Es una cima de la que apenas se han bajado. La alcanzaron en las elecciones municipales y forales de 2011 tras años de ilegalización. La noche del 5 de mayo, en la que el Tribunal Constitucional avaló por primera vez las listas de Bildu, y con ello permitía nueve años después el regreso a la política de ese mundo, Otegi y los suyos comprobaron que, al menos electoralmente, la paz podía ser más rentable que la violencia. Y así ha sido.

Hoy la coalición vive inmersa en el terremoto suscitado en víspera del 28-M por la inclusión de expresos de ETA en sus listas electorales y confiada en que la cuestión tampoco esta vez les reste apoyos. No lo hizo durante muchas décadas en las que los atentados de ETA conmocionaban a la sociedad vasca en víspera o durante unas elecciones y pese a lo cual su base electoral permaneció sólida.

Ahora, en 2023, el impacto que pueda tener el revuelo generado por las candidaturas de EH Bildu es una incógnita, pero no se prevé que suponga ningún revés significativo. Por el momento no han trascendido críticas internas en la coalición, controlada por Sortu pero en la que también están integradas Eusko Alkartasuna o Alternatiba. Un abanico de formaciones que ha permitido a la coalición ampliar su ámbito de influencia en todos estos años. La principal duda radica en saber si la polémica de estos días pueda frenar el esperado trasvase de votantes desde Elkarrekin Podemos a EH Bildu que auguraban las encuestas.

Un repaso de los municipios en los que concurre los exmiembros de la banda como candidatos revela que EH Bildu tiene en la mayoría de ellos el mismo apoyo ‘récord’ que obtuvo en 2011. Ese techo electoral de la izquierda abertzale supone más del doble del respaldo social que el más alto logrado por su predecesora, la histórica Herri Batasuna (HB).

Más presencia en Gipuzkoa y Bizkaia

El anuncio hecho el pasado martes por siete de los expresos de ETA, los condenados por delitos de sangre, de no recoger sus actas si son elegidos, ha intentado mitigar el posible rechazo entre los votantes y entre los candidatos a alianzas postelectorales. Listas en las que continúan otros 37 exmiembros de la banda que completan los 44 casos denunciados por el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE).

En todos estos años, EH Bildu, desde su vuelta a las instituciones, ha ocupado decenas de alcaldías y gobiernos municipales en cada periodo legislativo, entre 77 y casi un centenar. Sólo en 2011 logró 88 mayorías absolutas y 25 mayorías simples. Las encuestas conocidas con antelación al 28-M no auguraban pérdida de apoyos de EH Bildu sino más bien todo lo contrario, una mejoría respecto a los resultados de 2019. Ya entonces, la coalición que lidera Arnaldo Otegi alcanzó los mejores datos de su historia en número de votos en el conjunto del País Vasco, con 280.410 papeletas, o lo que es lo mismo, el 25% del total: uno de cada cuatro vascos que acudió a las urnas les votó. Un apoyo social que se tradujo en 931 concejalías y 83 alcaldías por toda Euskadi y que ahora los sondeos auguraban que mejoraría.

La lista con candidaturas en las que concurren exmiembros de ETA condenados se concentran en gran medida en Bizkaia, el feudo del PNV. En este territorio la formación de Andoni Ortuzar ha ostentado una mayoría sólida que en los últimos años se ha ido desgastando en algunas zonas en favor de EH Bildu.

En Bizkaia los de Otegi acumulan hoy casi un 20% más de votantes que en los mejores tiempos de HB. En municipios como Barrika, Arrigorriaga, Mungia u Otxandio, donde Bildu lleva algún condenado por pertenencia o colaboración con ETA en sus listas, el respaldo a la coalición duplica a la obtenida en el mejor de los casos por Herri Batasauna en los años en los que ETA llevó a cabo más acciones terroristas. En el resto de municipios las cifras se han mantenido. Sólo en el caso de Bilbao Bildu no ha logrado mejorar los datos de HB, que llegó a contar con más de 33.000 votos. Desde que se autorizó su vuelta a la legalidad, los 23.932 votos logrados en los comicios de 2011 siguen siendo el mejor resultado de EH Bildu en la capital vizcaína.

Electorado fiel y en crecimiento

En Gipuzkoa, el territorio en el que la izquierda abertzale tiene una mayor penetración y en el que en estas elecciones del 28-M los comicios le sitúan disputando la Diputación foral al PNV, la fotografía de su evolución es aún más favorable. En los tiempos de HB la izquierda abertzale fue incrementando su apoyo desde las municipales de 1979, donde logró 55.000 votos. Su techo llegó en 1991 y en 1995 con alrededor de 75.000 votos en cada una de las citas. En el conjunto de la provincia las últimas elecciones municipales fueron su mejor resultado, con 122.500 votos, un 60% más que su techo anterior.

En Gipuzkoa son una decena las localidades en las que EH Bildu presenta algún exmiembro de ETA en su lista municipal. En localidades importantes como Azkoitia o Beasain esta opción política duplica los mejores resultados logrados en su momento por HB. Lo mismo ocurre en municipios menores como Segura y Astigarraga. En el caso de San Sebastián el respaldo no llega a duplicarse pero sí mejora de modo importante respecto al techo de HB. La vieja izquierda abertzale logró un máximo de 17.500 votos en la capital guipuzcoana y que EH Bildu logró elevar hasta los 20.400 en las últimas municipales.    

Por último, en Alava la evolución desde HB a EH Bildu también ha sido significativa. De una a otra el apoyo electoral se duplicó. Si con HB en Alava el techo electoral se fijó en los 18.000 votos, en las pasadas elecciones se duplicó al rozar los 37.000.

En este territorio cinco municipios tienen listas de la coalición con expresos de ETA. La capital, Vitoria, representa de modo más claro el crecimiento. EH Bildu ha duplicado el apoyo respecto a HB y está en opciones de disputar la alcaldía al PNV. En otro municipio, en Barrundia, la coalición tiene el triple de votos que el máximo logrado por HB y en Ayala, donde también se ha incluido a un expreso de ETA, el respaldo se ha duplicado.