Las elecciones de Madrid no sólo han encumbrado a Isabel Díaz Ayuso como referente político tanto dentro como fuera del Partido Popular, sino que también han blindado el liderazgo de Pablo Casado. El actual jefe de la oposición asumió las riendas del proyecto popular hace casi tres años, cuando el partido atravesaba una de las mayores crisis de su historia, con sondeos que situaban claramente a Ciudadanos por encima de una formación hasta entonces hegemónica. Pero en este tiempo, "Pablo Casado ha sido quien ha conseguido reunificar el centroderecha", según comentan fuentes de su entorno más próximo. Ese es el principal valor político y también su billete para ser él quien dispute la presidencia del Gobierno a Pedro Sánchez sin dar margen a la contestación interna.

La reunión del Comité Ejecutivo Nacional de ayer fue "una auténtica fiesta", según relatan algunos de los presentes en la cita. Desde luego, no tuvo nada que ver con el ambiente que se respiraba en el mismo cónclave unos meses atrás, justo después del fiasco en las elecciones catalanas en las que Vox le adelantó por la derecha, un episodio tras el que quedó de nuevo en entredicho el liderazgo de Casado y volvió a cuestionarse la capacidad de su equipo para llevar a las siglas del PP de vuelta a sus años de máximo fulgor. En cuestión de meses, los populares han conseguido reflotar su marca, en parte gracias al éxito de masas que arrastra la presidenta madrileña y de las decisiones estratégicas de la dirección, que evitaron, en última instancia, perder el Gobierno de la Región de Murcia y el de Madrid y aceleró la absorción de Ciudadanos mediante el sorpresivo fichaje de algunas de sus estrellas políticas y mediáticas.

Nadie en el PP discute que Isabel Díaz Ayuso fue la protagonista incuestionable de la jornada postelectoral. Su victoria abrumadora en Madrid fue aplaudida por los presentes en la Ejecutiva del PP, y su éxito fue reconocido y celebrado incluso por aquellos líderes territoriales que cuestionaron su modelo en público y privado y con los que la presidenta madrileña confrontó en varias ocasiones a lo largo de la pandemia. "El modelo de Ayuso trasciende a Madrid", reconocía por ejemplo el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, según trasladan fuentes presentes en la cita.

También tomó la palabra Alberto Núñez Feijóo, quien calificó de "espectacular" la victoria de la presidenta madrileña y destacó ante los presentes la "humildad" que ha mostrado Ayuso a lo largo de la campaña. Su éxito, insistió, conlleva "un mensaje de enormes implicaciones" para un partido que "ha aumentado su espectro político e ideológico". Feijóo y Ayuso han estado totalmente distanciados en cuanto al modelo de gestión que han defendido cada uno para su respectiva región. "Madrid ha tomado una decisión con la que yo no me sentiría responsable", llegó a decir el líder gallego respecto a las medidas que había tomado la mandataria madrileña para afrontar la tercera ola en su comunidad. El éxito de Ayuso recuerda no obstante al que obtuvo Feijóo en las últimas autonómicas y a cuenta de estos resultados ambos dirigentes han sellado, al menos de momento, las diferencias del pasado. "Si el PSOE hubiese sellado la victoria que ha firmado el PP, estaría gravemente preocupado", reconocía el mandatario gallego.

Hasta la fecha, no eran pocos los cargos del partido que miraban con recelo la trayectoria de Núñez Feijóo, prácticamente el único dirigente popular capaz de moverle la silla a Pablo Casado -con permiso ahora de Díaz Ayuso-. Pero el presidente de la Xunta, como el resto de barones del PP, expresó ayer una férrea defensa del liderazgo del actual presidente para encabezar el proyecto que lleve los populares de nuevo a Moncloa. "La victoria de Ayuso sólo confirma que podemos tener un gran Gobierno de España, con Casado a la cabeza", expresó Feijóo, una idea que ratificó el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, que ve en la victoria de Ayuso un "acicate" para llegar a Moncloa. "Vamos por el buen camino (...). Hoy empieza un cambio de ciclo" suscribía. El único presidente autonómico que no intervino fue Alfonso Fernández Mañueco, con quien Génova mantiene una guerra soterrada desde hace meses. Según las fuentes consultadas, el castellanoleonés abandonó la reunión una vez finalizó la intervención de Casado y de Ayuso por cuestiones de agenda.

El cierre de filas con Pablo Casado fue total. Las dudas que podían quedar sobre su liderazgo se disiparon tras el 4-M, que en el PP atribuyen también al líder del partido, quien apostó por Ayuso y también por Almeida como candidatos a la Comunidad y al Ayuntamiento frente a las críticas internas. "Es muy importante demostrar que la cantera cuenta en este partido", apostilló el alcalde en la reunión. Además, el presidente reivindicó un modelo propio e hizo suya la victoria de Ayuso. "Es puro PP, por los cuatro costados", expresó ante los dirigentes territoriales. Su objetivo pasa por armar un proyecto a nivel nacional sin tener que elegir entre Ayuso o Feijóo, como defienden en su entorno, sino que sea capaz de aglutinar distintas sensibilidades y corrientes políticas.

"Si sabemos canalizar el éxito de Ayuso sin duda será un triunfo también de Casado", comenta un dirigente territorial. "Con el tiempo nos daremos cuenta de la trascendencia que ha tenido lo que se ha vivido en Madrid para el PP a nivel nacional, suscribe un consejero del ejecutivo de Díaz Ayuso. El reto no es baladí. El resultado de Isabel Díaz Ayuso no sólo responde a la absorción completa de Ciudadanos, que perdió en la noche electoral nada menos que 500.724 votos. El PP subió un total de 900.361 votos respecto a 2019, por lo que aún quedan casi 400.000 votos que Ayuso sacó de la abstención -la participación se disparó al 76,25%- o que robó al PSOE. "El PP ha vuelto", suscribía Casado. "Y vamos a ganar las próximas elecciones generales".

El PP activa una campaña nacional

La dirección del partido no va a permitir que la resurrección que ha conseguido Ayuso del Partido Popular caiga en saco roto. Génova ya planteó estas elecciones como trampolín de Casado para llegar a Moncloa, y no desistirá en el intento. El partido ha activado ya una campaña a nivel nacional para amplificar la tesis de que el PP y el centroderecha está "muy fuerte" frente a la fragmentación de la izquierda y que las elecciones de Madrid "serán el principio del fin de Pedro Sánchez". Esta misma semana está previsto un despliegue de cargos de la cúpula nacional, así como de diputados y senadores que viajarán por toda España para trabajar sobre el terreno con esta misma tesis y convencer al electorado de que "el PP ha vuelto para quedarse".

"De la moción de Murcia a la emoción en Madrid. Ha terminado por explotar una bomba en Moncloa y Ferraz", se congratulaba Pablo Casado, quien subraya la apertura de un nuevo ciclo por la crisis abierta en la izquierda a raíz del resultado electoral de Madrid, con Iglesias fuera de juego y con Sánchez en la diana por la debacle del PSOE. De hecho, pidió ayer formalmente la celebración de un Debate sobre el estado de la nación, que a Pablo Casado podría servir como puesta de largo oficial para presentar esta nueva versión del Partido Popular, un "partido de Gobierno".