Alfonso Fernández Mañueco es el candidato que más tiene que perder en las elecciones del próximo 13 de febrero. El presidente de la Junta de Castilla y León disolvió por sorpresa las Cortes el pasado 20 de diciembre. El motivo fue una supuesta operación orquestada por PSOE y Ciudadanos para desbancarle del poder, siguiendo la estela de Murcia y de la Comunidad de Madrid. Pero al margen de hipotéticas conspiraciones internas, el viento soplaba a favor del PP en la región. Los sondeos que entonces manejaban en la dirección de Génova les hacían soñar con la mayoría absoluta. Según sus previsiones, de Vox sólo necesitaban dos abstenciones, tres como mucho. Un mes después, el ambiente no es tan optimista.

Mientras Vox se consolida, el PP ha frenado en los sondeos. Salvo sorpresa mayor, Mañueco ganará las elecciones en Castilla y León, pero no cuenta ya con el empuje con el que arrancó la precampaña, cuando se posicionaba sin esfuerzo en la frontera de los 40 procuradores -la mayoría absoluta es de 41-. Actualmente, los cálculos internos de los populares hablan de 36 escaños para Mañueco. "Con 35 es suficiente", sentencian fuentes de la cúpula del partido. Es la barrera en la que varios dirigentes del PP, algunos con galones en campañas electorales, fijan la dependencia de Vox en la Junta. Por debajo de ese umbral, insisten, la negociación sería una incógnita y estarían en manos de Abascal, un escenario que no pocos en el partido verían como un auténtico naufragio electoral ante unos comicios que decidió activar el propio Casado.

La inquietud ha ido creciendo en las cuitas internas del PP. Y no sólo por las previsiones demoscópicas, condicionadas por factores externos "impredecibles", a juicio de las fuentes consultadas, como la participación, el voto adulto y rural -el grueso de votantes de Mañueco supera los 55 años, según el CIS-, la presencia de la España Vaciada o el crecimiento de Vox por su derecha. Que la campaña ha empezado "torcida" no es algo que se le escape a nadie en el partido, una circunstancia que no hace sino avivar la preocupación interna por el lugar en el que les dejaría no cumplir su objetivo vital en estas elecciones: extender el ejemplo de Ayuso al resto de comunidades del PP, sumar más en solitario que el bloque de la izquierda... y esquivar a Vox.

Cargos territoriales del partido advierten que, si no se produce un giro en los sondeos en los días que restan de campaña, debería comenzar a atenderse a un giro discursivo que vire al "entendimiento" con Vox y no ala confrontación directa, una tesis que defendió en público la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, hace unos días, cuando reivindicó en Antena 3 los "intereses compartidos" de ambas fuerzas en su proyecto para España. Las fuentes consultadas, con asiento en varias asambleas autonómicas, advierten que emplear un tono duro con Vox no les hará llenar su bolsa electoral con votantes de Santiago Abascal. "Son nuestros únicos aliados posibles", zanjan.

El nerviosismo comienza a apoderarse de un PP en el que tampoco se rechaza la posibilidad de una repetición electoral, un escenario al que "nadie quiere llegar" pero que vincularían exclusivamente a "la decisión de Vox de bloquear un gobierno elegido en las urnas por todos los castellanos y leoneses", según trasladan fuentes de la cúpula popular con despacho en Génova, 13.

Un debate descafeinado

Las palabras de José María Aznar el pasado sábado en Valladolid abrieron nuevas grietas internas y no ayudaron precisamente a apuntalar la victoria de Alfonso Fernández Mañueco el próximo 13 de febrero. El ex presidente del Gobierno llegó a cuestionar públicamente el liderazgo de Pablo Casado y a culparle implícitamente del crecimiento de Vox a su derecha. Fuentes de la dirección nacional reconocen que no entendieron la intervención de Aznar, aunque evitan "polemizar" con un asunto que dan por zanjado después de que éste matizase sus palabras y aclarase que respalda a Pablo Casado en su camino hacia La Moncloa.

En el PP tampoco creen que hayan ganado puntos con el primer debate electoral del 13-F, en el que Mañueco se batió a un Francisco Igea confinado y a un Luis Tudanca descafeinado. "Al menos no hemos perdido votos", sostienen en el partido. Según el análisis que hacen en la cúpula del partido, Mañueco supo mantener su "papel de presidente" frente a los ataques de sus adversarios, si bien las fuentes consultadas reconocen que cometió "errores de manual" como lo fue el no explicar el motivo por el que convocó elecciones anticipadas, dejando a sus adversarios construir ante el espectador el relato de que lo hizo por puro interés político ante un calendario prefijado por Génova.