para el PP. "El problema no es Carrizosa. El problema es que Ciudadanos tenía una líder indiscutible en Cataluña, y se llamaba Inés Arrimadas. Pero se marchó", lamentan.

El principal temor de los populares, más allá de la cuestión troncal que supone la sensación, extendida también en Génova, de no compartir ya proyecto político con Ciudadanos por el giro de Arrimadas en Madrid y su política de pactos con Sánchez, es el factor "arrastre" que puede suponer aliarse con una formación "a la baja", electoralmente hablando. En otras palabras: el PP teme que la posible debacle de Ciudadanos en Cataluña "que puede ser bastante mayor de lo que dicen las encuestas, como le pasó el 10-N a Rivera" les suponga un lastre cuando las encuestas internas de los populares les sonríen hasta tal punto que no ven imposible un sorpasso a la fuerza que hace tres años ganó las elecciones en Cataluña.

Todos estos factores pintan un futuro funesto para toda posibilidad de coalición entre PP y Ciudadanos de cara al próximo 14 de febrero, aunque es el presidente, Pablo Casado, el que tendrá la última palabra al respecto. En el entorno del líder catalán, Alejandro Fernández, señalan no obstante que candidato y presidente hablan "todos los días" y que en la dirección popular de Madrid "comparten diagnóstico" de que la alianza electoral en Cataluña no es una buena idea. "No convence", sentencian.

A todas estas cuestiones se suma la del calendario, que corre en contra de ambos partidos para alcanzar un acuerdo, más con unas negociaciones en punto muerto. Todo apunta a que el próximo 22 de diciembre Roger Torrent firmará el decreto de disolución del Parlament y se convocarán elecciones para mediados de febrero. Desde ese momento, los grupos tienen un plazo de 15 días para registrar coaliciones electorales, por lo que las direcciones de PP y Ciudadanos tendrían de plazo hasta principios de enero de 2021 para dar una oportunidad al acuerdo o cerrar esa puerta para siempre.