En el horizonte del PSOE no se vislumbra la repetición electoral. Al menos, no por ahora. Pedro Sánchez está convencido de que logrará la investidura como presidente del Gobierno para un nuevo mandato. Pero no es solo su sensación personal. Es algo más, y así se lo trasladó a su ejecutiva este miércoles en Ferraz: las negociaciones con ERC y Junts per Catalunya avanzan, marchan bien, les dijo a sus dirigentes, un dato que le hace continuar optimista.

El jefe del Ejecutivo en funciones y secretario general del PSOE no ofreció más detalles, ni tampoco los ofrece su equipo negociador, pero el mensaje era suficientemente contundente. Sobre todo porque venía de reunirse con Alberto Núñez Feijóo en el Congreso. Una hora de encuentro frío entre ambos, su primera entrevista en once meses, y totalmente improductiva, como se preveía. El líder del PP planteó seis acuerdos de Estado y un Gobierno de solo dos años para convocar nuevas elecciones justo a continuación, y rechazó la propuesta de Sánchez de cerrar antes del 31 de diciembre la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) —pendiente desde hace casi cinco años—, sea quien sea el elegido para ser presidente. "Ha pasado de querer derogar el sanchismo [la propuesta central del programa del PP el 23-J] a rogar al sanchismo" con tal de "salvar su pellejo", resumió posteriormente en rueda de prensa la portavoz de la ejecutiva socialista, Pilar Alegría.

Expectativa de acuerdo y de éxito en la investidura", resume un mando de la ejecutiva. "La labor negociadora ha empezado y se desarrollará con discreción y prudencia", remacha un ministro

Sánchez quiso que la negativa a Feijóo fuese respaldada por su comisión ejecutiva federal, para lanzar un mensaje de fortaleza y cohesión internas. Para combatir la "llamada al transfuguismo" del PP que los socialistas han denunciado en la última semana. Pero también aprovechó la reunión para transmitir "seguridad", "tranquilidad" y "confianza" en su propia investidura, según relataron a El Independiente diversos responsables de la dirección, de la que forman parte varios miembros del Gobierno, integrantes a su vez de su núcleo duro.

"Expectativa de acuerdo y de éxito en la investidura", manifiesta un mando de la ejecutiva. "Le he visto muy tranquilo y confiado. Nos ha dicho que las conversaciones van despacio pero bien. En la cúpula la sensación generalizada es la de que vamos a gobernar. Se habla de cuando la legislatura eche a andar", de que no se prevé una repetición electoral, añade otro. "Dijo que la labor negociadora ha empezado y que como siempre se desarrollará con discreción y prudencia. Nos transmitió confianza", remacha un ministro. El presidente en funciones concretó, abunda otro cargo del primer anillo de poder, que las negociaciones marchan "bien con ERC y con Junts", con ambos partidos independentistas. Lo glosan así fuentes de la Moncloa: "La Mesa del Congreso y la investidura son pantallas correlativas. Si no había Mesa, no había investidura, así que ahora hay que jugar el partido de vuelta y lo relevante es que ERC y Junts lo están jugando".

La dirección aplica la política de "silencio", de "sequía informativa", porque le funcionó en la campaña electoral del 23-J y en la negociación de la Mesa del Congreso. Y ayudan, esgrime Ferraz, "las meteduras de pata del PP"

Otra señal inequívoca de que las conversaciones van encarrilándose, coinciden varios dirigentes consultados, es que los republicanos y sobre todo los de Carles Puigdemont, la formación más impredecible y con la que el PSOE no había tendido puentes en la última legislatura, guardan silencio y mantienen bajo secreto el contenido de los contactos. Y la intención de Ferraz y de la Moncloa es preservar esa "sequía informativa", al menos en tanto el foco sigue en Feijóo y en su intento de investidura. "Tanto en la campaña del 23-J como para la constitución de la Mesa del Congreso nos fue bien con el silencio, así que esa experiencia nos ha enseñado que es mejor actuar así. Y cuando las partes quieren llegar a un acuerdo, prima el silencio", señalan desde la sede federal. Y añaden: "Las meteduras de pata del PP hacen la mitad del trabajo. ¿Alguien se toma en serio a quien dice que solo hay acuerdos si él es presidente y quien pide que le dejen gobernar dos años? Es que parece todo de Groucho Marx".

A través de una reforma del reglamento de la Cámara baja

Con el silencio y la discreción como regla máxima, no obstante, despuntan más indicios de que las negociaciones se van enderezando. Así, el PSOE y ERC están negociando un borrador de reforma del reglamento del Congreso para que se pueda usar el catalán, el euskera y el gallego en todos los ámbitos parlamentarios, en pleno y en comisiones, tal y como adelantó en la noche del miércoles El Periódico de Catalunya. Tanto en Ferraz como en la Moncloa insisten a este diario en que están "trabajando" en ese documento, que "no se ha cerrado el acuerdo aún", que se trata de un "mero borrador de trabajo para empezar a hablar con los grupos", y que "cuando se pacte un texto, se registrará en la Cámara, no antes": "Con todos hay que hablar, y ERC es uno más", precisan fuentes de la negociación. En la cúpula socialista creen que los republicanos buscan la visibilidad por su pugna constante con Junts, de aquí que su obligación sea guardar el "equilibrio" entre ambos para no alimentar su competición y dejar a cada uno su espacio.

