Si José Luis Ábalos albergaba alguna esperanza de regresar a Madrid tras su visita de esta semana a Sevilla con la confirmación de Susana Díaz de que dará un paso al lado ante el próximo congreso regional para facilitar un nuevo liderazgo al frente del PSOE-A se equivocaba. La ex presidenta de la Junta de Andalucía se mantiene firme en su deseo de seguir manejando las riendas del partido en la comunidad tras el cónclave socialista del próximo otoño a pesar de que la contestación es creciente y Ferraz ha lanzado ya la ofensiva: quiere otro candidato.

Hay una fecha que Pedro Sánchez difícilmente olvidará: 1 de octubre de 2016. Aquel día, el PSOE andaluz liderado por la política sevillana logró apear de la secretaría general del partido al hoy presidente del Gobierno en el curso de un comité federal marcado por los insultos, los gritos y la división. Era el primer paso en la hoja de ruta trazada por Susana Díaz -la elegida por José Antonio Griñán en 2013 para sucederle en San Telmo tras dimitir en vísperas de su imputación en el caso ERE- en sus aspiraciones de dirigir el partido a nivel nacional.

Aquel plan se truncó el 21 de mayo de 2017. Sin escaño, rechazado por los referentes del PSOE, con un partido roto por la mitad y con todo el establishment del país atemorizado por una posible victoria por su flirteo con Podemos, Sánchez logró imponerse a la baronesa andaluza en las primarias tras recorrerse el país con su Peugeot 407 en busca de apoyos. La militancia derrotó al aparato y, un año y unos días después, el secretario general era el inquilino de La Moncloa tras prosperar la moción impulsada contra el Gobierno de Mariano Rajoy a raíz de que la Audiencia Nacional dictara la primera sentencia del caso Gürtel.

Dicen los que conocen a Pedro Sánchez que jamás olvida. Y la humillación que sufrió aquel sábado del otoño de 2016 debe de estar aún fresca en su memoria. De momento, no ha ajustado cuentas con la secretaria general del PSOE-A, pero la maquinaria ya se ha puesto en marcha para forzar la renovación al frente del partido en Andalucía, controlado por Díaz desde hace más de siete años.

Ferraz tiene argumentos de peso para ello: haber perdido el Gobierno andaluz -en 2018- por primera vez desde la instauración de la democracia, la endeble oposición que lidera en el Parlamento regional y la consolidación política de Moreno Bonilla, que compareció en las últimas elecciones autonómicas sin aparentes opciones sobre el papel y su pacto de gobierno con Ciudadanos -más el apoyo externo de Vox- le ha catapultado como uno de los principales barones del PP en este momento. A ello se suma la dificultad que tendría para pactar con Cs mientras esta formación la lidere Juan Marín en Andalucía.

Ferraz forzará el relevo de Susana Díaz, clave en la defenestración de Pedro Sánchez como líder del partido en 2016

"De forma generalizada, tanto en Andalucía como en Madrid, se tiene conciencia de que con Susana ya no vamos a ningún sitio. Entre los militantes del PSOE-A que vemos la realidad, hablamos con la gente y conocemos las encuestas, cada vez somos más los que pensamos que esto no va bien mientras ella está encastillada", describe un relevante socialista de la agrupación andaluza.

El pasado miércoles, durante una visita a Granada, el secretario de Relaciones Institucionales del PSOE y vicepresidente primero del Congreso, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, sugirió que Susana Díaz tendría que dar un paso al lado con la misma "generosidad y altura de miras" que ha demostrado Miquel Iceta. El líder de los socialistas catalanes ha renunciado a encabezar la lista del PSC para los comicios del 14 de febrero en favor del ministro Salvador Illa, mejor reclamo electoral a la vista de lo que apuntan los sondeos demoscópicos.

Díaz no sólo no ha cogido el guante lanzado por su enemigo íntimo sino que considera que la comparación con el caso catalán parte de una doble premisa equivocada. "[Iceta] sigue siendo secretario general [del PSC] y cuyos resultados electorales no son los de Andalucía, donde yo me he presentado dos veces y ganamos a mucha distancia del resto de partidos", se defiende.

También ha opinado esta semana Juan Espadas, uno de los nombres que figuran en las quinielas para liderar la nueva etapa en el PSOE-A. El alcalde de Sevilla ha abogado abiertamente por un "proyecto nuevo, renovado e ilusionante" para poder reconquistar San Telmo -tradicional fortín socialista- cuando los andaluces sean llamados nuevamente a las urnas. En este momento, ese objetivo se ve difícilmente alcanzable, como indican las encuestas. La más favorable para el PP es la que dio a conocer el pasado mes de diciembre la Fundación Pública Andaluza Centro de Estudios Andaluces (Centra) -dependiente de la Consejería de la Presidencia, Administración Pública e Interior- al otorgarle más de tres puntos de diferencia sobre el PSOE en estimación de voto.

Mensajes de Ferraz

A diez meses de que se celebre el congreso regional, la secretaria general del PSOE-A desoye los mensajes que le envían desde Ferraz -Pedro Sánchez le ofreció sin éxito la Presidencia del Senado- y mantiene el mismo discurso: volverá a presentarse a las primarias para liderar la lista del partido en las andaluzas de 2022. "Esto no va de que se quite a nadie ni de que se impida que nadie se presente, sino al contrario, que los compañeros que se manifiestan digan quién va a ser su candidato o candidata y, cuando llegue el congreso, los militantes elegirán en libertad a la persona que entienden que tiene que encabezar la secretaría general y la candidatura de la Junta", defiende.

