"Ah, ¿pero la van a presentar?". Hasta este mismo miércoles por la mañana, en la Moncloa y en la cúpula socialista respondían con cierta sorna a las preguntas de los periodistas cuando estos preguntaban por una moción de censura de Vox que se iba anunciando por capítulos desde diciembre pero que seguía sin rematar. En las últimas horas parecía que el registro de la iniciativa estaba más cercano, pero incluso el portavoz parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros, señalaba que quedaban "flecos" por cerrar. Por la tarde, Vox despejó la incógnita: sí, finalmente presentará la moción en el Congreso el próximo 27 de febrero, lunes, con el exdirigente del PCE y economista Ramón Tamames como candidato. Habrán pasado dos meses y medio desde que el líder del partido ultra, Santiago Abascal, adelantara que su grupo llevaría a la Cámara su segunda censura contra Pedro Sánchez en lo que va de legislatura. Estará condenada absolutamente al fracaso, ya que no reunirá en ningún caso los votos: hace falta una mayoría absoluta para que prospere, y la derecha no la reúne, y además el PP de Alberto Núñez Feijóo ya ha advertido de que se abstendrá.

El presidente y su equipo aún tienen que perfilar la estrategia de contraataque. Y, sobre todo, sopesar qué fecha es la más idónea para el pleno, aunque formalmente la convocatoria de la sesión corresponde a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet. En Ferraz indicaban en los minutos posteriores al comunicado de Vox que a priori daba "igual" el momento, aunque indudablemente es un golpe que el jefe del Ejecutivo no piensa desaprovechar a su favor, con unas elecciones autonómicas y municipales a menos de 100 días. El cálculo que debe hacer la Moncloa es si conviene aproximar el debate al arranque de la campaña o más bien distanciarlo. De cualquier modo, el escrito de la formación de ultraderecha no será calificado por la Mesa, salvo cambio de planes, hasta el 7 de marzo. A partir de entonces, se abriría un plazo de dos días para que puedan presentarse mociones alternativas.

La iniciativa llega a Sánchez en un momento bajo. "El PP es responsable de abrir las puertas a la ultraderecha, aunque ahora quieran esconder la mano", aseguran en la dirección socialista

Más allá de la fecha, los socialistas ya adelantan que tratarán con "respeto" el instrumento constitucional de la moción de censura y que Sánchez se dirigirá con "respeto" hacia Tamames. "Cosa que por descontado no hace Vox, mientras el PP calla y vuelve a quedar fuera de juego", apostillaban fuentes de Ferraz. Ese será el eje de la estrategia socialista. Es decir, que los populares, por mucho que pretendan quedarse "de perfil", se encontrarán con el combate del líder socialista. "Daremos cera al PP por su irresponsable oposición y su estrategia de insultos y crispación. El PP es responsable de abrir las puertas a la ultraderecha, aunque ahora quieran esconder la mano", indican también desde el cuartel general del partido.

De cualquier modo, en el PSOE son muy conscientes de que la iniciativa de la ultraderecha es un regalo para Sánchez en un momento bajo de la legislatura, cuando todavía el Gobierno sigue sumido en la crisis por la reforma del sí es sí. Es un movimiento a favor del presidente, como también el PP. Un gancho a partir del cual puede recuperar oxígeno frente al "ruido" constante que le genera Podemos.

Respeto y unión de PP y Vox fueron los argumentos que expusieron a los periodistas tanto el titular de la Presidencia, Félix Bolaños, como el portavoz parlamentario, Patxi López. La utilización de la moción, en un sistema parlamentario como el español, es de "máxima importancia", dijo el ministro tras una reunión con la patronal Cecot en Terrassa (Barcelona): "No tenemos más que respetar la decisión del grupo parlamentario de Vox y de su candidato. Será una gran oportunidad para el Gobierno para diferenciar los dos grandes modos que hay de hacer política". Así, se podrá ver "con mucha claridad" el contraste entre las "políticas de ampliación de derechos y de garantía de las políticas sociales" que está desplegando el Ejecutivo de Sánchez, subrayó, frente al modelo "de la derecha y la ultraderecha de recorte de derechos y de oportunidades".

Feijóo "comió con Tamames, se reunió con Abascal"

La cúpula socialista cree que tiene por delante la ocasión de poder fijar, cara al electorado, la asimilación entre PP y Vox, en la que lleva martilleando Sánchez en los últimos meses como una vía de desgaste de Feijóo. Lo expresó en términos semejantes López. "Respetamos mucho las mociones de censura porque son un instrumento constitucional, fundamental y muy serio", apuntó, de entrada. "Por fin vamos a conocer el plan oculto de la derecha de este país, porque Feijóo comió con Tamames, Feijóo se reunió en secreto con Abascal, y uno supone que se reunió con ellos para ir preparando lo que es ese plan de la derecha, y ahora lo vamos a conocer", añadió López.