En la Moncloa insisten en que cuando se pacte un texto "se registrará en la Cámara, no antes". Se pretende que se puedan usar las lenguas en todos los ámbitos, pero la redacción "no está cerrada"

"El orador podrá pronunciar su discurso en cualquiera de las lenguas que tengan carácter de oficial en alguna comunidad autónoma de acuerdo con la Constitución y el correspondiente Estatuto de autonomía", indica la nueva redacción propuesta del artículo 70.2 del reglamento del Congreso. La idea inicial de la nueva presidenta de la Cámara, la socialista Francina Armengol, era permitir el uso de los idiomas cooficiales, que bastase su voluntad de asentar una nueva política lingüística, pero Sumar y otros grupos entendían que debía canalizarse a través de una reforma de las normas internas del Congreso, y esa es la fórmula que se está "trabajando" ahora mismo. Que el Congreso acoja el uso del catalán, el gallego y el euskera forma parte de los compromisos contraídos por el PSOE en la negociación de la Mesa y que ahora están aterrizando los partidos.

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De cara a la investidura, el punto central de debate es la articulación de una ley de amnistía que sirva para pasar página por completo del procés. Los socialistas no quieren hablar de ella —incluso eluden el término—, estudian las opciones jurídicas pero desde luego no niegan que este punto sea uno de los ejes de negociación, pese a que antes del 23-J y justo después de las elecciones reiteraran que ni el olvido penal ni el referéndum de autodeterminación caben en la Carta Magna. Alegría reiteraba este miércoles que los socialistas mantendrán la "coherencia" respecto a la política con Cataluña desplegada en la última legislatura, de "reencuentro y convivencia", política que ha encontrado el "aval" de la sociedad catalana, como lo demostró en las municipales del 28 de mayo y en las generales de julio.

No hay concreciones sobre la ley de amnistía, aunque el PSOE ha logrado que el debate avance. Subraya que guardará la "coherencia" con la política desplegada en Cataluña

Lo que por lo pronto han conseguido los socialistas es que el debate en la opinión pública sobre la pertinencia y el encaje constitucional de la amnistía cale y vaya avanzando, cuando antes de los comicios esta era una cuestión cerrada. Está por ver el alcance y cómo se cierra la redacción de una medida compleja de articulación y sobre la que aún, aseguran en la Moncloa, no se ha bajado al detalle. Y aunque no se quieren anticipar plazos, el deseo de los interlocutores socialistas es que Sánchez pueda someterse a la investidura poco después del intento fallido de Feijóo, a partir de la segunda mitad de octubre y sin apurar los plazos, sin rozar la fecha agónica tope, el 27 de noviembre.

Pero todo dependerá, admiten, de la voluntad de ERC y Junts. Si algo anima a Sánchez a avanzar en esta vía, el triple salto mortal en su política con Cataluña, sin duda el más controvertido, es que las urnas del 23-J supusieron un espaldarazo ciudadano a su estrategia, ya que la derecha focalizó su discurso en el presidente y sus socios de investidura, por lo que las generales se convirtieron en un verdadero plebiscito sobre la figura del jefe del Ejecutivo y sus alianzas parlamentarias.

Feijóo, "un hombre acabado"

El líder socialista trasladó también a los suyos "la sensación que transmite Feijóo de hombre acabado", la "inutilidad" de sus contactos con los presidentes autonómicos o con los sindicatos —puesto que ahí no encontrará los cuatro votos que necesita a partir de los 172 apoyos con los que ya cuenta—, y hasta lo "surrealista" de su propuesta de un Gobierno para dos años, según reconstruyen varios miembros de la dirección.

Ferraz alienta el ruido interno dentro del PP al deslizar que Feijóo hace todos los movimientos y plantea un Gobierno de dos años para "salvar su pellejo", no por la estabilidad del país

Eso explica también que la portavoz, la ministra Alegría, fuera muy "contundente" ante los periodistas, al cargar contra la falta de "credibilidad" de Feijóo a la hora de proponer pactos, puesto que lo primero que sigue incumpliendo el PP es la Constitución, al negarse a renovar un CGPJ que acumula ya 1.727 días de bloqueo. Ella misma destacó el pasado tan "turbio y complicado" del líder del PP, la que se detuvo en su "opacidad" con los "sobresueldos" que le paga su partido y la que recordó su relación con el narcotraficante Marcial Dorado. Así que la conclusión de la Ferraz es que el dirigente gallego no trabaja "pensando en la estabilidad de su país", sino únicamente en "cómo salvar su pellejo", ya que tiene "una mayoría en contra de su investidura".

Alegría deslizó la idea de que quizá Feijóo pierde por el camino el respaldo de los 33 diputados de Vox por lanzar esa oferta a Sánchez —aquel con el que las dos derechas querían acabar— y que en el PP ya afilan los cuchillos para destronarle. Si el jefe de los conservadores protagoniza estos movimientos ("va a la desesperada") es porque escucha "los motores de quienes calientan en boxes", aseguran fuentes de la dirección aludiendo implícitamente a la madrileña Isabel Díaz Ayuso. La predicción de Ferraz es que el PP entrará en ebullición interna en cuanto se vea definitivamente en la oposición. ¿Y en ese momento se avendrá a renovar el CGPJ? En la cúpula, hay división de opiniones. Por ahora, lo único seguro, aseveran varios dirigentes, es que Feijóo "no se ha querido comprometer" al desbloqueo del órgano de gobierno de los jueces antes del 31 de diciembre. La situación, ahí, sigue exactamente en el mismo punto.