Está claro que la estrategia de Díaz es apelar a la militancia y no a la dirección federal del partido, en una estrategia casi mimética a la del propio Sánchez. El actual líder del PSOE se sobrepuso a su salida de la secretaría general del partido tras el Comité Federal más vergonzoso y convulso de la historia socialista ganando después unas segundas primarias contra toda la fuerza del aparataje de Ferraz. Tras su derrota interna, Díaz pudo encastillarse en la presidencia de la Junta andaluza, pero fuera del poder su situación se debilita  por momentos.

"De forma generalizada, tanto en Andalucía como en Madrid se tiene conciencia de que con Díaz no vamos a ningún sitio", dice un militante

A diferencia de otros barones autonómicos a los que Sánchez quisiera sustituir, como el castellanomanchego Emiliano García Page o el aragonés Javier Lambán, el hecho de que sean presidentes autonómicos -el primero con mayoría absoluta- dificulta una operación de acoso y derribo contra ellos. Otra cosa es que pueda incorporar en sus respectivas direcciones territoriales peones con los que ir ganando cuotas de poder interno para cuando llegue ese momento, que no parece que vaya a ser en los siguientes congresos autonómicos.

Susana Díaz está ahora en una posición muy débil. Sin embargo, objeta un miembro de la dirección federal, "sigue controlando las estructuras de poder de su organización", además de convertirse en la más 'sanchista' de todos. Como botones de muestra, se ha mostrado muy tibia a la hora de criticar los pactos presupuestarios con Bildu y ha expresado su convencimiento de que el jefe del Ejecutivo no se apartará ni un ápice de lo que marca la ley a la hora de estudiar los indultos a los presos del procés.

Los congresos territoriales no se celebrarán, en el mejor de los casos, hasta finales de este año, tras el retaso que sufrirá el federal. Éste debía haberse convocado para el próximo mes de junio, como muy tarde, conforme a lo que establecen los estatutos. Pero la excepcional situación generada por la pandemia de coronavirus lo ha desplazado a la segunda quincena de octubre, cuando se supone que España habrá alcanzado la inmunidad del rebaño, esto es, un 70 por ciento de la población vacunada contra la covid-19.

Los socialistas quieren que su LX congreso, a mayor gloria de un Sánchez al que nadie discutirá, sea presencial. Lo previsible es que ni siquiera haya primarias por incomparecencia del contrario. Es poco menos que imposible que, salvo algún espontáneo, haya candidato alternativo. El comité federal del próximo día 23 convocará el cónclave y ahondará en los detalles de una cita triunfal para el inquilino de La Moncloa.

El tablero andaluz

Frente al escenario federal, en el tablero del PSOE andaluz ya suena hasta tres nombres como posibles aspirantes a renovar el partido y enterrar el susanismo. Uno es Juan Espadas, alcalde de Sevilla desde 2015 y con quien Ábalos se ha reunido este viernes en la capital hispalense. En su conferencia de prensa, el ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE ha evitado revelar si Espadas será el candidato de Ferraz. La fotografía sonriente de ambos no puede tener más morbo.

El que más abiertamente se ha postulado ha sido el diputado Felipe Sicilia. Como miembro destacado de la dirección del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso se le está intentando dar un protagonismo que la pandemia ha dificultado, si bien "carece de fuerza más allá de Jaén" -es secretario de Comunicación, Acción electoral y Programa del PSOE en esta provincia- y le pasará factura haber enseñado sus cartas demasiado pronto. "Ofrece una imagen fresca y tiene un buen perfil, pero se ha lanzado por su cuenta sin contar con apoyos en Andalucía. Irá languidenciendo", pronostica una fuente.

Otra opción es la de María Jesús Montero, la persona a la que Pedro Sánchez confió la cartera de Hacienda tras su llegada a La Moncloa a mediados de 2018. No parece que su primera opción sea la de regresar a Andalucía para enfrentarse a Susana Díaz, en cuyo gabinete ejerció como consejera de Hacienda y Administraciones Públicas (2013-2018). Pero si llegado el momento lo ordena el jefe, nadie duda de que Montero tomaría el AVE de vuelta.

Montero, la portavoz que vino del Sur

El presidente del Gobierno reforzó a la socialista sevillana al principio de esta legislatura al designarla portavoz en sustitución de Isabel Celaá, lo que le ha dado una enorme visibilidad. Su grado de conocimiento ha crecido notablemente, a lo que suma su trabajo en la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2021. Ello garantiza estabilidad al Ejecutivo de coalición y aleja los nubarrones de un posible adelanto electoral.

Ahora bien, con un horizonte de casi dos años hasta las próximas elecciones autonómicas, no hay estrategia que aguante a tan largo plazo. Si no, que se lo digan al ministro de Sanidad, que corre el riesgo de ver diluido el llamado 'efecto Illa' en Cataluña por el retraso de los comicios ante la expansión del coronavirus.

"Históricamente se ha resuelto con diálogo, mirando más por Andalucía que por los intereses particulares. Y es lo que se hará cuando toque", pronostica un veterano militante del PSOE-A. De momento, Ferraz empieza a mandar señales mientras Susana Díaz -la dirigente que echó a Pedro Sánchez de la secretaría general del PSOE en su primera etapa- evitar darse por aludida.