La presidencia de Eduardo de Castro apura los últimos días en mitad de la investigación judicial por el intento de compra de votos y un ambiente de acusaciones cruzadas entre los dos principales partidos en Melilla, PP y Coalición por Melilla. En plena tormenta, De Castro se prepara para dejar el cargo con cierto alivio. “La presión es muy fuerte. Lo más desagradable de esta ciudad es cómo algunos entienden la política y eso es muy grave porque se ha perdido la educación. Todo está basado en el insulto, la difamación, la injuria y las calumnias”, explica en una entrevista con El Independiente.

Un buen vecino no es aquel que te aporrea la puerta o que entra en tu casa de madrugada

Ser frontera con Marruecos añade también un componente del que De Castro, quien fuera hace cuatro años candidato de Ciudadanos y su único edil, siempre ha sido consciente. “Ya sabía que la relación con Marruecos es complicada, pero en estos últimos cuatro años lo he visto más de cerca”, replica. “Marruecos es un vecino incómodo que, en cualquier momento, te la puede jugar. Como vecino, siempre va a estar ahí y es bueno y deseable llevarse bien, pero hay que tener las cosas claras. Un buen vecino no es aquel que te aporrea la puerta o que entra en tu casa de madrugada mientras estás durmiendo, te arma un follón y te despierta”.

Tampoco, subraya De Castro, es “aquel que te ahoga económicamente cerrándote una aduana comercial y una frontera”. “Marruecos modula su política con respecto a Ceuta y Melilla, dependiendo de la situación en la que se encuentren el país y sus relaciones con España”, arguye con el recuerdo de la crisis migratoria que desató la llegada masiva de migrantes a Ceuta en mayo de 2021, en represalia por la acogida humanitaria en España del líder del Polisario Brahim Ghali, o el salto a la valla de Melilla que el pasado junio se cobró la vida de más de una treintena de migrantes, en vísperas de la cumbre de la OTAN en Madrid.

En febrero la Reunión de Alto Nivel entre Marruecos y España, deslucida por la ausencia de Mohamed VI, selló la promesa de una reapertura de la aduana con Melilla que no se ha producido aún. “Y seguimos esperando”, lamenta De Castro, funcionario de 66 años.

En asuntos migratorios, “la única constatación es que desde el 24 de junio del año pasado no ha habido un salto. Lo que pase a partir de hoy o mañana, nadie lo sabe. Antes de aquel, hubo otros saltos masivos pero entonces fue el resultado trágico lo que nos sobresaltó. Marruecos no había aprendido la lección y volvió a ocurrir. No hay garantía de que no vuelva a suceder”.

Mientras en la península el PSOE trata de evitar el debate sobre el régimen marroquí, alentado por unas declaraciones de la vicepresidenta Yolanda Díaz que la calificaba de “dictadura”, De Castro no titubea. “Es una dictadura. Si anda como un pato y se mueve como tal, es que es un pato”, responde rotundo.

“España debe tomar medidas más duras y serias con Marruecos”

"La estrategia del PSOE con Marruecos no da resultado"

El presidente de Melilla, que quebró dos décadas de Juan José Imbroda al frente de la ciudad autónoma, asegura que el histórico cambio de posición del Ejecutivo de Pedro Sánchez en el contencioso del Sáhara Occidental no ha afectado directamente a Melilla. “No vemos los resultados positivos porque la frontera sigue como sigue. Las mercancías no pasan”.

“El PSOE tendrá sus motivos para sostener la posición actual con Marruecos, pero no está dando resultados. Marruecos tiene importantes aliados, hace su juego y no lo hace nada mal. Otra cosa es lo que hacemos nosotros. Marruecos tiene hoy la sartén por el mango. Siempre ha intervenido en la política española y ha buscado la manera de reivindicar para sí Ceuta y Melilla. Lo que pasa es que la Historia le quita esas supuestas razones porque Melilla no ha sido nunca una colonia”.

No me atrevería a ir a Marruecos

De Castro considera que “ni siquiera hay que plantearse la españolidad de Ceuta, como nadie se la plantea de Burgos”. “Melilla es española desde hace 525 años, antes que Navarra o Granada. Otra cosa distinta son las pretensiones imperialistas de Marruecos”, aduce quien se considera partidario de endurecer la posición con Marruecos. “Tendríamos que ser más duros porque nuestra actitud se puede entender a veces como un signo de debilidad. Quizás hay que ser menos tibios, poner pie en pared y ser más exigentes”.

A su juicio, Marruecos se aprovecha de las tensiones que genera el litigio del Sáhara, la ex colonia española. “Hay que tomar medidas más duras y serias con Marruecos. España avala la presencia de Marruecos en Europa como socio preferente que es. Nos unen unos lazos históricos, culturales, familiares, sociales y económicos y es un país que juega un papel importante en la estabilidad del norte de África y en la contención del islamismo, pero esas buenas relaciones deben venir acompañadas del cumplimiento de los acuerdos, del derecho internacional y del respeto a la integridad territorial por la otra parte. España y Marruecos deben tener una relación bilateral y recíproca”.

Un clima que De Castro no encuentra hoy en la interlocución entre Madrid y Rabat. “Es desequilibrada y no hay reciprocidad ni buena vecindad. Yo estoy seguro de que los marroquíes que viven al otro lado de la frontera la quieren, sabiendo que en la zona de Marruecos no se mueve una hoja si no lo ordena Rabat. Frente a eso en Melilla nos encontramos cercenados y no somos una comunidad autónoma, algo que nos frena en algunas cuestiones”. De Castro no rehúye ninguna de las preguntas. Asegura haber tenido siempre una posición crítica con Marruecos. “Yo no me atrevería a ir a Marruecos. A mí la prensa marroquí me ha sacado un montón de veces”, confiesa.