El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, habría trasladado a Felipe VI su preocupación por que la próxima investidura del candidato socialista y jefe del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, pase por una amnistía a los involucrados en el procés a petición de partidos como Junts o ERC. Así lo dan a entender fuentes del entorno del dirigente popular, que no niegan directamente haberlo hecho al ser preguntado por ello, aunque rehúyen profundizar en la materia por respeto a la privacidad de las conversaciones con el monarca: "lo que se ha dicho, dentro queda". Ya fuentes de Génova, en la previa a la cita, aludían a que sería un tema que el popular sacaría a relucir, algo que coincidió con el sexto aniversario del discurso del Rey del 3 de octubre que allanó la aplicación del 155.

El propio Feijóo, ya en su comparecencia desde el Congreso de los Diputados posterior a la audiencia con el Jefe del Estado, aludió a que ha afrontado la segunda ronda de consultas con una valoración "positiva" del desenlace de su investidura. Y que ha acudido a la reunión en Zarzuela con los "mismos principios" defendidos en el Parlamento la semana pasada, informando así a Felipe VI. "He mantenido los principios, el programa electoral y en mi opinión la dignidad de la nación, a tres 'síes'" para la mayoría de la cámara. Algo que para el popular lo habría logrado aceptando las condiciones de Junts, que llevan implícita la amnistía. Aunque se olvida de Vox, que habría abandonado esa ecuación de apoyos, dado su enfado por el acercamiento a los exconvergentes.

Desde el PP siguen alertando de la problemática para la "igualdad territorial", de los españoles o "el ataque a la Constitución y la separación de poderes" que supondrá avanzar en una legislación para la amnistía; una "enmienda a la totalidad" a la justicia que trató los hechos posteriores al referéndum ilegal del 1 de octubre o la Declaración Unilateral de Independencia de hace seis años. No se descartan actuaciones frente a la posibilidad de que Sánchez, que sigue dando pasos sin nombrarla, avance hacia la amnistía. Pero, por el momento, más allá de la abordada este martes en el Senado, donde se ha presentado una moción contra ese instrumento judicial aprobada por la mayoría de PP y Vox y que ha contado con el rechazo del PSOE, que la ha definido como una iniciativa "para la confrontación". También la movilización civil en Barcelona del domingo, donde cargos del PP junto a Feijóo mostrarán el rechazo a la amnistía y compartirán el foco con Santiago Abascal y los suyos.

"Aún depende de Puigdemont y de Podemos"

El PP queda descuadrado el foco político directo con el cambio de roles tras el fracaso de la investidura el pasado viernes. Ahora es Sánchez quien debe mover ficha, y los populares, aunque amagan con defender su posición de partido ganador en los comicios generales de julio, actúan al unísono ya como partido de la oposición. Y ello, con ciertas ambigüedades de discurso.

Mientras que este martes Feijóo garantizaba que PSOE, Sumar y sus socios independentistas de ERC "teatralizarán" las próximas semanas en torno a desencuentros para justificar la necesidad de la amnistía, con un pacto ya hecho y los votos "regalados" de EH Bildu y el BNG, a la par defendía que Sánchez tiene menos respaldos ahora que en agosto. De seguir la primera tesis del gallego, Sánchez habría pasado de 152 a 167, por lo que queda descuadrado el argumento. Sí es cierto que Feijóo tiene aún más apoyos que el PSOE -a falta del PNV y Junts-, con los 172 que le apoyaron en su investidura, junto a Vox, UPN y Coalición Canaria.

El PP cree que el PSOE y sus socios 'teatralizarán' durante las próximas semanas y protagonizarán diferencias y desencuentros para justificar después la amnistía como exigencia de mínimos"

Fuentes del PP, que afirman pese a todo respetar la decisión del Rey, ven aún un horizonte poco claro para Sánchez, ya con el 27 de noviembre como fecha límite para tener un nuevo presidente del Gobierno investido. Todo pese a las perspectivas de que el trámite vaya a prosperar. Creen que el cambio de pantalla es aún precipitado y ponen en el foco a dos actores díscolos. Primero a Podemos y sus cinco diputados integrados en Sumar, que es la parte más complicada del grupo plurinacional. Sobre todo de cara a la negociación que este miércoles escenifican en el Congreso socialistas y magentas, que ya abordan el reparto ministerial del futuro Ejecutivo. Será el primer encuentro entre Sánchez y Yolanda Díaz, al menos oficial para la investidura.

Mientras el PSOE plantea recuperar Igualdad y Sumar coquetea con la posibilidad de dirigir Sanidad o Vivienda -algo más complicado-, los morados aún persiguen su máxima: que Irene Montero permanezca de su ministerio. Algo a lo que Díaz se opone y deja en el aire el voto de sus cinco diputados. Javier Sánchez Serna alertó hace poco de esa posibilidad si no se respeta al partido en las negociaciones. Ni si quiera convence como compensación que Nacho Álvarez, el secretario de Estado de Derechos Sociales y mano derecha de Ione Belarra, pueda postularse a una cartera parece sofocar el ambiente.

El segundo actor díscolo, y más importante para el PP es Carles Puigdemont. "Manda Puigdemont, aunque no se crea, hay posibilidad aún de elecciones. Esto se está empezando a hilvanar, y es complicado", determinan fuentes populares, que ven un posible amago de Junts para competir con ERC de cara a su confrontación electoral particular en Cataluña. Los populares, dejan al PNV al margen del acuerdo al que creen que sí han llegado el PSOE y otros socios preferentes, y creen que esa cautela de los jeltzale, que no quisieron dar su apoyo a Feijóo, hasta que haya algo firme entre PSOE y Junts, se debe a que aún desconfían de la capacidad de evitar elecciones. Más dentro de su competencia directa con EH Bildu, que requiere de pocos pasos en falso.

El PP queda desubicado

Los populares, pasados su turno, tienen por delante dos meses largos en los que deberán competir con Vox por erigirse como referente de la oposición al Gobierno más allá de lo que certifican los resultados electorales. Los de Abascal trabajan ya en la estrategia directa, que conllevará movilización en la calle y oposición judicial en lo posible. El PP se guarda aún sus cartas a la espera de los acontecimientos, al menos hasta después de la marcha de Sociedad Civil Catalana del domingo.

Al margen del ámbito externo, el PP debe enfrentarse también a cuestiones internas. Por delante quedan aún renovar las direcciones, vía congresos territoriales, de País Vasco y Cataluña, junto a La Rioja y Asturias. El vasco, por la urgencia de elecciones el año que viene, será el primero. Carlos Iturgaiz ya ha dado un paso al lado y todas las miradas se centran en el diputado alavés Javier de Andrés, el favorito de Génova y Feijóo. Éste también debe pulir su dirección nacional solventar la dualidad entre Elías Bendodo y Miguel Tellado, con funciones solapadas en la dirección nacional, así como el papel de Cuca Gamarra, dividido entre la secretaría general y la portavocía en el Congreso, dos cargos de peso. Se apunta a que Gamarra podría causar baja en el segundo puesto.