Bolaños y López subrayan que la moción servirá para contrastar el modelo del Gobierno frente al de la derecha, "de recorte de derechos y de oportunidades"

La expresión "plan oculto" no era gratuita, porque precisamente la manifestación de la derecha en la plaza de Cibeles en Madrid del pasado 21 de enero advertía de un hipotético "plan oculto" de "mutación constitucional" programado por Sánchez, afirmación que era objeto de mofa del presidente porque su plan de país es claro, ha venido diciendo, y se transparenta en su obra de gobierno dirigida a una "mayoría social", frente al plan "inexistente" de Feijóo, que solo piensa y vela por una "minoría". Por la "gente de bien" de la que él mismo habló en el pleno del Senado el martes.

López subrayó que lo que se pretende, con esta moción, es relevar a un Gobierno que ha subido un 8,5% las pensiones, que ha situado el salario mínimo en 1.080 euros al mes este año, que ha destinado 3.500 millones de euros a la dependencia y 2.520 millones a las becas para los jóvenes, que ha puesto en marcha el ingreso mínimo vital o que ha reconocido derechos como la eutanasia, reformado la ley del aborto o impulsado una nueva ley de memoria democrática. Frente al Ejecutivo, la derecha y la ultraderecha que ha votado en contra a lo largo de la legislatura, recordó. "Conocemos cuando gobiernan juntos lo que pasa y lo que significa en retroceso, en derechos y libertades, en recortes de los servicios públicos y del Estado del bienestar", subrayó.

Para López, ese "plan oculto" de la derecha, además, no tiene a Tamames al frente: "Tiene a Feijóo a la cabeza. ¿Qué les une más allá de que quieren cargarse a Pedro Sánchez, el presidente que ha hecho todo para proteger a la gente, el que ha desplegado la mayor cantidad de medidas y recursos de la historia de nuestro país para ayudar a los ciudadanos de España?". El dirigente socialista recordó que no es una entelequia la convergencia de PP y Vox, porque "allí donde pueden, pactan". "El único acuerdo que le han dejado hacer a Feijóo es con Vox, en Castilla y León, y estamos viendo lo que supone. Ahora vamos a ver lo que supone su presentación en el conjunto de España", remachó.

La administración de los tiempos

Que los socialistas hagan hincapié en que pondrán en valor y respetarán la utilización de la herramienta constitucional de la moción de censura es una respuesta previsible, porque precisamente de lo que se han quejado es de que la derecha considere que preside un Gobierno "ilegítimo". Porque su llegada al poder, en 2018, fue fruto de la única censura que ha prosperado en toda la historia democrática. Y será la número seis, tras las de 1980 —Felipe González contra Adolfo Suárez—, 1987 —Antonio Hernández Mancha (AP) contra Felipe González—, 2017 —Pablo Iglesias (Podemos) contra Mariano Rajoy (PP)—, 2018 —Sánchez contra Rajoy— y 2020 —Abascal contra Sánchez—. La de 2o23 sí será la primera con un candidato totalmente fuera de la política.

Si se sigue la pauta de 2020, se debatiría unas tres semanas después de su registro. Pero dependerá de los deseos del Ejecutivo y de la conversación con el candidato

¿Y cuándo se debatirá? "Nos da igual", apuntaban en la cúpula del PSOE, en la que reconocían que aún no había una decisión tomada, aunque agregaban que lo lógico sería que se celebrase la moción a las dos o tres semanas de haberse presentado, como sucedió de hecho en la anterior de Vox, la de 2020, que se registró el 29 de septiembre y pasó a pleno el 21 de octubre. Esa previsión conduciría, por tanto, a mediados de marzo.

En este caso, el partido ultra registrará su censura el 27 de octubre. La calificación del escrito por la Mesa puede ser llevada en mano al día siguiente o bien, de manera ordinaria, el 7 de marzo. A partir de ese primer visto bueno, se abre un plazo de dos días para la presentación de mociones alternativas, que han de cumplir las mismas exigencias: un candidato a la presidencia del Gobierno y sostenidas por una décima parte de los 349 diputados (no son 350 porque no está cubierta la vacante del canario Alberto Rodríguez). Vencido ese tiempo, la presidenta Batet podrá fijar el pleno, pero la votación no podrá ser antes de que transcurran cinco días de presentada la primera, según el artículo 177.4 del reglamento del Congreso.

Batet puede aprovechar una semana en la que no esté prevista ninguna sesión plenaria —como la del 10 de abril— o bien encajarlo en cualquier otra, o señalar un pleno extraordinario. En 2018, el PSOE presentó su moción contra Rajoy el 25 de mayo, fue calificada por la Mesa el lunes 28 y se debatió el jueves 31 y el viernes 1 de junio, cuando se votó y cuando la mayoría absoluta del Congreso invistió como presidente a Sánchez. Todo se produjo en tiempo récord. La jefa de la Cámara baja atenderá los deseos del Ejecutivo y hablará también con el candidato, pero en realidad el calendario es totalmente flexible. Lo que está claro, de entrada, es que la censura fracasará. Será un ejercicio parlamentario abocado al naufragio a menos de tres meses del 28-M. Un debate exótico que casi será el corolario de una legislatura torbellino que ha cambiado, seguramente, la política del país.