Si Casado da un paso adelante, Arrimadas da dos hacia atrás. La operación de absorber a Ciudadanos sigue en marcha en el PP pese a la interrupción motivada por las elecciones catalanas, en que los populares intentaron, sin éxito, capitalizar el desplome de los liberales en las urnas. El resultado de Casado el 14-F fue malo sin paliativos, pero el de los naranjas fue mucho peor: Cs finalizó la noche electoral con 30 diputados menos, con la consiguiente crisis interna en una formación que atraviesa sus horas más bajas. A consecuencia, el PP reactivó de forma inmediata el debate sobre la fusión con Cs para "engordar" el espacio del centroderecha y cortar las alas a Vox.

Y el plan se mantiene intacto, pero Casado no tiene prisa, sobre todo porque el escenario que se abre ahora es el de una sequía electoral que se alargará hasta finales de 2022. Por eso, fuentes de la dirección del partido piden "calma" en el proceso y apuestan por volver al escenario de 'opa' no hostil a la formación naranja, un planteamiento que se rompió tras el sorpresivo fichaje de la ex candidata de Ciudadanos a la Generalitat, Lorena Roldán, a finales de diciembre, que fue entendido dentro de la formación naranja como una deslealtad de Casado para intentar "borrar del mapa" su proyecto.

Nadie duda en la cúpula popular de que esa absorción de Ciudadanos pasa necesariamente por la captación de talento, fichajes de cargos notables que actualmente siguen militando en las filas liberales. Los contactos ya habrían comenzado, sobre todo en cuadros inferiores que ya se planteaban ese salto al PP si el proyecto de Arrimadas comenzaba a hacer aguas. Incluso dirigentes de peso de Ciudadanos transmiten su convicción de que la única solución para evitar un destino similar al de UPyD pasa por esa fusión con el PP. Pero los de Casado han constatado que ningún cargo de peso de Ciudadanos dará un paso al frente al menos hasta que no se abra de nuevo un horizonte electoral. Por eso, la directriz es la de levantar el pie del acelerador y no ejecutar un marcaje excesivo que ahuyente definitivamente a Inés Arrimadas, reacia a plantear siquiera cualquier alianza con el PP. Al menos, de momento.

Lo que el PP estudia en estos momentos es plantear un "golpe de efecto inteligente" que sirva como declaración de intenciones en su objetivo de no cejar en la reunificación efectiva del espacio de centroderecha para construir una "alternativa" fuerte y consolidada a Pedro Sánchez. Ese golpe de efecto pasaría por invitar a la próxima Convención Nacional del PP, prevista para otoño de 2021, a ex dirigentes de Ciudadanos y economistas vinculados a las siglas liberales, sin descartar extender una invitación al propio Albert Rivera o a su ex secretario general, José Manuel Villegas.

Ambos dirigentes mantienen una interlocución abierta y "constante" con Pablo Casado, según fuentes de su entorno, aunque por el momento se encuadran dentro del campo profesional: el bufete del ex presidente de Ciudadanos fue contratado por el PP, y Villegas forma parte del patronato de la 'Fundación Propósito', un 'think tank' vinculado a Génova.

La polémica por la fusión ha desatado fuertes tensiones entre ambas formaciones, que se han materializado especialmente en los gobiernos del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid, en que PP y Cs gobiernan en coalición. Sin ir más lejos, pese a que la relación entre Almeida y Villacís es buena, la vicealcaldesa ordenó el cese de un asesor municipal de la órbita del PP dentro de Cs por incitar, presuntamente, a cargos del partido liberal a dar el salto al grupo municipal de Martínez-Almeida. Villacís pidió públicamente a Almeida "lealtad" frente a las maniobras internas, aunque fuentes del PP consultadas por este medio defendieron que el regidor no había dado orden alguna de explorar el fichaje de miembros de Ciudadanos. "Estaría traicionando a Madrid y a los madrileños", zanjó el también portavoz nacional del PP.

Precisamente son estas las fricciones y las polémicas que el PP quiere evitar cuando "no hay necesidad de ello ahora", comentan fuentes cercanas a la dirección. La tensión llegó también a la Puerta del Sol, después de que Díaz Ayuso se haya convertido en una de las más firmes defensoras de la absorción de Cs y de proclamar que ella ya preside "de facto" una fusión con el partido naranja, unas palabras que han incomodado al vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, quien cierra filas con las directrices de Inés Arrimadas, convencida de seguir adelante al frente de Ciudadanos como "proyecto autónomo" hasta las últimas consecuencias pese a las dudas que crecen en importantes sectores del partido, especialmente en los flancos territoriales, a cuyos dirigentes pide hacer una "reflexión". "Si alguien no está a gusto, la puerta la tiene abierta", sentencian en la cúpula del partido naranja.